209. Año 10 | 1.ª Ed. Quincenal Oct. 2025 | ARIAN CASTRO – El nombre de las cosas

ARIAN CASTRO (Uruguay, 1971) Formación docente y universitaria en Derecho y Ciencias Sociales. Tallerista en grupos de Profesores Gricel Milesi, María Stella Olivera Prietto, Martín Lasalt, Julieta Marchant. Premios y menciones nacionales-latinoamericanos en Narrativa y Poesía. Publicaciones en Antologías varias.

 

 

 

NÓMADA

 

Nada tengo en disfavor

de lo consensuado como real

excepto

la mezquina coacción

de contemplar

sin poesía

esa pincelada rápida

disuasoria

de fugitivos pigmentos

ramificándose improvisadamente

en la piel del agua diaria

esa nube de humo, opio o sueño

en radiales gradientes

porfiada y breve trayectoria

de coagulaciones sutiles

cristalizándose con impulso,

tanto esmero

hacia el cenit

de la nada

 

un llegar e irse

entre la noche y la luz,

el parpadear de un haiku

latidos

sorbos

respiraciones

roces

voces

con la única y trémula

herramienta para horadar el vacío,

la palabra,

gotas de ingenuos signos de tinta

dejando su vestigio,

en torpe acrobacia

con ansias de perennidad

ante la innegociable gracia transitoria

de un sino

insignificante

 

diminuto corral,

embretado espacio entre el paréntesis de dos signos de pregunta, la vida

reminiscencia ingrávida, incontestable, y tan real

como lo consensuado como real, aunque se niegue:

la potestad de experimentar ser efímera fuga de grados de sombra y luz

que se inyectan,

encandecen,

ciegan

y pasan.

 

 

EL NOMBRE DE LAS COSAS

 

Digo tu nombre y un fósforo

se enciende en la oscuridad

Digo oscuridad

y sólo son fósforos

quemados inútilmente

en tu ausencia

Digo ausencia

que al no estar

ha estado

más presente que nunca

Digo nunca

y la palabra arde en la boca

como si tragara

un fósforo en llamas,

fuego o eco fatuo

llamando,

amando en una llama

que impronunciable en la garganta

se ahoga,

disolviéndose en la penumbra de las cosas

que no son cosas

ni tienen nombre,

pero existen

por insistente fricción

de palabra contra palabra.

 

 

CONSTELACION

 

Yo soy la que ignoro

 

La que frente a los espejos se interroga

y una estampida de ancestros

le sube de las entrañas a responder

La que encaramada sobre sus hombros va

en sus mis nuestros huesos

y en el enjambre de células

que sobre ellos se yerguen

con la edad de su heredad y de su sed

La que los oye, provoca o censura

y la que les huye soy

racimo, cardumen errante de perplejas criaturas

disputándose el asimétrico territorio de mi rostro

La que amparados en la caverna de mis ojos los descubre

en mis gestos

en la flecha de fuego del arco de la ira

en los requerimientos de mi hambre

en la alquímica danza involuntaria de los dedos

al crear, bendecir y moler

 

Soy el ímpetu de la sangre que no me pertenece

la gota de sudor y de lágrima que lucha y padece

a mi través

Los que dictan, los que escriben, los susurrantes

Las que pujan y lo pujado

La nube espesa de pasiones y postergados sueños

que desde ignoto origen y cansino recorrido

llega

a llover

sobre mí

 

Soy los que somos, desde siempre

El último, el penúltimo

todas las que se anticipan

los que sin saberlo esperan

La de turno al frente de la fila

y también

los que no quieren ser empujados

o les es negado volver

La constelación apátrida

multitud que se mira

la legión de huérfanos repitiéndose desde lejos

como un eco mudo en un laberinto

de pellejos,

úteros

y sismos

 

Yo soy sus numerosas y atiborradas soledades,

los nuestros muchos atávicos e inconfesados silencios

que ensayando huidas

y escarbando miedos

-desde dentro y lo profundo-

se amotinan

para inmolarse en mi grito

puñados de versos

o una ruidosa carcajada

de libertad.

 

 

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