CECILIA MORALES. México. Creativa, imaginativa, experimentativa, maga. Su interés por los cruces transdisciplinarios le llevó a estudiar Etnomusicología y Antropología Social. Ha obtenido diversos estímulos en su país en el área de nuevos medios y literatura: IMACP 2019 con el proyecto Deconstrucción Sonora, FONCA Contigo en la distancia 2020 y PECDA-Puebla 2021 cuya obra fue expuesta en el FARO Azcapotzalco Xochicalli como exposición individual. Ha participado a su vez en distintas exposiciones colectivas en el área de artes plásticas, collage y grabado Ha publicado en distintas revistas virtuales como: Vislumbre y Revista Tlatelolco: Democracia democratizante y cambio social. Le interesa la poesía, la narración, lo sonoro y la experimentación como formas de creación, así mismo sus proyectos giran en torno al olvido, la ternura y el error. A veces se pierde, pero siempre se busca.
Tres poemas de Entre desencuentros y ternuras de Cecilia Morales (Colección de Poesía Panhispánica de Santa Rabia Poetry, Perú, 2024)
TINTINEOS
Me gustaría decirte en cuántos destellos te he visto,
en cuántos reflejos,
hacerte saber que los cristales no son nada
si no han visto nuestro cariño
-Que se menean con la luz-,
Como tintineando canciones,
como susurrando ternuras.
Que se agitan con el viento
y bajo toda esa niebla, reflejan nuestros brillos,
esos en los que parece que nos deshacemos,
pero más bien nos formamos
como polvo estelar, cósmico, qué sé yo.
Me gustaría decirte en cuántos cristales habitamos
porque vamos por ahí como si nada,
susurrando canciones,
tintineando ternuras.
BRÚJULAS DE NOCHE
Y guardo en mi piel tus lunas,
como un tesoro sagrado que habito con luz,
con la más fe que puedo.
Las arrullo en el centro de mi pecho,
en mi estómago, en mi hombro izquierdo
y en el segundo dedo del pie derecho,
ese que se deshace primero cada noche de los calcetines.
Y aunque algunos las llamen lunares,
yo sé que son nuestras brújulas
que se imantan cada noche,
que se activan con tu voz en mis desvelos
para no perder el rumbo,
para como en este u otros cosmos,
encontrarnos de nuevo,
siempre una vez más.
DONDE ESTRIBA EL CARIÑO NO HAY RUINAS INTRASCENDENTES
Nadie quiere las casas viejas.
Pero ella sí,
ella les toma foto.
Guarda los vestigios, las hojas secas
y los árboles cuyas raíces
se escurren por la barda del 5º piso.
Los arcos a medio caer,
las escaleras a la mitad
y los marcos de las puertas y ventanas.
Los vidrios rotos, las telas desgastadas
y la tolvanera que rodea los rastros de la vida.
Que toda vida deja rastro
Que toda tolvanera es solo una expresión.
Nadie quiere los restos, ni los despojos,
menos escombros, ni remanentes.
Pero ella sí,
ella les toma foto.
Sabe de lo efímero, lo pasajero y lo fugaz,
de procesos y del tiempo,
pero sobretodo, de las memorias.
Que todo lo que hace el cariño
Se guarda infinito en el universo.
La vida le ha enseñado que las ruinas
son la forma en la que la misma deja su paso
-Por acá hubo vida,
La vida pasó por acá-
La vida le ha enseñado que las ruinas
son la forma en la que el amor existe para siempre.
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