203. Año 10 | 2.ª Ed. Quincenal Sep. 2025 | AURA IXMUKANÉ – El corredor de un jinete

AURA IXMUKANÉ, Poesía a la “Deformación Sensible” nos cuenta sobre algún tipo de sosiego hacía las personas amadas, pero también nos cuenta sobre lo abrupta que puede ser la sensibilidad cuando la tomamos con sinceridad.  Poetisa Maya Kaqchikel. Originaría de un pueblo frío llamado,  San Juan Comalapa del departamento de Chimaltenango, Guatemala. Estudiante Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala y Maestra de educación bilingüe intercultural.

 

 

A la Deformación sensible:

 

 

CONTACTO DISCORDANTE

 

Ellos, en la inmensidad del micelio,
se cubren sus escamas y se sumergen al río.

Se vuelven pájaros y se camuflan
con los colores del atardecer en Julio

Las serpentinas de su nido los esperan,
para vestirlos y convertirlos en tornasol.

Ellos, en la inmensidad de ellos,
y nosotras en las profundas melancolías.

Se desmoronan las nubes y
las paredes de este nido petricor.

 

 

LACUSTRICIDAD CONFIGURADA

 

Las abreviaciones de este territorio no están,
es un cuerpo oleando hacía la brisa cercana.

La tormenta en su expresión
dejó un torbellino en el fondo

En intentos de desesperado candor
se desvaneció y salieron dos cielos azules.

Los fundamentos de salvaguardarme
se lo llevaron las criaturas mitológicas

A mi lado yace, musgo y arena,

Mis extremidades están sueltas.
Toco la superficie con las manos
y  toco la profundidad con mi nariz

Ruego por mi vientre seco
y por la habitación de mi ropa mojada.

 

 

EL CORREDOR DE UN JINETE

 

La ropa seca, la ropa de hilos de algodón
Esa que se pone cada vez que se coloca los delirios en sus labios.

En los postes están postrados dos buitres
Quizás buscando dualidad

El suelo se quiebra al gemido
de un intercambio corporal

El corredor tan largo
y tan intrigante para él.

En la cocina guarda panela
para saborearla con agua tibia

Los buitres miran al jinete
Se llevan sus ojos, se llevan su boca,
y posan sobre su cuerpo vacío.

La hojarasca resuena a las pisadas de un hombre de cartón
De aquel, a quien le robaron la respiración

Los buitres postrados sobre el techo
lo ven partirse en dos, quizás buscando dualidad

En el corredor, deja sus zapatos pesados
y con sus pies largos, enrolla su pelo hacía
el anochecer,

Ahí se esconde, detrás de las montañas
detrás la casa de tierra mojada y techo de musgo.

El atardecer trae consigo, al cadejo de aquel callejón
para complementar a los suburbios de su plana imaginación

Ya no está, se lo llevaron los buitres
el corredor se quedó en el museo de la carroña

El suelo y su arena se encargan de
borrar la piel que aún se ve en la superficie,
allá, sobre el cielo húmedo y verosímil

Los buitres ya no vuelven,
su dualidad se llevaron
pero también, a su cadejo y su panela.

Él vuelve sin zapatos
a su jarrito con agua tibia
Los buitres, se llevaron su cuerpo
Pero él, quedo en la imaginación

Se resguardó en las paredes de
tierra mojada, para no ver más.

 

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