Cindy Hatch | Nocturno invernal

Cindy Hatch (Zapopan, 1997). Egresada de la Lic. en Escritura Creativa. Beneficiaria PECDA Jalisco 2020 y 2022 en la categoría de ensayo. Ganadora del premio Luvina 2019 en ensayo y poesía. Editora en Poesía Mexa. Sus textos se encuentran en medios como Luvina, Low-Fi Ardentía, Punto de Partida, Letras Libres, Periódico de Poesía, entre otros. Autora de la plaquette Nos habrán cegado para entonces por Sangre Ediciones y Poetazos. Antologada en Novísimas, reunión de poetas mexicanas y Poesía No Consagrada Vol. II, Granuja. Su primer libro Citerón: crónica del grito de la liebre fue editado por Cultura Jalisco en la colección La maleta de Hemingway para primeras obras.

 

 

Ahogarse

 

I

 

Imagíname con el rostro de un cocodrilo

y la piel a cuadros

humedecida por el río.

 

Imagíname así,

mientras como la migaja

que cayó en el borde de tu suéter

antes de hablar. Voy a morderte.

 

II

 

Me zambullo en la alberca

resguardo la espuma

donde flotábamos

cuando estuve por tus hombros

a la deriva.

¿Quién es ella?

Me preguntas.

 

Primera lección de nado:

Deja el agua pasar por encima de ti.

 

Me gustan las palabras

no la gente

y cómo

ser una

palabra

pronunciada por ti

despacio

donde tu lengua

un amasijo

yo una palabra

cuyas sílabas oprimieras

una palabra hecha

de oclusivas bilabiales

y que a dentelladas

acabaras con quien soy.

 

 

Nocturno invernal

 

Mi marido amaneció tuerto

una mañana de octubre.

Nos preparábamos para el frío.

 

Si hubiera despertado completamente ciego,

habría sido yo quien no lo reconociera.

 

Dije:

Pon el ojo malo donde no nos vea

Y así hizo.

 

Sin embargo,

el ojo bueno

me mira

me mira tanto

que estoy a nada

de reventárselo

con el florero.

 

 

Posdata

 

Al tigre se le cayeron los colmillos

cuando abrí la puerta. Sobre nuestra casa

ya no llueve y yo juré nunca volver

al bosque para esperarte en la Calle de las Rosas.

Abrimos la puerta al tigre,

se nos escaparon las sílabas de la boca

se nos fue el cauce

porque el amor es la carne que el tigre ya no puede comer

que yo misma no puedo comer.

Debí sospechar porque un tigre no debería habitar el bosque

el tigre aparición el tigre huésped

me visita en sueños. Entre el recuerdo

y el saber la distancia es enorme

y yo sí lo sé de memoria vaya que lo sé de memoria

recuerdo sus arañazos hasta el caer del fruto sobre las hojas,

su lengua tan lengua sobre la pulpa

y la casa tan casa tan seca tan mustia.

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