Homero Carvalho Oliva, Bolivia, 1957, escritor y poeta, ha obtenido varios premios de cuento, poesía y novela a nivel nacional e internacional. Su obra literaria ha sido publicada en otros países por prestigiosas editoriales y traducida a varios idiomas; poemas, cuentos y microficciones suyas están incluidos en más de cincuenta antologías internacionales, además de revistas y suplementos literarios por todo el mundo. Es autor de antologías de poesía boliviana, de cuentos y microcuentos internacionales publicadas en varios países.
Página con hijos
Cuando mis hijos, Brisa Estefanía, Luis Antonio y Carmen Lucía, eran niños, convertíamos palabras en cisnes que alzaban vuelo desde las hojas blancas de sus cuadernos y salían volando por la ventana que daba al patio de nuestro hogar; se posaban en los árboles, se comían las frutas y, por las noches, volvían al dibujo.
Naserepoema
En las selvas amazónicas existe un ave cuyo nombre científico es Ortix moxeño, así figura en la Enciclopedia mundial de aves y lagartijas del mundo contemporáneo, editada en París, Francia, en el año 1901. Los indios baure le dan el nombre de Naserepoema. Su vuelo es un eterno retorno. El pájaro prefiere repasar lo que ya ha visto y no alejarse de su territorio porque le gusta redescubrir lo recóndito en lo ya conocido; se dice que siempre encuentra algo nuevo, extraño, singular, entre los árboles y arroyos que sobrevuela cada tarde, una hora antes de los primeros celajes del crepúsculo. Es una especie muy rara, parece que tiene memoria y no le interesa adónde va, sino de dónde viene.
Ver a estos pájaros no es fácil, ya que su plumaje tiene el color del cielo y su pico el de las nubes, podemos confundirlo con una nube pasajera. Su imperceptible vuelo provoca una leve brisa que anuncia su descenso y, si queremos verlo, tenemos que mirar para atrás en vez de hacerlo para adelante. Quizá migrar para adentro.
Escribir
Escribir ave/vuelo/cielo y sentir que tus manos son alas. Escribir que cuando los ríos dejen de respirar, morirán las aves porque no tendrán peces. Escribir amor y no tener a nadie en tu mente. Escribir vacío y saber que es un espacio para ser llenado por la soledad o las palabras.
De ángeles y arcángeles
Según Paolo Lomazzo, visionario y pintor, en su libro Idea del tempio della pittura, escrito en 1590, los ángeles son: “imagen de Dios, manifestación de la luz escondida, espejo puro, maravilloso e inmaculado (…) una substancia intelectual, incorpórea, libre, inmortal por gracia (y no por naturaleza), siempre en movimiento, al servicio de Dios”. En mi pueblo amazónico, los ángeles son aves con semblante de humano, por eso los abuelos les decían hombres del cielo. En Los Andes, los arcángeles coloniales visten elegantes, con finas ropas que lucen brocados, casacas de terciopelo bordadas con hilos dorados, camisas de encajes, cintas de seda de varios colores, medias manchegas ajustadas, vistosos sombreros chambergos con tocados de plumas… ¡Tan femeninos! Y, sin embargo, portan truenos en las manos, sendos arcabuces; todo el conjunto parece ser más importante que las alas, las cuales apenas se distinguen. Parecen pavos reales antes que mensajeros de Dios.
¿Tienen nombres las aves?
Al igual que los seres humanos, las aves tienen los nombres que les imponemos. Algunos hermosos como colibrí/ urogallo/ halcón/ oropéndola/ búho/ eufonía/ golondrina/ tangara/ cotinga/ arasarí/ grulla/ flamenco/ cisne/ hoacín/ toropisco/ quetzal/ águila/ estornino/ ibis/ abubilla/ lofóforo/ turpial/ garza/ cóndor/ gaviota/ cigüeña/ aratinga/ calandria/ petrel/ vencejo/ zorzal y otros no tan bellos como monjita/ viudita/ loro hablador/ “bientefue” / “atrapamoscas” / “costurero” y miles más con los que la humanidad los ha bautizado en todos los idiomas de la Tierra. El día que logremos mirar la profundidad de los iris de un pájaro/ se revelará nuestro verdadero nombre/ tú le dirás el suyo/ sin saber de dónde nos vino tal epifanía.
Me encanto