Byron Ramírez | Dios cansado

BYRON RAMÍREZ. Filólogo, poeta y editor literario. Ha publicado: Entropías (2018, Nueva York Poetry Press, Estados Unidos); Adamar (2020, Poiesis Editores, Costa Rica); y, recientemente, Terra Incognita (2021, Editorial Arboleda). Obtuvo el Primer lugar Certamen Nacional de Poesía Martin Luther King (2017), Primer lugar Certamen Nacional Brunca Universidad Nacional de Costa Rica (2018), Finalista Certamen Emilio Prados (2018), entre otros reconocimientos. Ha publicado, siendo compilador y editor general, las antologías: Y2K, publicada por la Editorial Estudiantil de la Universidad de Costa Rica, y Nueva Poesía Costarricense, publicada por el Ministerio de Cultura de Costa Rica. Sus poemas, además, han sido distribuidos en diversas revistas y antologías internacionales, entre las que sobresalen: Le Parole Grondanti (Italia), Revista Altazor (Chile), Revista Círculo de Poesía (México), Revista Santa Rabia Poetry (Perú), La Raíz Invertida (Colombia); y traducidos al italiano, uzbeko, inglés, árabe y francés.

 

 

 

DIOS CANSADO

 

 

Es en esta desesperación por liberarte del barro

donde confundo agua con aceite

entrego el fuego a las sirenas

y extingo toda oquedad en el caballo

 

Olvido cómo darle soplo a tu figura

Tu hálito se me cae de las manos

y entonces te encuentro suspendido

bajo el trémulo impulso del destierro

 

Es en esta comunión fallida

donde descuido al Rey de la Mazorca

extiendo una red entre los árboles

y estrangulo toda fe de las arañas

 

En esta ilusión de un nuevo mundo

donde termino de aniquilarte para siempre

asfixio tu idea en mi saliva

te arranco de raíz mis pensamientos.

 

 

CUANDO LOS RÍOS CALLEN

 

Cuando los ríos callen bajo los puentes

y la ciudad se rinda sin retorno

seguirás el sendero de las rapaces hasta mi cuerpo.

 

Pondrás sobre mi frente

el átame que resguardas con orgullo,

ahí donde los hombres aprenden a soñar

con alacranes.

 

Como un sorbo de leche

en la boca

de un recién nacido,

bajarás entonces por mis muslos.

 

Será mi sombra

el ciervo que atraviese el bosque

para acurrucarse en tu garganta.

Y nada podré ver.

Y nada habré olvidado.

 

Enredarás mi lengua entre tus piernas

como la noche jaguarundi

enreda su ojo en los estanques

y los prende

y los asfixia.

 

Para nosotros será por fin el silencio de la tierra.

Y nada podrás ver.

Y nada olvidarás.

 

Cuando los ríos callen

y la ciudad se rinda sin retorno

yo he de ganarme la muerte

adentro de tu cuerpo.

 

 

CUNA PARA FÓSILES

 

 

Verás un puma rastrear tu caminata

cuando apartes de tu rostro

esa máscara de liebre.

 

Verás llover granizo sobre el sendero de la sed.

Y no te importarán las víctimas

que vaya dejando el frío a su paso.

 

Este es el abismo que vigila nuestro aliento.

La piedra tallada bajo tu vientre

el último día del mundo.

 

Tú sigue caminando.

Aún no es tarde para hacer de tu lengua

un rincón de selva en mi costado.

Pero suelta las amarras.

 

Es tiempo de convertir la sombra

en lo que no pudo convertir el tiempo:

El triunfo del vértigo sobre la carne.

La llaga que se angosta y se dilata entre nosotros,

levantando un conjuro

contra el fantasma del olvido.

 

Y vamos a quedarnos ciegos

y vamos a suplicar que nos maten

uno sobre otro

cuando el beso se nos haya rebelado.

 

No trates de encontrar lugar sin ruinas

en esta cuna para fósiles.

Tu piel se ha vuelto espesa,

más espesa que la niebla

y solo puedo verte yo,

ahora que Dios ha extraviado

su pupila muda en el deseo.

 

¿Qué más quisieras pedirme?

Solo yo puedo verte a oscuras

venir hacia mí de rodillas

con la boca abierta.

Porque he dejado caer de mi pecho

la última serpiente moribunda

y has hecho con ella tu vestido.

 

Pero nada importa.

Hoy mi tiento te aprende

y siguen lloviendo ídolos de sal

en la montaña.

Ya no estás bajo mi umbral.

 

¿Acaso puedes oír

cómo arde todavía

aquel puma enloquecido

entre los árboles?

 

 

 

 

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