AUGUSTO RUBIO ACOSTA – EPIFANÍA Elí Urbinaenero 8, 2020octubre 30, 2021Poesía peruana, Revista Navegación de entradas PreviousNext Presentamos tres poemas del autor chimbotano Augusto Rubio Acosta, escritor, gestor cultural y comunicador social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los libros de poesía Inventario de iras y sueños [2005], Mi camisa de comando [2007] y Poquita fe [2010]; las plaquetas Poemas de los días en que hablaba con el mar [2014] y El arte de remontar la zozobra [2018]; los volúmenes de narrativa Avenida indiferencia [2005], Mundo cachina 2007 y 2013], ¡Habla, San Pedrito! [2011 y 2019] y Fraga (2015), su primera novela. Premio Nacional de Periodismo 2008 (Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional y Consejo de la Prensa Peruana), Premio Nacional de Periodismo 2007 (Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social). El autor fue director del Diario La Industria de Chiclayo [2011-2013], coordinador general de la Feria Internacional del Libro de Trujillo [2016-2018, integró el comité del Fondo Editorial Municipal de esa ciudad y fue director de la Biblioteca Municipal de Trujillo [2016-2018]. El año 2019, Rubio fue coordinador general de la XII Feria del Libro de Nuevo Chimbote. El rasgo medular de la poesía de Augusto Rubio, cuyos versos se aproximan al coloquialismo del puerto, es su capacidad para contarnos su historia y conmover. Al leerlo resulta imposible no recordar las palabras del poeta Octavio Paz «La verdadera biografía de un poeta no está en los sucesos de su vida sino en sus poemas». Su poesía es, pues, fiel reflejo de su vida. EPIFANÍA Hay una calle que extraño de tráfico azulado carretillas y buitres en el alba de gente enferma tamales verdes e interjecciones de asaltos anticuchos y basurales sin nombre es una calle sin abadía de nombre precolombino de escabeches tramos oscuros y sustancias psicotrópicas de solares griteríos y cucarachas de epifanías fumaderos y digresiones Es una calle que extraño caminar sin duda tierra de hombres salvajes y perros taquicárdicos sin dueño un continente invisible sin país y sin lengua cuyo exceso de coraje condensó en el habla y la alegría de sus gentes la caótica pero bella la ennegrecida pero neblinosa forma de ser y existir De la costa siciliana a mi desván hay una calle que nunca imaginé pisar de oscuros cines y desequilibrados amaneceres de cigarrillos y pórticos olvidados donde cualquier ruido es extraño donde el murmullo de los borrachos y el zumbido de las moscas se transfiguran en imágenes mientras avanzan mis pasos y la pálida piel de mi existencia se detiene ante la puerta de un océano que contiene mi dolor mi honestidad tu mirada irlandesa y la distancia mi noche más clara y serena Hay una calle testigo de mis sueños mi muerte y mis palabras en las madrugadas mohosas en que estalla mi cerebro en ella la realidad se curva reincide convulsiona mi teclado la vida tu recuerdo hay tanta soledad. LOVESONG Yo tenía cuarenta y tres cuando me asomaba al mar de Huanchaco a ver la muerte del sol a veces me dormía de cansancio en la Biblioteca hasta la hora de cierre almorzaba lo que sea en una fonda del parque Cusco y nunca desayunaba en las noches le echaba una copa en el café de Independencia que se llevó el río intentando entender lo que ocurría en el mundo para tomar buenas decisiones el mar nunca me abrazaba por entonces como tampoco a los que nada sueñan el viejo muelle era un llamado insistente cada noche a la contemplación infinita Me asomaba al océano como los ciegos pálidos de tantos colores mis ideas nebulosas (efímeras y erróneas) agonizaban siempre en los papeles del escritorio en la ruta silenciosa de la historia humana en el azar y en la palabra perdida en la vida de cada palabra en la palabra de cada existencia Yo tenía cuarenta y tres cuando una barca se amarró a las bases que sostienen el muelle a su lecho acuático la edad de los pueblos tristes sin bandera y sin himno los años imposibles de quien escribe cartas en el desierto y empieza a conocer las propiedades analgésicas y astringentes de las raíces de los arbustos silvestres provenientes de los bosques lluviosos tenía la edad de quien no sabe para qué o cuándo el tiempo hace marcas sobre uno aniquilando la visión intemporal de la nostalgia y permitiendo el florecer de los helechos después de las tormentas tenía los años los modos de pensar las prácticas culturales y sociales de quienes interpretan las sociedades prehispánicas mascando un chicle globo y reventándolo con el alma con que los niños y las niñas desobedientes entienden la belleza y la más radical pluralidad tenía cuarenta y tres y me asomaba al mar de Huanchaco Las Delicias Puerto Morín o La Bocana porque total: el sol y mis nebulosas ideas ya no importaban habías llegado Azucena con tus rosas para hacerme entender que en esta región de la vida se acurruca la palabra se encienden los candiles se escucha tu música y nos habita la alegría de una vida de utopías rebeldía y entrega. PUERTO MALABRIGO Soy el hombre que ingresa al mar de madrugada para enfrentarse a las corrientes a los cangrejos y a la lluvia al viento helado de los amaneceres mientras todos duermen o beben mientras la esfera estrellada de los cielos se deshace en el atuendo festivo y en las flores amarillas de las desgracias Soy el hombre que ingresa en la bruma y en la pólvora de su espanto el que sufre para pescar tramboyos y resfriados como todos para sus adentros para su ola izquierda en marea baja para el ser que ya no soy para el autor que nadie lee ni consulta porque hay cosas más importantes Soy el hombre que partiéndose de pronto se hunde en la vorágine y en los temblores del océano el que recuerda cuando peinaba a sus pequeños hijos perdiéndose a veces en la enredadera de sus honduras en las noches felices en los amaneceres de uvas y panderetas de cohetones y refugios coloridos para dormir bajo la luna Soy el hombre que se marchita entre folios y periódicos que hablan de la guerra interna de la crisis política y de que no hay que comer cada día a veces cuando empuño mis años cuando fundo mis armas en palabras me pongo de pie para leer frente al sol que todo el tiempo intentó destruirme y no pudo que toda la vida me preguntó qué es de mi vida de papel y de cielos qué es del alba de la orilla del color y de la sombra Soy el hombre que sale del mar de Malabrigo para cantar y bailar en las arenas. 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