JESÚS ZATÓN – SE CONTEMPLÓ A SÍ MISMO EL PENSAMIENTO


Presentamos seis poemas del poeta español Jesús Zatón (Ribabellosa, Álava, 1956) Zatón es licenciado en Bellas Artes y Catedrático de Dibujo, ha demostrado su interés por los ensayos históricos (en particular, relacionados con el esoterismo, los temas espirituales y todo cuanto contribuye a la elevación de la consciencia del ser humano) en obras como: Guía histórico-artística del CEI de Gijón (antigua Universidad Laboral), ed. Júcar, 1993; Zen en el arte, ed. Fundación Rosacruz, Valencia, 2007; Geometría Sagrada, Bases naturales, científicas y pitagóricas, ed. Fundación Rosacruz, Zaragoza, 2013; El Renacimiento Oculto, espiritualidad y esoterismo en el arte renacentista, ed. Fundación Rosacruz, Zaragoza, 2018; El Misterio de Jesucristo, ediciones Sapere Aude, Oviedo, 2020. A su labor investigadora cabe añadir su amplia producción como escritor de literatura infantil-juvenil, y su hacer como novelista y poeta, campo en el que podemos destacar su novela policiaca Círculo Hermeticum, ed. Apuleyo, Huelva, 2017, y sus poemarios: Prendida Senda, Clepsidra poesía, colectivo Multi-Media, Gijón, 1988; Jardín de ausencias, ed. Casa Eolo, Huesca, 2011; Pervivencia de la Palabra, ed. Ars Poética, Oviedo, 2018, Acaso también, un hombre, 2020 (inédito) Su obra ha sido editada en varias lenguas.
 
 
3 SONETOS
(Pervivencia de la Palabra, ediciones ARS POÉTICA, 2018, Oviedo, España)
 
 
ESAS FLAUTAS Y PÍFANOS DOLIENTES…
 
 
Esas flautas y pífanos dolientes,
las cítaras y su gemir crecido
¿son los llantos, o el eco embravecido
de náyades que claman en las fuentes?
 
¡Ronca el trueno, salta el rayo!, sátiros
y faunos con ansias lujuriosas
persiguen por los prados a las diosas
que esquivan sus abrazos. Los céfiros
 
ardientes soplan viento enardecido
sobre la floresta frondosa. Llega
Pan. Presto solicita los favores
 
de Cupido a las ninfas que han huido.
Danzan, ríen, y ninguna de ellas niega,
al dios de los rebaños, sus amores.
 
 
¿PUDO FIDIAS TRAZAR MÁS BELLA FRENTE…
 
 
¿Pudo Fidias trazar más bella frente,
o el escorzo fugaz de su arduo pecho
admite compararse con lo hecho
por artista pasado o del presente?
 
Su cuerpo, o laberinto, es el misterio
que invocan los adeptos e iniciados,
que pocos son los hombres exaltados
que sepan alcanzar su magisterio.
 
¡Oh, diosa o maga, “Trono”, Isis gentil,
¿por qué escapas de mí cuando te acosa
mi oculto y puro afán por adorarte?
 
¡Oh, diosa!, deja que mi alma servil
de tus senos ingiera generosa
el elixir alquímico del “Arte”.
 
 
SE CONTEMPLÓ A SÍ MISMO EL PENSAMIENTO
 
 
Se contempló a sí mismo el Pensamiento
total e inabarcable. Fragmentó
la Luz que Él mismo era y con luz creó
al Hombre, aliento de su igual aliento.
 
Es, en verdad, el hombre un dios que late
y en su propia creación sufre y habita,
que siendo claridad infinita
unido está al destino de un primate.
 
¿Por qué tu facción divina, a la opaca
densidad se aferra, por qué a esta tierra
y a este polvo tocado por la muerte?
 
Solo el olvido la ebriedad aplaca
y la terrible ausencia que soterra
la resurrección de tu rostro inerte.
 
 
 
3 POEMAS
(Acaso también, un hombre, 2020)
 
 
SOY EL ÁRBOL Y SU SOMBRA
 
 
Soy el árbol y su sombra
viviente y desgastada,
el pájaro que arropa con sus alas
los cautivos brotes de la rosa
y sus silencios, la luz
que vence en la mañana
la desnudez del cielo
y tiñe de blancura
las quimeras de los sueños,
 
la risa humedecida
de los peces y los niños,
la lluvia que arrastra, en turbios llantos,
las sombras aceradas del amor
y sus espejos,
el tiempo que, al morir,
trasciende los versos y la carne,
 
   acaso también, un hombre.
 
 
 
 
 
A UN VIEJO ESCRITOR OLVIDADO
 
 
Cerrabas cada noche 
las calles y los bares,
golpeando con tu prosa
instantes y estantes
donde bostezaban
los libros y las rosas.
 
Testigos de tu paso
son las mesas de los cafetines
que recorriste cada anochecer,
cuando la ciudad ya era latido
despoblado entre las sombras,
y las pendientes ardían de fiebre
y de premura.
 
Testigos de tu paso,
las furtivas lenguas de neón
sobre la frente,
y el cielo oscuro
de donde fuiste arrebatado
con loco desvarío,
como una estrella inútil, arrojada
a los contenedores del olvido.
 
Tú, viejo poeta,
que cegaste los ojos
sobre el brillo ceniciento de los libros,
e increpaste, con la sal amarga
de tus versos,
los suburbios por los que la ciudad
transita.
 
Tú, viejo poeta,
desde la soledad,
recortada por el humo y por las horas,
desde el precio de la carne
acordado con premura,
 
tú, viejo escritor olvidado,
si algún día estuviste
entre los hombres,
   hoy tu recuerdo ya es ceniza.
 
 
DESVELAN LOS FAROS DE LOS COCHES
 
 
Desvelan los faros de los coches
la hiriente anatomía de un árbol
asesinado  junto a  la carretera.
 
Ha desnudado el viento sus ramas
y violado el hacha, repetidas veces,
su corteza. Revela el tronco, ya de cerca,
las huellas del martirio,
y, en la parte baja, bien se aprecian
las heridas, sin cicatrizar,
de un corazón traspasado
por el furor de una flecha.
 
Como rúbrica,
los nombres, a cuchillo,
de los que fueran amantes.
 

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