JUSTYN SETTLES (Estados Unidos, 1988) es el director de Corvus Agencia Literaria y Cultural, además de ser traductor y poeta. Ha dedicado años al estudio del poder de la poesía para provocar revoluciones, derribar fronteras, y sanar el alma. Apasionado por la reforma migratoria y amante de los tatuajes, Justyn posee una maestría en teología y una licenciatura en poesía latinoamericana. Su obra más reciente, ‘El espectro del amor’, fue publicada en México por Alcorce Ediciones en 2023. En los últimos catorce años, ha residido entre Puebla, México, y Nicholasville, Kentucky, mientras sus dos gatos cuidan de su hogar.
LA BELLEZA DE NAUFRAGAR SOBRE TI
Tanto tiempo de conocerte
que creí haberme acostumbrado a la sensación
de navegar a la deriva en la sublime mar de tu belleza.
Pero cada vez que tu figura se alza ante mí,
el rugiente oleaje de tu sonrisa
me arrastra a las aguas profundas de tu mirada.
La marejada de tu pecho se estrella sobre mí,
Tus caderas voraces me envuelven en sus ondas por completo,
Mientras tus labios de agua salada inundan mis pulmones.
Me pierdo en las corrientes de tu ser,
Anhelo sumergirme en este exquisito abismo por siempre.
LAS ESTACIONES DE LA VIDA
No todos los árboles pierden sus hojas al mismo tiempo.
Hay algunos que luchan a través del otoño,
Como si nunca hubieran aprendido
Que la primavera siempre les fue prometida.
Se aferran a sus hojas,
Incluso cuando el beso gélido del invierno
Drena cualquier color que queda de su piel.
Creen que mientras más fuerte se sujetan,
Persiste la esperanza de que, algún día,
Las hojas puedan renacer.
No saben que esto no es un cuento de hadas.
Aquí, los muertos no vuelven a la vida tan fácilmente.
Desde mi ventana, veo a un roble
Que se arremolina valientemente
Sobre sus hojas marchitas,
Mientras la primera nevada del invierno
Amenaza con despojar a sus ramas de todo lo que ama.
Me reconforta saber que no soy el único
Que no reconoce cuando una temporada de la vida ha llegado a su fin ,
Que no se da cuenta de que es hora de soltar y comenzar de nuevo,
Que no puede ver que todo lo que sostiene en sus manos
Ya se ha muerto.
LO QUE EL UNIVERSO DICE
La vida es una charla eterna,
En la que Dios nos habla a través del universo
Más del 70% de la comunicación es no verbal
Por lo que debemos prestar atención a los detalles,
Manteniendo el corazón abierto,
Interpretando las señales sutiles,
Escuchando a Dios en nuestras vidas cotidianas.
Me encontré con una jacaranda que crecía
Entre una zarza de alambre de púas.
Las espinas de metal empalaron cruelmente
Los pétalos morados mientras caían al suelo,
Sin embargo, la jacaranda seguía creciendo,
La corteza de la jacaranda abrazaba al alambre,
Integrándolo poco a poco en su ser.
El miedo nunca puede sofocar completamente la vida,
La vida siempre encuentra su manera de florecer de nuevo.
Escuché la voz de Dios decirme que yo también
Tengo que aprender a absorber el mal en la vida
Para seguir creciendo como la jacaranda.
Me enteré de que la NASA publicó
Una nueva foto de un agujero negro supermasivo
Que se había desencadenado de su galaxia de origen.
El monstruoso agujero negro ahora surca el espacio
A una velocidad vertiginosa de 1.600 kilómetros por segundo
Devorando todas las planetas, estrellas, y galaxias a su paso.
Aunque el agujero negro voraz
Rasga una brecha en el tejido del universo,
Los restos de sus “comidas” forman atrás de él
Una estela colosal de 200.000 años luz de longitud,
Que átomo por átomo se fusiona en nebulosas de polvo cósmico,
Dando a luz a nuevos cuerpos celestiales.
Me reconfortaba saber que incluso
En los momentos más destructivos del universo,
Nada se pierde para siempre.
En medio del caos, Dios toma los fragmentos que quedan,
Los transforma en algo resplandeciente,
Usándolos para coser cicatrices de estrellas en el cielo.
Recibí una llamada de mi madre,
Hubo otro tiroteo en otra escuela.
La policía anunció que hasta el momento seis estudiantes habían muerto.
Incluso a la distancia, podía sentir el temblor de las manos de mi madre,
Mientras explicaba que el tiroteo ocurrió donde viven mis primos.
Pasamos el resto de la tarde revisando las noticias en línea,
Buscando cualquier señal de que nuestros familiares estuvieran a salvo.
Cuando mi tío llamó para decirnos que estaban en casa,
Ya había memorizado los nombres de todos los que murieron.
Los repasé una y otra vez porque esperaba desesperadamente
Que hubiera algún detalle que me hubiera perdido,
Alguna palabra oculta que Dios quisiera compartir,
Porque quería que ese momento también tuviera un significado.
A veces, por mucho que intentemos escuchar,
Una jacaranda creciendo en el campo es solo un arbol,
Un agujero negro corriendo por el cielo nocturno es solo un agujero,
Y un acto de violencia no tiene sentido.
En esos momentos absurdos
La lección no se puede encontrar
En descifrar las palabras exactas que Dios quiere decirnos,
Hay que ser suficiente saber que Dios nos habla,
Que no importa cómo ensamblamos las señales y sonidos,
Siempre logran deletrear,
“Sé que esto también duele,
Pero prometo que no te he olvidado.”