ELAINE VILAR MADRUGA – NO DESTRUIRÉ LA CIUDAD Elí Urbinaseptiembre 3, 2020septiembre 3, 2020Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext Elaine Vilar Madruga (La Habana, 1989). Narradora, poeta y dramaturga. Licenciada en Arte Teatral, especialidad Dramaturgia por el Instituto Superior de Arte (ISA). Ganadora de diversos premios nacionales e internacionales. Su obra ha sido editada en antologías a lo largo del mundo. Ha publicado más de treinta libros en editoriales de Estados Unidos, Canadá, Cuba, República Dominicana, España, Chile, Francia e Italia. Cultiva los géneros de novela, cuento, poesía, literatura fantástica y de ciencia-ficción, periodismo, crítica teatro, literatura para niños y jóvenes. Es considerada una de las voces jóvenes más importantes de la Cuba literaria actual. Ámbar la isla habla de sus torceduras como el niño muerto de la foto que alguien nombró hermano/hijo/árbol familiar/espada. la pared aun exhibe el cuadro de la sangre en el diente de perro. la mano del niño lleva la botella de ámbar sobre el sello de la nuca. aquel fue el año de la foto y el estero: en los yaquis de la costa, alguien descubrió al muchacho ensangrentado que emergía junto al cangrejo de lo eterno. en la línea de la playa surgieron después los rastros de dientes y uñas como moscas empantanadas en ámbar. Batallones Hoy quiero que te sientes encima de la osamenta de los que vinieron antes. Incluso sobre la osamenta de aquellos que vendrán después. Y hasta en la osamenta de los que nunca estarán. Luego dime si viste el mundo en las esquirlas de hueso, en las prendas viejas, en la carcoma, en el sudario que pesa como una flor transparente, obscena. Ella también está encima de esos que no estuvieron bajo la cúpula del mundo: allí donde empieza todo. Si existe un hombre justo, un solo hombre justo, no destruiré la ciudad Para imitar a Pier Paolo Passolini, puse a los muchachos encima de la mesa como si fueran platos japoneses. Los tomé una y otra vez, les canté canciones de cuna cada vez que iban a dormir entre la sangre y los desechos del día veintinueve que pasaba rumbo hacia el treinta y luego más allá del treinta y uno. Esos días felices en que contamos estrellas bajo los cielos de Gomorra. a veces camino por un país blanco a veces camino por un país blanco que no conozco del todo sin saber qué calles busco cuál es la yerba el ducado de mis pertenencias a veces camino por un país blanco poblado de animales que ladran animales que ululan y barritan esenciales en su divinidad a veces camino por un país blanco sin saber que es también mi país como en una película contemplo los rincones donde puede encontrarse el monstruo habitante de los fragmentos de la soledad piedra de sísifo que cae país blanco abajo sin resurrección. Jauría … para compartir la carne y la esperanza tomamos la mesa como campamento de batalla a las 7 y 30 de la noche minuto más o menos. a las 7 y 31 sé que la carne no es suficiente la esperanza es menos hierro que niebla. el campamento se convierte en territorio hostil donde la mano y el cuchillo son otras armas del amor que se gastan en el nudo de la hambruna. a las 7 y 35 el más inteligente de nosotros ha decidido enfrentarse a la jauría y sus preguntas de si el poema recién escrito comprará la carne de mañana o si el cuento por encargo es capaz de costear una libra de esperanza, y si aún sobra para encargar un kilogramo extra de cualquier otra cosa. justo a las 7 y 40 de la noche presiento que mis poemas y cuentos serán siempre escritos con los trazos de la carne. mientras recojo los platos y las sobras el lengüetazo de mi perra comienza a pedir su porción de esperanza su porción de cualquier cosa. desde el borde silencioso de su plato me mira con el agradecimiento de quien ha sobrevivido una noche más a la guerra. Facebook Twitter