GUILLERMO GARDEL – MI GARGANTA ENSAYA SUS NUDOS


Guillermo Gardel [José Antonio Benavente García, (Zaragoza -1989-)] es abogado de profesión, escritor y músico. Precisamente en esta vertiente artística tuvo su primer acercamiento a la escritura, en su faceta de letrista. Su interés intrínseco por la literatura en general y por la poesía en concreto le llevó finalmente a debutar en 2019 con Poemario de ausencia y otras ferocidades, una primera obra que engloba poemas y pasajes de prosa poética. Actualmente se encuentra preparando la continuación de esta.
 
 
1.
 
Todo va tan rápido y todo queda tan lejos
que te habla mi voz corriendo contra el aire,
buscando, a ver si estás, al fondo del silencio.
 
Todo va tan rápido y todo queda tan lejos
que solo tengo una mirada fatigada,
una luz afligida, una lágrima estancada,
un desierto en una boca anochecida.
 
Todo va tan rápido y todo queda tan lejos
que si hubiera una cadena en la memoria
me ataría en cada paso a mis recuerdos.
 
Todo va tan rápido y todo queda tan lejos
que nadie me habita y que no habito en nadie.
Que solo me tengo, a veces, cuando soy parte del aire
que te busca, a ver si estás, al fondo del silencio.
 
(Inédito)
 
2.
 
Ellos te querrán fingida
y con cerrojos entre los dientes.
Que ni preguntes ni respondas;
que te arrugues, que te expongas…
No verán en tus horizontes
la lágrima revolucionaria.
No te querrán salvaje,
ni furtiva ni asilvestrada.
Mas tú encenderás dos garras,
dominantes y defensivas
y de razones una jauría
lanzarás contra sus ventanas.
Mirarán por encima de tu hombro.
Pasarán por encima de tu hambre.
Pisarán los escombros de tu nombre
y te ahogarán rehuyendo a tus demonios.
Pero tú resistirás las embestidas
con flechas de lengua y de gresca.
Levantarás el acopio de tus cenizas
a huracanes de lucha y de protesta.
Honraremos la voz dormida
de las causas enmudecidas.
Seguiremos en las trincheras:
yo, cada noche. Tú, cada día.
Podrán doblegar tu garganta
con su histórica mentira.
Querrán enjugar tus esquinas
y alambrar tus esperanzas.
Quizá su alargada sombra
se agite y traiga tormentas.
No aminores, no reduzcas,
no te apoques, no les temas.
Nunca les cedas la espalda.
No les adornes tu herida.
Grita, te oiga quien te oiga.
Baila, te mire quien te mire.
Y así: de la última gota arrancada
de cuajo de tus entrañas,
una burbuja de luces
gritará mañana libre.
 
3.
 
Quiero ser la duda que nos nace.
Relámpago que acecha en la garganta.
Silencio sónico de mirada encendida.
¡El dardo! La fuerza en la palabra.
Ser un depredador del horizonte
en continua búsqueda luminescente,
la velada herida de todas las lecturas…
Sombra que se esconda entre la gente.
Quiero enmudecer las dentelladas.
Remendar, una a una, todas mis parcelas
de la ventosa novedad que aullante arrecia;
de la petrificada rutina anquilosada.
Quiero conmigo la colorida resonancia del principio.
El eco maternal del sol temprano
que de candorosa armonía tibió mis raíces.
Que me hizo yo, con lo bueno y con lo malo.
 
4.
 
Llegabas a mis ojos sordos anunciada
con la voz atemporal de la esperanza.
Urdías tus lazos de joven verdura
a los relajados andamiajes de mi inercia.
Tus lazos trepaban y enhebraban,
con las lenguas de las agujas,
sentidos quehaceres de mi alma predispuesta.
Acogías mi anhelo; impulsabas mi hazaña.
Teñías, hacendosa, de aurora y de malva
los negros presagios de negras mañanas.
Pasaste fugaz, flor de lis, sobre mi frente.
Lanzaste violenta la tinta que por mi testimonio
mi holgura descontrolada relanza.
La luz del vergel que sobre mis murallas has rendido,
la riego amorosamente cada día.
Cada día de música la riego.
La riego con devoción y agradecido.
 
5.
 
 Mi corazón que a brincos corre
sin premuras y sin prisas,
se anticipa sin embargo a tu ausencia
dando a medias saltos,
sonando a media voz.
Mi garganta ensaya sus nudos.
Mi flaqueza emerge preventiva.
Y en la soledad de tu presencia
resuelven mis instintos
buscarte anticipadamente.
Temo dócilmente atormentarme
con la falta de tu tacto
y la ausencia de tu huida;
y que gris y arrinconado
en mi adentro, todo siga.
Quieren mis querencias sujetarte.
Sueñan mis cables con sostenerte.
Quieren mis vacíos encontrarte
y ver de lejos, desdentado y atorado,
el tigre inevitable.
Que cuando torrencialmente
allanes en mis huesos tristes,
famélicos de su esencia primera,
vengas con paz ligera al encuentro,
con flores y con alma.

Que no me aterre tu recuerdo
ni me moje sonoro desespero
cuando en la inercia inadvertida
de cualquier domingo paseando
asome a mi luz tu fotografía.
Que no me amarre la tristeza
en su jaula constrictora,
ni abnegado en mis ayeres rompa el niño
desamparado, solo y perdido,
a llorar su suerte y tu muerte.
Un colmillo repentino
de tu frío global y desprendido,
podrá quizás, mañana, vencerme.
Temo el látigo y al escalofrío:
que vengas y te vayas súbitamente.
¿Cómo afrontar lo inafrontable?
¿Cómo amarrar a mi cintura
el hueco líquido y paternal
que en mis rendijas se inmiscuya
con la amargura fundamental?
El linaje que se corta
sabe a herida irreversible.
Y yo quiero hacer de mí un muro
alto, insuperable, cautelar…
donde amanezcamos y permanezcamos.
Y así pueble un día mi semilla elemental
la ciudad de tierra irremediable contigo,
bajo el cielo de las zanjas
del que hablé en algún momento
y del que ya no quiero hablar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *