Presentamos algunos textos del poeta Benjamín Chávez (Bolivia, 1971). Ha publicado los libros de poemas: Prehistorias del androide (Premio Luis Mendizábal, 1994). Con la misma tijera (1999). Santo sin devoción (2000). Y allá en lo alto un pedazo de cielo (2003). Extramuros(2004). Pequeña librería de viejo(Premio Nacional de Poesía, Yolanda Bedregal 2006). Manual de contemplación (2009). Historia de las invasiones perdidas (2012) y El libro entre los árboles (Premio Nacional de Poesía Edmundo Camargo, 2013). Dos antologías suyas se han publicado en Monterrey en 2014 y en Montevideo en 2015. También es autor de la novela La indiferencia de los patos (2015).
La débil música de las suaves cosas
En la alta noche
la débil música de las suaves cosas.
Mientras el sueño consuma la quietud
las torres callan
los motivos de su altura.
Cada instante se estremece
y lo quedo nos habla con una voz más íntima.
No son las cosas que no tendremos nunca
son las que están
las que estuvieron siempre
y hoy
―complicidad contenida―
nos susurran
una familiaridad irresuelta.
Íntima
Llaman otra vez a la puerta
y en la luz azul del televisor
sigo a la deriva.
No, hoy no estoy para nadie
para mí mismo no estoy.
Como una tallada imagen de culto
Atesoro ofrendas a mis costados.
Conmigo quedan selladas las quietudes.
Así, por ejemplo:
¿Significa algo esta esfera jugosa
o es sólo otra inútil fruta
en la bandeja del harto?
Historia de las invasiones perdidas
Remontando el río
las sigilosas piraguas del séquito real
se escabullen por entre la selva momentáneamente acallada.
Pocos vigías velan los sueños despedazados
y las lanzas semejan arpones derrotados.
Vacío fondo de las embarcaciones
los ansiados tesoros quedaron, por ahora,
en manos del odiado enemigo.
Borrado el canto, las bocas muerden la amarga derrota
y sacian su hambre con raíces secas.
Las promesas se han diluido en la vergüenza
palabras huecas, ademanes truncos
estalla la orfandad en toda la selva
y el chillido de los monos impunes hiere más
que las envenenadas puntas de las flechas.
Pólvora mojada
Un instante a solas y ya garabateo versos.
La respiración agitada,
saltos de mata por palabras enmarañadas
o la visión parcelada del explorador que se desliza sigiloso
a ras del suelo
intentando no ahuyentar.
Pobre aventura de la dicción y el grafito
a menudo olvidamos que
la caligrafía es un arte mayor —y queda la fauna librada a su suerte.
Espejo de agua
Contemplo mi rostro, más que inexpresivo, invisible.
Mudez de las horas y los motivos, la
laguna textual en esta página que
cambia de color a la luz del atardecer
inunda la planicie no manchada por lo escrito y
moja el resto del libro, humedeciendo, diluyendo, borrando.