Laura Morgenthaler García | Pactos

LAURA MORGENTHALER GARCÍA (1979, Santa Cruz de Tenerife) es profesora titular de lingüística hispánica en la Universidad de Bochum, en Alemania. Licenciada en filología hispánica por la Universidad de La Laguna y doctora en lingüística por Universidad de Bremen, ha publicado más de una decena de libros y un gran número de artículos científicos en el ámbito de la sociolingüística. Es codirectora de la Revista de Estudios de Lingüística del Español, así como miembro del comité científico y editorial de diversas revistas del área. En 2022 publica el poemario La esfera intacta (Ediciones Carena); en septiembre de 2023 publica su segundo poemario Argentías (Valparaíso Ediciones). Es colaboradora de la Revista Trasdemar de Literaturas Insulares y ha publicado poemas en varias revistas literarias internacionales.

 

 

PACTOS

 

 

Yo firmé pactos con la esperanza.

La amarré entre mis costillas,

despacio la amarré,

con puntadas de circonita

fui haciéndole cavernas inteligentes

habitándola de astro

leyéndole caligrafías de futuro.

Y ella,

ella a cambio me brillaba.

 

Yo firmé pactos con la esperanza

en las fechas de los hoyos hondos y las alas frías

en la intermitencia del malquerer moledor

le juré las fidelidades

y ella,

ella a cambio me brillaba.

Fue mi mejor empresa

el pacto con la esperanza, digo

sosteniéndome con rúbrica de entrega

camino que me extiende,

determinación de los espacios.

 

Yo firmé pactos con la esperanza

los sellé a mi oxígeno

por recordar indudable que sin ella

se me encoje el mediastino

los resuellos se me aprietan

pierdo mesura lisa.

Yo firmé pactos con la esperanza

Días de hogueras y vida

candela espesa y total,

y ella,   ella a cambio me brilla.

 

 

 

 

Sal de Ítaca, Penélope, el mar también es tuyo.

Carmen Losa

HOY NO QUIERO SER PENÉLOPE

 

Hoy,

hoy resulta que no quiero ser Penélope.

Resulta,

resulta que hoy voy en búsqueda de la otra Ítaca,

siempre en navegación continua a mí misma

a los aljófares que se me estancaron bajo las olas.

Hoy,

hoy no quiero ser Penélope.

Ni hoy, ni ninguno de los otros días.

Tampoco mañana.

Ni en un año,

ni en los milenios abiertos en sigilo

porque hoy,

hoy ya soy.

 

 

 

LA FLOR LEÓNICA DEL HELIOTROPO

 

 

En tu pecho,

en tu pecho quise plantar un monte

y crecerte besos desde las hojas hasta tu boca

un monte que quedara en milenios de oxígeno y pájaros

que viviera lo que tú vives cuando me ahondas a ti

y me haces redondeles de entre-muslo.

 

En tu pecho,

en tu pecho quise plantar un monte

para luego escalarme a sus risas

hacerme un nido

recolectando el pelo que a ti te sobra y a mí me falta…

porque cuando tú llegas

avanzándome los prólogos de tu espacio pectoral

y sé que ese tiempo me es breve, restringido,

que así, así como vienes en segundos también te vas

incluso sin que haya tocado el epílogo de tu espacio pectoral

despidiéndose de mí

y yo te extrañe a priori,

te extrañe con mis piernas

antes, mucho antes ya de todos esos finales

que a mí me tocan contigo.

 

En tu pecho,

en tu pecho quise plantar un monte de siglos presenciales

regar semillas respiratorias

cortar luego los esquejes que te sobran

como si fueran soles que trasplantar en tus otros poros

y verte, verte ahí florecido de ti y de mis manos

follaje inmanente,

fronda,

ligamento ramificando el cielo.

Quise, quise plantarte y pasear tu monte,

limpiarte las brozas con las gotas de mi lengua

por si los zunzunes venían a beberte,

a hacerte ruidos rápidos de ala

recordándote la ligereza, sonrisa de tu isla.

 

En tu pecho, en tu pecho quise plantar un monte

para que te llovieran las abundancias

y me encontraras, cuando quisieras,

-solo cuando quisieras, digo-

viviendo en nuestra casa selvática

aguacero fértil,

noche que responde,

sombra de mis huecos,

fin último de tu placer en mí.

 

 

En tu pecho,

en tu pecho quise plantar un monte

sin saber que otra vez te habías ido a los futuros,

a esos tiempos dolientes en los que no te encuentro

allá de este único presente existente

en el que quedo así: llena toda de semillas.

 

Aquí me crece ahora el monte,

surgiendo por las espaldas

y entre la maleza,

ay, entre la maleza,

l a    f l o r      l e ó n i c a      d e l       h e l i o t r o p o.

 

 

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