JAVIER ALVARADO – RONDAS PARA UN NIÑO SÍNDROME DE DOWN Elí Urbinaseptiembre 3, 2020septiembre 3, 2020Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext Javier Alvarado (Panamá, 1982) Poeta. Ha obtenido premios nacionales e internacionales de poesía como el Ricardo Miró de Panamá. Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, Rubén Darío de Nicaragua, Nicolás Guillén, Medardo Ángel Silva a obra publicada. Accésit del Premio de poesía sobre discapacidad, María Fonellosa. Mención de Honor Casa de las Américas de Cuba y Mención Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo. Ha publicado dieciocho poemarios y dos antologías. Rondas para un niño Síndrome de Down Accésit IV CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA MARÍA FONELLOSA SOBRE DISCAPACIDAD Javier Alvarado (Panamá) Ronda de Sonetos La poeta se casó con el poeto Y en vez de tener un niño Tuvieron un soneto. Gloria Fuertes I Alegrías infantiles… Antonio Machado Fue la luz cerezal en aquel niño, Un astro que se pliega y que renace, Un cielo que se adviene y que ya nace, Esta guirnalda en ti, que ya me ciño. Especial eras pájaro o armiño, Blanda criatura que, ante el fuego, pace; Un dibujo de Dios que el sol dorace Y de tu amor fluvial, querer, me tiño. Llegaste gateando por el mundo Con los rasgos marcados de otros seres. Ojos hermosos, tiernos, liberados. Brazos, piernas flexibles al trasmundo Amado y tan amado, así cual eres Con diálogos sabidos y pautados. II Como un henchido vaso, traía el alma hecha Gabriela Mistral Todo se dio por tiempo y cromosoma En la fecundación y su estallido. Vino un ser diferente en su tañido, Arpegio de la vida y su genoma. ¿A dónde ese criterio de la poma? Este mirarte siempre enternecido. Despierto en tu pureza y ya dormido En el aletear de una paloma. Tú que con barcos de papel jugaste Y que miraste ansioso la piñata, Los otros invitados a la fiesta Un lenguaje que a todos nos forjaste Para pedir el agua y su fragata. Y era un vaso signado la respuesta. III La rosa en mi corazón. – ¿Y qué más? ¡Mi corazón en el tuyo! Juan Ramón Jiménez Tu flexibilidad, un atributo Que también nos dejó desconcertados. Cervatillos y potros desbocados Aparecían, prestos, al minuto. Los saludos de adiós que ya yo escruto; Unos puños abiertos y doblados, Tus mensajes de cuerpos arraigados A la ternura, siempre, en su tributo. Por años preferiste, abrir la hamaca; Contemplar la mañana con la tarde En estaciones secas y lluviosas. El lucero del agua que destaca, La quimera del campo que nos arde En recuerdos de noches silenciosas. IV … esperas que yo saque tu alma del silencio Federico García Lorca Mi madre contempló tu aprendizaje; Tu escritura de círculos y rayas, Vocales que pronuncias y subrayas Y oraciones que invocan al herbaje. Tu bandera fue luz en el izaje, Los colores del bosque y guacamayas Acertijos de mangos y papayas Fueron la paz del delta con su oleaje. Una acción para describir tu entorno, Una mímica y la necesidad De también dar amor, comunicarte; De señalar el viaje y su contorno; tu abrazo que es también eternidad, todas las rimas puras para amarte. V Tu sensibilidad al contemplar A nuestra abuela muerta en el pasillo Y señalar alegre el romerillo Y percibir la fragancia al despertar Como si ella estuviese en el regar De aquellas plantas vivas al visillo Que visitan la abeja, el cervatillo Y aves espirituales al volar. Siempre recordaré aquella escena Cuando temblaste alegre y la llamabas Y yo sin percibir la faz amada Tan bella, tan sagrada y tan serena Y tu don que inocente ya aceptabas De ver la dimensión por ti, dorada. VI Desperté de ser niño: nunca despiertes. Miguel Hernández A ti se destinó en celeste fronda El cántico de un down en alborozo, Un ángel que tuvimos con el gozo, Un río que te llame y te responda. Porque, aunque el ruido calle y ya se esconda Y no cante el brocal desde tu pozo Y te escriba rogando en un sollozo Que estos sonetos formen una ronda Para siempre arrullarte, niño mío, Con tus cuarenta nueve años alados Donde te contemplamos como el hielo Que se retira para dar sus flores Por las ramas y tallos perfumados Y crecer hacia Dios, con todo el cielo. RONDA PARA SOÑARTE, FLORECIDO Cierro los ojos y sueño Con el olor de un país Florecido para mí María Elena Walsh RONDA PARA UN NIÑO SÍNDROME DE DOWN A Dagoberto Carrizo Cedeño, a mi madre Janeth Díaz, A mis tíos Carmen y Yin, a madrina Lucy y a Kenia y a Judith Todos los días vuelvo a aquel niño Detenido en el tiempo. Cuida de las constelaciones Como si el polvo lunar estallara en nuestras conciencias. Su fragilidad vuelve a repetirse cuando terciábamos en el horizonte Una llamada de la lluvia y era la nostalgia, el pasaporte más inmediato. Nunca atrapó un pájaro Más los pájaros lo convocaron a que ejecutara el acordeón como si fuese un aleteo. Fue único y plausible como una lágrima, como una vuelta a casa. Dago vino con sus ojos rasgados a escudriñar el viento. Veía el sol declinar hasta su frente en los atardeceres de una hamaca. Lo arrullaron desde niño con todas las canciones del corotú llorón. Reía solo acunando panes y festines de alegría. A todos nos llamaba con otros nombres; Angái, Yaya, Bibí, Cacá, Umbú, Inguín, Inguita. ¿Cómo llamarte con tu propio nombre en tu lenguaje mismo? ¿Cómo descifrar aquellos temblores risorios o esos sueños De manito ocueño que habitaron tus días? Pero te has ido. Un niño síndrome de Down ha muerto. Hay gaviotas en torno al niño que jugaba con la hierba y traducía la página de escarcha. La música de las cigarras se ha apagado En el crepúsculo. Ya los pinos hablan de otros juegos. Los niños síndrome de Down tienen una ronda Para descifrar el mundo, la aurora entre los bosques, Un manojo de olas hasta encontrar la ternura En la dulcedumbre de una madre, en la entrega filial de una maestra. Del sur del arcoiris trajo sus gestos para crear un código idiomático: Los dedos doblando hacia la boca para describir el hambre, Un solo dedo enroscado para saborear La montura de un helado, Un soplo sobre el cuenco de la mano para proclamar la vaharada del café; En sus labios fluía claramente la clave polimórfica del agua: –Ía iaguaa. Ahora, hay Dago en este poema, un vaso rebosado para calmar tu sed. Facebook Twitter