MARGARITA PINTADO – LA DEVASTADORA CLARIDAD


Margarita Pintado (Puerto Rico) es poeta, editora y docente. Autora de los libros Ficción de venado (2012) y Una muchacha que se parece a mí (2016), ganador del premio de poesía otorgado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Es también coautora de la “novela bloguera” Ping-Pong Zuihitzu, junto al poeta cubano Lorenzo García Vega. Dirige el espacio de poesía Distrópika (www.distropika.com).
 
 
 
Ojo en celo
 
Para el ojo en celo
y en brote de sequía
 
el azul del cielo disgregado
en cada grano de arena
 
flamea en la retina
que finge y eyacula
 
sobre la orilla blanca
de una página
 
el sueño mojado
de un poema.
 
 
Espantar unos pájaros
 
Llego a la playa para espantar unos pájaros.
El aire azul me devuelve el recuerdo de tu rostro
limpio y humillado, como pidiendo perdón.
Mis ojos se acostumbran a la devastadora claridad.
Pretendo saber en dónde empieza el cielo
en dónde la tierra, en dónde nuestra historia.
 
No me alarmo cuando el horizonte se desprende
cuando corroboro que levita mirando con horror
hacia el barranco de agua y luz que lo define.
 
Pero yo he llegado hasta aquí para espantar
unos pájaros, y acaso tu rostro, el recuerdo
de tus ojos y unos pájaros. Sus graznidos
de sal y de azul picoteándome el vestido imaginario
que me pongo cuando ——– i s l o ——–
cuando desdibujo mi costa ya lejana, tu costado
ya desierto, mientras sigo espantando siempre
los mismos pájaros en una playa color azul helado
retirándole el pan al recuerdo de tus ojos, variación
de pájaro silente
desolada
he seguido, separando la paja del trigo, la ola
de la espuma, la visión de la retina
para verme sin espejos, rota pero íntegra
iluminada por la contundencia fabricada
de un reflejo.
 

De las estatuas
 
Deseo ser estatua.
Y que se enamoren de mí.
Que escriban versos de cómo
mis formas atraviesan
el dolor del tiempo. De cómo
el sudor de la noche se acuesta
en mis hombros. De cómo
me lleno de una oscura porosidad
de ojos cerrados, de brisa mojada
del llanto de una estrella, de cielo, de risa,
de mar.
 
   
Bosquejo del llover
         
El bosque. Decir el bosque. Proponer una música. Tallar la brisa.
Ver un paisaje. Ver llover. Sin lluvia, pero con llover.
Con ese llover que siempre ocurre cuando lenta, suave,
tan hecha de minúsculos trozos de un aire que no pesa,
me digo que veo llover. Me lo repito, junto a la ventana,
que va a llover. Que voy a ver llover.
Avanzar la idea de la lluvia antes de que. El aguacero siembre
todas sus dudas.
Lloverse sobre el llover. Dejarse llover.
 
Ver llover. Decir que veo llover.
Hasta que llueva.
Hasta que lluvia.
Hasta que.
Hasta.
 
 
Orden
 
Todo está en orden.
 
La mesa con sus libros
los vasos, sus círculos
mojados. El vacío,
 
las ideas y los platos.
 
No sé qué día es
pero hoy me inventé
tres palabras
 
para bloquear
el sentimiento
y estar
 
viva.
 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *