Skip to content
Geraldine Mac Burney Jones nació en Gaiman, Chubut, en 1984. Realizó estudios en la Carrera de Medios de Comunicación en la Universidad de Bangor y es abogada por la Universidad Católica de Córdoba. Publicó Vestal de luna (Editorial Tela de Rayón, 2012), Canción para un alma en vilo (Editorial Espacio Hudson, 2018) y Garmon o esa vieja música de nieve (Griselda García Editora, 2019). Integra la antología “Patagonia Literaria VI. antología de poesía del sur argentino” dirigida por la investigadora, poeta y docente Luciana Mellado -Universidad De la Patagonia San Juan Bosco- y coordinada por Claudia Hammerschmidt -Universidad Friedrich Schiller, Jena, Alemania- y sus poemas en ingles integran “R.S. Thomas Poetry Festival Anthology”, 2019, Gales. Su obra ha sido difundida en revistas de Literatura, tales como: Circulo De Poesía -México-, Vallejo & Co -Perú-, La Mascarada – México- entre otros medios. Obtuvo una especial distinción en el Concurso Internacional de Poesía Feile Filiochta Dun Laoghiere, Irlanda, por el Instituto Cervantes con sede en Dublín (1998); Corona de Plata del Eisteddfod del Chubut, Plaqueta del Senado de la Nación (2009), jurado: Orlando Van Bredam, Corona de Plata del Eisteddfod de Trevelin (2014) y Sillón Bárdico por su poema en idioma galés, Eisteddfod del Chubut (2019), jurado: Tudur Hallam, profesor de la Universidad de Aberystwyth. Reside en el país de Gales desde donde colabora con La Ninfa Eco, revista virtual de difusión literaria internacional. Se desempeña como columnista en CARN, revista de la Liga Celta, escribiendo artículos en idioma galés e inglés. Inédito Taid 1 Como cervatillo de leva enfurecido mi abuelo se levantaba. Encendía el horno aventando sueños para que las sombras se fueran y la noche los colgara en sus tendales. Amasaba cometas de harina, de agua, de levadura, de sal. Las estrellas del pueblo lo escuchaban cada noche moldear el cielo diurno entre sus manos con la misma persistencia con la que su abuelo picaba en las minas de carbón. Mientras leudaba la masa fumaba a escondidas de mi abuela, bajo la alameda, sus dedos pequeños y adormecidos. Después de unas horas, un bullicio de espigas eran sus campanas, y los panes germinaban en las cestas de mimbre, donde volaba de niña como en aerolitos. Así acontecían los días en un pueblo fuera de esferas. 2 A menudo desentierro recuerdos como niños vivos. Sólo había un reposo mientras leudaba la masa, fumaba bajo la alameda a escondidas de la abuela y el humo volaba como bellotas de lana negra. Cuando niña pensaba que se había ido. Mi madre no quería que lo viera muerto. A veces pienso estas cosas y me quedo en silencio. Mi abuelo fue más que un hombre que madruga. Escribió las partituras mismas de los sueños, encendió las bombillas de las cosas perfectas los domingos de luz. Cuando me pregunten quién fue mi abuelo les diré que es el sastre único de todas las luciérnagas. 3 Hoy he visto pasar a un hombre parecido a él, a veces el viento es fecundo cartero. La noche es más espesa y mi abuela duerme y lo sueña y lo encuentra sin más gobiernos y leyes que su luz dando cuerda a nuestros corazones. Inédito: Dónde estás, amor que me veo sola hasta en la muerte Dónde estás que los días pasan y despierto y lloro al ver mi sombra infinita Dónde están todos Dónde la rosa de los vientos Dónde el timón las voces la música y los niños Mejor será callar y desandar cielos en silencio Dejar pasar días como nubes. Dejar mi cuerpo, casa de nadie. Todo amor retorna en forma de perro. Inédito: Nada llevo en el vientre más que la sombra de un pájaro muerto. Mis ojos son aguas de maíz reseco. Soy nebulosa y soy insecto. Debajo de los días vuelo y ardo y sangro. No es de fuego mi canto cuando la soledad es mi única cría. Ya no comprendo a los hombres y el mundo es un mercurio de lunas muertas. De SUtercer libro, Garmon o esa vieja música de nieve, Griselda García Editora, 2019: GARMON / BLACK MOON – WILCO I. Aquí el sol no acontece. Un arco iris tiembla desde la tierra. Por la mañana la bruma visita a los corderos, se acuesta entre robles y con sonrisa de otro mundo jura detenerse. II. Él sale a cazar mi orfandad a las colinas azules. Orbitante se estremece. Me pregunta si los dioses existen y abovedo preguntas más vastas que la noche. III. Es el río. Con su lenguaje espiral de reino antiguo. A veces recuerdo algunas cosas. Pero sopla el viento. Se desgajan las piedras y Dios galopa muerto. ASSISE – CAMILLE III. En silencio surgen el resplandor y los árboles. También la mordaza, la jaula, las zonas prohibidas. Así, mi corazón de día y noche. ¿Qué animal vendrá a poblar mi nombre? VENUS IN FURS – JOHN CALE Es hora de atrasar los relojes. Porque el invierno vuelve arropado de noche y de mala fortuna. No veo lechuzas. Los zorros escarban la última sangre de cada gallina. Será un invierno asido de pequeñas criaturas. De a poco vendrán como lobos en la noche. A susurrarme en sueños, a regalarme brújulas para roer antiguos calendarios. Me traerán el pentagrama blanco de las siestas, una mañana trémula con andar de pájaro, los mil rostros de la infancia. Una tarde con mi abuela. Su perfume azul. Y mi corazón aullando como un antílope. JULIA’S DREAM – PINK FLOYD I. Aquí no hay álamos. Y la meseta es un recuerdo tan lejano que no sé dónde descansarán mis huesos. Los armadillos me esperan en el fondo de un sueño. Pero me ahogo entre montañas. II. Vamos al sol, amor. Al desierto. A mi niñez. Vamos a las tumbas que crecen como hiedras en los nidos vacíos. Voy a vivir allí. III. Extraer el sol como una piedra no es tarea para todos. Haz un amuleto, sopla los sueños y su música. Implora. Recuerda los barcos y el mar. ¿La soledad no se disipa? Retorna a la vigilia. De Canción para un alma en vilo, 2018: XVII. El mundo duerme hasta su cicatriz, duerme, el mundo duerme, para no saber de qué turbulencias está hecha su carne. Pero el reverso de los ojos no miente. Porque herida sobre herida es ardor. XVIII. Cae la lluvia acharolada. Una rebelión de pájaros arremete contra el cielo. De tanto desierto quieren coserse mares en la boca v Y la ciudad es un panal de soles nevados una hechicera implacable de la que hay que huir a tiempo. Días así las luces arañan la mezquindad de las pupilas, se apaga tu voz de mandolina, los canales se vacían, las plagas acechan y las hormigas se ahogan en tazas de café. Así respiro entre sortijas de espuma. Esa noche la red estaba roída de ramas y rocas y ruinas. Sin embargo, pelaba papas. Caían halos de piel y tierra sobre una bolsa de nylon. Era mi cuerpo.
Navegación de entradas
Los poemas del libro “Garmon o esa vieja música de nieve” los conocía, pero los inéditos están muy buenos. “Nada llevo en el vientre” me pareció de una dulzura preciosa. Gracias por compartirlos con los que amamos la poesía.
Abrazo
María Julia
Qué maravilla Geraldine!