ELAINE VILAR MADRUGA – NO DESTRUIRÉ LA CIUDAD


Elaine Vilar Madruga (La Habana, 1989). Narradora, poeta y dramaturga. Licenciada en Arte Teatral, especialidad Dramaturgia por el Instituto Superior de Arte (ISA). Ganadora de diversos premios nacionales e internacionales. Su obra ha sido editada en antologías a lo largo del mundo. Ha publicado más de treinta libros en editoriales de Estados Unidos, Canadá, Cuba, República Dominicana, España, Chile, Francia e Italia. Cultiva los géneros de novela, cuento, poesía, literatura fantástica y de ciencia-ficción, periodismo, crítica teatro, literatura para niños y jóvenes. Es considerada una de las voces jóvenes más importantes de la Cuba literaria actual.
 
 
Ámbar
 
la isla habla de sus torceduras
como el niño muerto de la foto
que alguien nombró hermano/hijo/árbol familiar/espada.
 
la pared aun exhibe el cuadro de la sangre
en el diente de perro.
la mano del niño lleva la botella de ámbar
sobre el sello de la nuca.
 
aquel fue el año de la foto y el estero:
en los yaquis de la costa,
alguien descubrió al muchacho ensangrentado
que emergía
junto al cangrejo de lo eterno.
 
en la línea de la playa
surgieron después los rastros de dientes y uñas
como moscas empantanadas en ámbar.
 
 
Batallones
 
Hoy quiero que te sientes
encima de la osamenta
de los que vinieron antes.
Incluso sobre la osamenta
de aquellos que vendrán después.
Y hasta en la osamenta
de los que nunca estarán.
 
Luego dime si viste el mundo
en las esquirlas de hueso,
en las prendas viejas,
en la carcoma,
en el sudario que pesa
como una flor transparente, obscena.
 
Ella también está encima
de esos que no estuvieron
bajo la cúpula del mundo:
allí donde empieza todo.
 
 
Si existe un hombre justo, un solo hombre justo, no destruiré la ciudad
 
Para imitar a Pier Paolo Passolini,
puse a los muchachos encima de la mesa
como si fueran platos japoneses.
Los tomé una y otra vez,
les canté canciones de cuna
cada vez que iban a dormir entre la sangre
y los desechos del día veintinueve que pasaba
rumbo hacia el treinta
y luego más allá del treinta y uno.
 
Esos días felices en que contamos estrellas
bajo los cielos de Gomorra.
 
 
a veces camino por un país blanco
 
a veces camino por un país blanco
que no conozco del todo
sin saber qué calles busco
cuál es la yerba el ducado de mis pertenencias
 
a veces camino por un país blanco
poblado de animales que ladran
animales que ululan y barritan
esenciales en su divinidad
 
a veces camino por un país blanco
sin saber que es también mi país
como en una película contemplo los rincones
donde puede encontrarse el monstruo
habitante de los fragmentos de la soledad
piedra de sísifo que cae
país blanco
abajo
sin resurrección.
 
 
Jauría
 
… para compartir la carne y la esperanza
tomamos la mesa
como campamento de batalla
a las 7 y 30 de la noche
minuto más o menos.
 
a las 7 y 31
sé que la carne no es suficiente
la esperanza es menos hierro que niebla.
el campamento se convierte
en territorio hostil
donde la mano y el cuchillo
son otras armas del amor
que se gastan en el nudo de la hambruna.
 
a las 7 y 35
el más inteligente de nosotros
ha decidido enfrentarse a la jauría
y sus preguntas
de si el poema recién escrito
comprará la carne de mañana
o si el cuento por encargo
es capaz de costear una libra de esperanza,
y si aún sobra para encargar un kilogramo extra
de cualquier otra cosa.
 
justo a las 7 y 40 de la noche
presiento que mis poemas y cuentos
serán siempre escritos con los trazos de la carne.
 
mientras recojo los platos y las sobras
el lengüetazo de mi perra
comienza a pedir su porción de esperanza
                                 su porción de cualquier cosa.
 
desde el borde silencioso de su plato
me mira con el agradecimiento
de quien ha sobrevivido
una noche más
a la guerra.

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