En esta ocasión presentamos algunos poemas de Denisse Vega Farfán (Trujillo, Perú, 1986) En el año 2008 ganó el premio “Poesía Joven del Perú”, organizado por el Centro Cultural de España y Lustraeditores, con su primer poemario “Una morada tras los reinos”. “El primer asombro” (2014) es su más reciente publicación, aparecida bajo los sellos Animal de Invierno y Paracaídas Editores con la que estas editoriales inauguran la Serie Insular de Poesía, y de reciente presentación en Ciudad de México, el mismo que fuera nominado por el Diario El Comercio como uno de los libros más destacados del 2014.
ignoro lo que pende en mí
si un rayo un búfalo muerto
o un jardín de estacas
a punto de clavarse
le huyo a la noche
al sol de los paganos
me alimento con el pan que nadie quiere
me embriago con el silencio que el hombre ignora
duermo sobre el ombligo de una acémila muerta
que es mi nombre
escarbo su pelambre aromada por desollados frutos
de pureza
no poseo un rostro definido
mi piel está hecha del cuero de muchos animales
mis órganos son los frutos
de alguna mandrágora venenosa
mi historia es el tartamudeo
de cada dios inexistente
mis ojos son humo
y humo azul mi lengua
todo canto que llega a mis oídos
se convierte en plaga
no conozco padres
soy la consecuencia de varios apareamientos
probablemente la marea que sube y baja en mi cabeza
es producto de aquél entre un salmón y una loba
no sé dónde permanecer
si en la tierra en el agua
o en la atmósfera que tiene la expresión
de un enorme ahogado
que licua el universo
mi nombre está detrás de todos los nombres
pergeñando sus vestidos
tratando de descifrar cómo dignamente deben morir
las especies como yo
no sé si por mi rostro corre azufre
o las resonantes palabras de los muertos
por tantos siglos antes de los siglos
algo parecido a la sed y la ondulación de la abeja
me ha desgarrado la nuca
animal de ceniza
esteparia sangre
coágulos de cieno mal zurcido
mi sombra ha abandonado los espejos
y desaforada ríe
en el dintel de las cosas
no poseo un rostro definido
mi piel está hecha del cuero de muchos animales
mis órganos son los frutos
de alguna mandrágora venenosa
mi historia es el tartamudeo
de cada dios inexistente
mis ojos son humo
y humo azul mi lengua
todo canto que llega a mis oídos
se convierte en plaga
no conozco padres
soy la consecuencia de varios apareamientos
probablemente la marea que sube y baja en mi cabeza
es producto de aquél entre un salmón y una loba
no sé dónde permanecer
si en la tierra en el agua
o en la atmósfera que tiene la expresión
de un enorme ahogado
que licua el universo
mi nombre está detrás de todos los nombres
pergeñando sus vestidos
tratando de descifrar cómo dignamente deben morir
las especies como yo
no sé si por mi rostro corre azufre
o las resonantes palabras de los muertos
por tantos siglos antes de los siglos
algo parecido a la sed y la ondulación de la abeja
me ha desgarrado la nuca
animal de ceniza
esteparia sangre
coágulos de cieno mal zurcido
mi sombra ha abandonado los espejos
y desaforada ríe
en el dintel de las cosas
el sol de aluminio ha caído
anidándose en mis vísceras
la eternidad y sus hierros
se han desplomado sobre mis hombros
el hombre de lata golpea y golpea
su ciego tambor bacante
busca entre sus despojos un charco limpio
para alzar un torrente
de fuegos de sílfides de escamas
intenta anudar las corrientes en un solo verbo
con manos impropias
hasta para amar a las piedras
no ha de herirme
no ha de verme
aunque lo embista con una antorcha viva en sus ojos
pero sus hilos como máquinas
jadeos de un ángel desvanecido
al ras de mis talones
el reptil que adivina el paisaje
y delinea la frontera
las escalas
los descensos
el cebo atorado en la garganta
la soledad desde la primera culpa
el obituario
he de retirarme de aquí como un ciego
que arroja el bastón
he de cubrir con cal mis señales
saltar sobre esas cabezas soleadas
que no voltean la noche
ese amor de caucho
removiendo la polvareda
«de niño te enseñaron
las variedades del fuego
los que aparentan ser mar
y anidan multitudes de arena
los que te incineran entre sueños
y hacen que tu corazón amanezca colmado
de febriles bendiciones
pero quién te enseñó
a encender tu propio fuego?
quién te advirtió
de los que huelen a sándalo
y te fulminan la lengua?»
el reino tiene mi señal y mi nombre
la forma de mi horca
el viento que revolotea en esos cráneos
es el silbido de mi corazón y mi náusea
ahora sé que mi madre es el sol de los calcinados
y mi padre el brasero que rearma a estos muertos
sobre la piedra más afilada de mi memoria
en este reino no hay cómo regresar
ni cómo seguir avanzando
“oh ave
insiste” ___alguien me dijo
y yo sólo fui un manojo de infalibles maldiciones
cómo salir del reino hundido
que hay en cada uno
cómo escapar a los designios de un abyecto Rey
que es uno mismo
ser amo y ciervo a la vez
víctima y asesino del mundo
por el que raudamente se destartalan nuestra fe
y nuestras botas
ciertamente cuando todo quede sumido
a un grano de plomo
cada Rey
ha de habitar su reino de marfiles
eternamente condenado a ver los muertos
que salieron de sus manos
en una invisible marcha de azogue
yo los he visto desde que aprendí a pronunciar terror
sin quemarme la boca
se iban en manadas como bueyes
halados por un poder que hoscamente refulgía
y tronaba la aurora
hasta el amanecer oía sus plegarias
a invidentes dioses
luego quedamos nosotros
artífices del vértigo y la soledad
si me acerco a sus restos sabré
que la vida aún canta con acento de horror
y crisantemos
si me toco es su carne la que tiembla
es su silencio inmolado el que responde
entonces nada es más injurioso que mi índice
la hedionda impiedad por uno mismo
la corona de moho sobre nuestras cabezas
a dónde va la balada de estos muertos
si no es a nuestros pasos
su furia a nuestros ojos
su oro y sus gualdrapas
a nuestra desnudez
el ácido de sus vísceras a la contienda
de nuestras máscaras?
por eso la ceniza relumbra
en cada materia que amamos
la miseria
donde las fábulas se yerguen azarosas
De “Una morada tras los reinos” (Centro Cultural de España & Lustraeditores, 2008)
d
hay una muerte que muere en ti
con los ojos abiertos
la boca burbujeante de constelaciones
y pequeños juegos de ajedrez
una dama con sombra de lagarto
una lengua natal fosilizada
una ostra donde resuena tu nombre inutilizado
sediento de ti
la certeza
es un resoplido repleto de abalorios
que alguien remata en una esquina
no le interesa a tus pies
enroscándose en una trompa
cantando la vida
fuera de sus túnicas
alguien te contó que naciste en un zorzal
atravesado por embudos
y siglos desventrados…
antes de inaugurar la cena una plegaria
como una hoz
contorneando tu yugular
un bramido de manatíes en el silencio
alguien te contó que la muerte bailaba
con los pechos desnudos
mientras un nuevo lenguaje era varado
como un pelícano ahogado en plomo
y tanta ceremonia
para festejar la inmundicia
con un nombre alquilado
al que sólo abrigaban las moscas
y tanto desvelo sobre las dunas
escrutando esas señales
que dejan de cantar cuando las miras
blandiendo la indigestión de las estrellas
blasfemando la luna
para…
“yo descendí para dejar de medir la distancia”
-dice la anguila
“yo descendí para guarecer los embriones de los hombres
que se trizaron en la tierra”
-dice el hipocampo
la paz es la carnada
que deja huir el salmón
a la diestra de tus miedos el caracol
rearma su corteza
los ahogados cierran con satisfacción
sus últimas visiones
el mar disuelve sus sales
adhiere el efluvio de sus sueños
a la casta sonoridad de las piedras
ahora puedes abrir los ojos
sentir las contracciones de ti mismo
para alumbrar lo que realmente eres
un tratado de naves
y verdes esporas
un aleteo incólume
como la primera tramoya de tu corazón
acá nada es una especie entre tantas
tu pasado es la grisácea piel del tiburón
o sus saturados jugos gástricos
tu hambre el zumbido
de una orca en extinción
ahora puedes abrir los ojos
imitar la ondulación de los cardúmenes
escuchar lo que insistió guardado detrás de tus orejas
y bajo tus ojeras
acá no es necesario
ponerle un nombre a cada especie
todos se llaman como tú
y tú te llamas como todos
tordo pez luna pez hombre
a dos vidas la hiena que eras
disputando un trozo de carroña
una corbata para ocultar el pudor
y las aldabas
que no son más aquí abajo
libaciones que almacena el molusco
para madurar su joya
ves a un pez globo salir detrás de un morro de liquen
sus espinas son la insurrección
el abandono a las colas
por un puesto en el banquillo de los sentenciados
su cuerpo hinchado contiene los aires
que transportan los silbos eternos
eres su drenado veneno
su vastedad
sus giros inciertos que rebasan la tiniebla
hasta desflorarla en una caracola
acá los enemigos parecidos a ti
han desaparecido
o aparecen convertidos
en serviles cangrejos
la estación en la que esperabas
hasta que tu cabeza amanecía despedazándose
en el hocico de algún perro
también ha desaparecido
el hipocampo desciende contigo
desierto de voces
su dinámica de impulso y dejarse reflotar
remueve lentamente las alturas
su sigilo es una romería en la que
las formas de un grito estancado
desde el nacimiento
son la principal ofrenda
por primera vez
sin manuales
ni sueños irreversibles
entiendes el juego
te toca
soplar el silbato
De “Hippocampus” (La Propia Cartonera, 2010)
POEMA
A lo mejor hay una línea que sobrevuela la muerte y respira en el poema.
De pie ante un destino que muge, los trémulos ojos de extranjero
detenidos en el recibidor. La espiral de insignias y sellos
que nada dicen de nuestro nombre apenas entrevisto.
Cuando de pronto, sin consultarnos, se nos echa de la vida
con la casa a medio hacer
o la pavesa de lo nunca sido entre los dedos.
Soñando con sujetar lo que veloz y fugazmente bate
en la opacidad del verano
nos confiamos al metal que cede en la hoja,
ligamento de una otredad que libremente gesticula,
agua llevándonos río abajo a una inviolada memoria.
Negados astros resbalan de nuestro índice
-poder incierto de las gloriosas aguas,
satélite ebrio de días siempre inaugurales–
y es nuevamente pura la confusión de los ojos.
ENCLAVE
El poema está listo.
Eleva casas, puentes, barcas hundidas,
aves de diversa estación migratoria, vidas
que hacia todos lados se desplazan.
Hace realidad lo que no se toca
y simple fábula lo palpado todos los días.
El poema está listo. Yo estoy en otra parte.
El que estuvo escribiéndolo al pie del aserradero,
ha desaparecido.
Desde el vidrio del poema
veo su último retrato, enjambre en vilo.
El poema está aquí, tiene forma humana, animal,
de mesa, calle, estrella. Ocupa mi espacio,
que ya no es propio. Respira por mí, habla por mí,
en una olvidada lengua por nuestro cansancio.
El poema está listo. Le es entendible
el trémolo final de la tierra.
Roer no es necesario.
Compré una pipa para mi amigo peruano en el Mercado de la Seda…
Compré una pipa para mi amigo peruano en el Mercado de la Seda.
“Es de cuerno de yak”, me dijo la dependiente.
Tiene un lomo suavísimo, discreto,
y un revestimiento de cobre en la boca del hornillo.
Ya temprano había visto su carne
delicadamente sazonada en el bufet,
satisfaciendo sobresaltados comensales,
poetas trashumantes buscando el elixir de su infatigable demonio.
Teníamos que haberlo visto a 6000 metros de altura,
con la joroba dispuesta, peinando los desiertos del Tíbet.
Detenidos en su ojo, complacido y triste, adivinamos la vida.
Mi amigo colecciona pipas de todos sus viajes,
como si no quisiera abandonar la humareda interior
de cada comarca extraña.
Ya en casa, enciende una al azar
en la demandante hora del poema,
y se pone a laborar, sin angustia, en sus apariciones reptantes.
Quiero creer, que en la espiral de humo, volverá el yak,
paciente, como en las estepas más frías,
para guiarlo mientras escribe, entre salvajes amenazas,
decapitadores vientos, que tan bien reconoce.
Beijing, 2013.
De “El primer asombro” (Animal de Invierno & Paracaídas Editores, 2014)
DENISSE VEGA FARFÁN (Trujillo, Perú, 1986)
En el año 2008 ganó el premio “Poesía Joven del Perú”, organizado por el Centro Cultural de España y Lustraeditores, con su primer poemario “Una morada tras los reinos”. Título que concretó una edición bilingüe español – francés, en el año 2013. En el año 2010 publicó la plaquette “Hippocampus” en Uruguay, con La Propia Cartonera, la cual tuvo su edición en Perú en el año 2011. Forma parte de numerosas antologías, entre las que podemos destacar recientemente: “Poetas peruanas de antología” (Mascapaycha editores, Perú), realizada por el crítico Ricardo González-Vigil; “Mangueras rojas y azules” (Yaugurú, España); “En tierras del cóndor” (Taller de edición Rocca, Colombia); “Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente.” (Vallejo & Company, Perú); “Poesía que gira” (Amaru Cartonera, Chile); “Ladder made up of staircases of time” (Festival de Poesía del Lago Qinghai, China). Así como de revistas: Hueso Húmero, Fórnix, Review (Nueva York), Exit (Canadá), Prometeo (Colombia), Vuelapluma, Río Grande Review (Texas), entre otros. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, chino, italiano y alemán. “El primer asombro” (2014) es su más reciente publicación, aparecida bajo los sellos Animal de Invierno y Paracaídas Editores con la que estas editoriales inauguran la Serie Insular de Poesía, y de reciente presentación en Ciudad de México, el mismo que fuera nominado por el Diario El Comercio como uno de los libros más destacados del 2014. Ha participado en diversos festivales en Perú y el extranjero como el “Festival Internacional de Poesía Trois-Rivières” (Canadá, 2013), el “Festival Internacional del Lago Qinghai” (China, 2013), y México.