LEDA QUINTANA RONDÓN – LA CASA UMBRÍA Elí Urbinajunio 20, 2021noviembre 4, 2021Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext Leda Quintana Rondón (Lima, Huasta, Yauyos) Educadora, poeta y mediadora de lectura. Es colaboradora del equipo latinoamericano “La primera vértebra”. Tiene amplia experiencia en proyectos de lectura y de escritura en el ámbito escolar. Es coautora de varios materiales educativos. Publicó, junto a un equipo pedagógico, el libro Escribir como lectores. Una comunidad que lee, conversa y escribe (Fundación SM-Colección Somos maestr@s, Comunidades letradas). Como poeta, ha participado en festivales de poesía como Chepén- Chepén (2016), Caravana de la Poesía (2017 -2019). Ha coordinado una muestra de poesía escrita por poetas peruanas de las últimas generaciones para la revista peruana de literatura y cultura Ínsula Barataria. Fue antologada el 2020 en La palabra como arma. Repensando el 8M de Lumpérica cartonera. Sus poemas han sido difundidos en algunas revistas impresas, blogs, mediatecas de poesía (La comparecencia infinita, Ojo Zurdo, Lenguaje Perú, entre otros). Su primer poemario La casa umbría se publicará este año en edición peruana y chilena. Poemas de “La Casa Umbría” de Leda Quintana Rondón EL PADRE Y SUS DOS HIJAS (i. m.) ¿Qué es lo leve? No mi cuerpo, no el cuerpo de mi padre: nos sostenemos en el aire con furiosos aletazos. Bruno Di Benedetto La niña le dice a la mujer ABRÁZALO hasta hacerte pequeña. Las manos del padre están heladas La niña se mira en los ojos de él Prende fósforos Recuerda el cuento leído en su casa de la Cordillera Negra Cuando la niña abrazaba el frío Otro frío Otros cerillos en Huasta Mientras granizaba. Las manos de su padre se llenan de calor Luego de frotarlas con las de su hija Ella lo cubre con una manta Y se cobija en su pecho Lo abraza hasta escuchar los latidos de su corazón. Los huesos del padre y de la hija arden se caen juntos de la silla el piso está lleno de excrementos «No más terapia para el dolor» ―suplica él a media voz «El dolor hay que vivirlo» ―advierte la Muerte que es Vida «El extremo dolor hay que paliarlo» ―sentencia la Vida que es Muerte El estómago cercenado del padre recuerda su trabajo de leer, escribir y editar palabras. Él y su hija maestra han escrito juntos algunos libros. El rostro de él ha vuelto a tener esa luz cetrina [el color más hermoso de la infancia de esa niña]. Un color que suda horas extras de trabajo y que carga en su espalda todas las noches a su niña y a sus hermanos. Afuera la sonrisa de nuevo Adentro pus «Ledita, te voy a contar algo que no le he contado a nadie» /Espasmos/ «Papá, curemos tu herida interior, aunque duela» «Soy fuerte, hija. No hay herida» Hasta ahora puedo ver tu frente cortada llena de sangre Como cuando tenía cuatro años. La salvación está en el vómito Dicen unos Extirpar el mal No esperemos modificarlo, dicen otros. Los psiquiatras y los oncólogos apuestan por las dosis exactas de medicamentos Las terapias alternativas sugieren desintoxicar el cuerpo y el alma Una crisis depurativa La extracción de las palabras no dichas [de las vidas no dichas] [de las vidas muertas]. La hija lee La extracción de la piedra de la locura Piensa en Flora cuando todavía no era Alejandra Quizás Alejandra sigue siendo Flora Cómo habrá sido su padre, su madre. Qué será mejor para curar la enfermedad familiar: El síndrome de la casa umbría del que nadie quiere hablar ¿La piedra podrá ser extraída, destruida, reconstruida? Los meses pasan Nadie quiere ver a la hija pequeña o grande Pegada al lecho del padre moribundo. Cuando todos los visitantes se han ido Y ya no hay fuerzas para sonreír La herida resplandece más fuerte que nunca La hija niña que lleva a cuestas a la hija grande Reaparece en el cuarto del padre hiende leda vaporoso tul La hija niña y la hija grande Abrazan juntas al padre que se resiste a morir luego todos caen en un pasadizo nebuloso. Son muchas las heridas… ¿La casa umbría podrá cobijarlas, desinfectarlas, cubrirlas de luz? ARTE DE NAVEGAR – Leda Quintana Rondón Arroja tus deseos en lo hondo Juan Ojeda A Martín, mi padre Estoy acostumbrada al ahogo Ovillada en mi cama Cargo mis piedras Quiero cerrar de una vez el poema que vivo Y no puedo. Esbozo con lágrimas que nadie ve Laberintos y caminos Sin norte Yo ahora escribo sin puntos cardinales. Canto desde el corazón de la piedra oscura que cargo allá arriba en Shilpas o en Chayara. Yo uno mi sueño con su sueño viajo hasta los pulmones de mi padre para llevarle el aire puro de Yauyos «Yo quiero comprender» Decía el adolescente yauyino recién llegado a Lima con fiebre y a punto de ahogarse. Su padre reaparece Le regala un reloj y una brújula. Mi otro abuelo es Wamani hace cantar al viento para curar al hijo enfermo Ñoqam lluksichisaq sinchi kanchariyta Mi abuela vende su única plancha intenta calmar la tormenta cocina para su hijo con el calor de su sangre le lleva libros y mapas. Mi padre Lee Viaja Respira Escribe Entierra Construye Destruye Navega Mi padre siembra la luz que prende esta mañana mi hijo el mismo fuego ancestral PARA INCENDIAR TODAS LAS CASAS UMBRÍAS El mismo fuego que abraza hoy su antigua niña Un nuevo Arte de Navegar. Facebook Twitter