Carolina Quintero | Migraciones

CAROLINA QUINTERO VALVERDE nació a finales de 1989 en San José, Costa Rica. Formó parte desde el 2006 del taller literario Netzahualcóyolt. Publicó su primer libro Pequeña muerte en el Ártico, con editorial Perro Azul en el 2010, como parte del proyecto Poeta Joven y su segundo libro Datos Adjuntos con editorial Espiral en el 2016. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas latinoamericanas y algunos han sido traducidos al italiano y al francés. Ha participado en diversos festivales y encuentros de poesía en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, México y en su país. Es médico graduada de la Universidad de Costa Rica y máster en Salud Pública y Epidemiología.

 

 

Terabyte

i

Mi vida de los últimos 10 años:
10 mil fotos,
7 mil documentos,
4 mil canciones;
apenas una pequeña línea de un terabyte.

Todo  en carpetas,
pequeños íconos

que se activan como neuronas
y despliegan el recuerdo.

ii

Conecten el disco,
exploren,
no me compriman,
no envíen la memoria

a la carpeta de reciclaje;
acá estuvimos nosotros,
los millenials,
celebramos el fin del mundo

en el 2000

y lo reconstruimos todo

desde el minuto 01 del 2001.

 

“Digital natives”
fotografiamos todo desde un celular:
los cambios en el cabello,
la destrucción del lugar

donde nacimos,
los momentos armados

para parecer dichosos.
Respaldamos la felicidad
para hacerla indestructible.

Es tan fácil acariciar un teclado

y borrar el amor            el deseo.

 

La pausa en la garganta,

al borde del precipicio   al filo de la pantalla,

esperamos llegar a algún sitio.

Dormimos con el teléfono entre las manos,
su luz nos alumbra

en medio de la nada.

 

 

En el bar de esta esquina,

 

mi madre pasa su infancia,

la niña más hermosa

que alguna vez trajo un padre.

 

Mi abuelo ve su vida

en los rieles del tren

donde murió su padre,

la fricción de todo lo que ha salido mal,

mientras llega al hospital

a despedir a su madre.

El alma de la bisabuela

escondida en alguna parte de Barrio Amón.

 

Miro los nombres de los moteles a mi paso,

sus ofertas,

sus sábanas como periódicos

con todas las historias que no fueron.

 

Desnuda

en la esquina de uno de sus cuartos,

con la luz amarilla de un bombillo

y el reflejo en sepia de las cosas.

 

Mi bisabuelo arregla repetidas veces

el tren negro de la Northern,

que  descansa

en la Estación del Atlántico.

Percibo su presencia de ave

que vuela sobre la presa del tiempo.

Me siento en la acera de esta calle

y lo espero.

 

 

Migraciones

 

Lejos

las grandes migraciones animales:
los salmones que regresan

a su casa de agua dulce,
las tortugas de mar
que desovan en la playa donde nacieron.

 

Acá,

nos falta magnetismo,
cierta noción del espacio y del tiempo
que nos indique hacia dónde ir.

Una brújula dentro de las mariposas

las hace recorrer miles de kilómetros

sin perderse.
Los osos olfatean vida

a kilómetros de distancia

y los elefantes recuerdan siempre
a sus muertos.

 

Nosotros,

tenemos el recuerdo frágil

y una marca en los cromosomas

que nos hace huir

por mar por tierra.

Así,

migramos de un olvido a otro

guiados por el instinto.

 

 

 

 

 

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