John Gómez (Bucaramanga, Colombia 1988). Magíster en Filosofía y escritor. Director de la plataforma cultural Alter Vox Media, la Editorial Sátiro y la Librería Zarigüeya. Creador del «Certamen Nacional de Poesía Basura John Gómez». Perdedor en infinidad de concursos, premios y convocatorias literarias. Autor de XIII (2019), Baladas Baladíes (2020) Poemas para lidiar con uno mismo de madrugada (2021) y Máscaras (2021). Ha hecho parte de un montón de festivales y ferias del libro, detesta las mafias alrededor de las instituciones culturales y sueña con la llegada del fin del mundo.
EL FUTURO
I’ve seen the future, brother,
it is murder.
Leonard Cohen.
¿Cómo decirle a mi hija
que en Colombia es más fácil
que te mate el Estado
la policía
el crimen organizado
—o ambulatorio—
que publicar un libro
o ganarse un concurso literario,
que debería desconfiar
de sus amigos
su pareja
los comentarios de un desconocido
y preservar la vida
su alegría e inocencia
como si batallara con rabia
contra el mundo entero
constantemente,
que las corporaciones devastaron la tierra
y los bancos son dueños de todo lo que hay,
toda la guerra, la miseria y el dolor,
que antes de llegar a la adultez
deberá aprender a defenderse
a escapar
a sobrevivir
como sobreviven
21 millones de banderas rojas
en los ventanales de las casas,
con los sueños raídos
de quien se aferra a la luz
de una bomba molotov
o una veladora
o el beso de su madre,
y que ese es el futuro
que le espera?
Quizás lo mejor sea decirle que lo siento
pedirle que me perdone
por haberla condenado
a la vida.
El último en morir
por favor que apague la luz,
que salga de la ciudad gris,
que vaya a las montañas
y respire el aire frío de la niebla,
que se quede allí el día entero
contando pájaros,
sintiendo la lluvia caer,
que pruebe a contar también
cuantas casitas devora la hiedra
y le declame un par de poemas al eco,
que tararee una canción aprendida
en la niñez,
una copla o un refrán,
de esos que enseñan los abuelos,
y les pida perdón a los bichos,
a nombre nuestro.
Y por favor que apague la luz,
que cierre la puerta con cuidado
de una vez y para siempre.
NO TE CREAS POETA
No te creas poeta por llevar una vida bohemia,
por sentarte en los parques a fumar cigarrillos sin filtro,
porque reconozcas a Herman Hesse y a Julio Cortázar,
por haber empezado a leerte el Ulises, de Joyce,
porque compartas tu apartamento con tres gatos.
No te creas poeta por el hecho de escribir a máquina,
en una Remington a la que debas cambiarle la cinta,
por el fetiche de no alimentarte muy bien,
y enfermarte con alguna extraña dolencia,
por desnudarte una noche y aullarle a la luna,
porque en tu cuarto haya más botellas que muebles.
Y no lo creas si buscas los favores de una chica,
fastidiándola antes con tu dolor exagerado,
tú no eres el bastardo de un mundo incomprensible,
sólo eres el artífice de tu propio descontento.
Por eso, querido mío, no te creas poeta,
si pretendes serlo por aquellas fruslerías.
Dedícate a tu alquimia, entrégate a tus vórtices
y escribe, incansable, hasta que sangren los dedos.
Lo que menos importa es la forma en que vives.
Un poeta no sabe qué es ser sí mismo,
pues toda su alma se le va en cada verso.