Maria Borio | El trigo creció en los labios

Maria Borio (1985) poeta y ensayista italiana. Publicó los libros de poesía Trasparenza (“Lyra giovani”, Interlinea 2019), L’altro limite (Pordenonelegge, LietoColle 2017), la colección Vite unite en el XII Cuaderno de poesía italiana contemporánea (Marcos y Marcos 2015), los ensayos Satura. Da Montale alla lirica contemporanea (Serra 2013) y Poetiche e individui. La poesia italiana dal 1970 al 2000 (Marsilio 2018). También es la encargada de la sección poesía de la revista Nuovi Argomenti. Participó en diversos festivales internacionales, entre los cuales se encuentran: el FILL (Londres), el Festival de poesía y escritura de Madrid, el Festival Internacional de Poesía de Rosario. Sus poesías fueron traducidas al inglés, francés, español, portugués, rumano, griego y chino. En la actualidad está en curso una traducción al español y portugués de sus libros y está trabajado en un proyecto bilingüe italiano-alemán. Ganó los siguientes premios: Maconi, el Fiumicino Opera Prima, el Jacopone da Todi. Ha sido finalista de los premios Cetonaverde, Fogazzaro, entre otros, y ha recibido una mención especial del premio Pagliarani. Los poemas seleccionados pertenecen a su libro Dal deserto rosso (Stampa, 2021) y las versiones en español son del poeta peruano Elí Urbina.

 

 

 

 

In un sonno lunghissimo, mentre il silenzio intorno

alla zona rossa si allarga, ho sognato di essere un delfino

che risaliva il Rio delle Amazzoni, entrava in una vena

segreta e alla bocca del Tevere tornava, affondava, apriva

le onde nell’Hudson, nel Reno roteava. La sorgente

del Tamigi e la baia di Wellington erano affluenti,

di corso in corso la forza del mare si allenava,

il Fiume Giallo riscaldava la Neva, e su zattere di pino

i morti scomparivano, nudi, e sentivo freddo ma c’erano

le stelle, perché nello spazio bruciano ma non riscaldano,

e potevo toccarle senza morire. Ho sognato tanti corpi,

i codici, i caratteri, la logica del profitto ancora impressi

nelle rughe. Poi c’era una cosa più lontana, una scintilla,

un volto, un sogno lucido: il cambiamento? Il delfino salta

molto più del perimetro di una zattera, ogni secondo.

 

 

 

 

En un sueño muy extenso, mientras el silencio en los extramuros

de la zona escarlata se agiganta, soñé que yo era un delfín

que remontando las aguas del río Amazonas, entraba en una vena

secreta y en la desembocadura del Tíber retornaba, se hundía, abría

las olas en el Hudson y en el Rin sin pausa se arremolinaba. La fuente

del Támesis y la bahía de Wellington entregaban sus aguas torrentosas,

de rumbo en rumbo la potencia del mar se entrenaba,

el Río Amarillo calentaba al gélido Nevá, y en balsas de pino

desaparecieron los muertos, desnudos, y entonces conocí el frio, pero ahí estaban

las estrellas, porque en el espacio arden aun cuando no calientan,

y pude tocarlas sin morir. Soñé con tantos cuerpos,

códigos, personajes, la lógica del lucro todavía impresa

en hondas arrugas. Entonces hubo algo, algo aún más lejano, una chispa,

un rostro, un sueño penetrante: ¿el cambio? El salto del delfín

sobrepasa el perímetro de una balsa, cada segundo.

 

 

***

 

 

Lei andava in una notte bianca, le porte

automatiche dei negozi si aprivano,

le cellule fotosensibili la riconoscevano,

dall’alto i led rossi espandevano la faccia.

Lei camminava in una forma nera, vuota –

dove è stata, dove sarà, l’acqua ora che scende

nella doccia, in un transfert autoindotto,

memoria di cose comprate, plastica, parole –

le persone, quante sono, si toccano? –, lei che scivola

in un linguaggio inesistente millimetro per millimetro

scorre nel cortocircuito: ha spento la casa, la collina,

i fari delle auto, i cani ti cercano – inodore e insapore.

Esce bagnata, beve un bicchiere. Cosa da niente:

quando ha incontrato qualcuno per amicizia? Ti scrivo

a piedi nudi, la nuca fredda. Lei è la luna, e sola.

 

 

 

 

Ella se marchó en una noche clara, las puertas

automáticas de los negocios se iban abriendo,

las células fotosensibles la reconocían

y desde lo alto, los leds rojos dilataban su cara.

Su caminar era tan oscuro y tan vacío.

¿Dónde estuvo y dónde estará ahora que se hunde

en la ducha, en una entrega autoinducida,

memoria de cosas comerciadas, plástico y palabras

y cuánta gente toca? Ella resbala

en un idioma inexistente y milímetro a milímetro

fluye en un cortocircuito: está cerrada la casa, la colina,

los faros de los coches, los perros buscan ya sin olor y sin sabor.

Sal mojada y bebe una copa. Oh nimiedad, ¿cuándo conociste

a alguien por amistad? Te escribo a ti con el pie desnudo

y con la nuca fría. Ella es la luna y la circunda la soledad.

 

 

***

 

 

 

La stanza è un eden selvatico. Ti scrivo?

Non so dove cresce il grano. Nell’aria di aprile

una forma, il campo in lontananza, le labbra.

Ma com’era la bocca sulla pancia, le punte

si piegavano nell’inguine? Il grano cresceva

sulle labbra, verde, minerale, denso – dico

altro? Non ho, non io, non sento – cerco

la schiena, stringo le ginocchia: cosa salva

le persone autentiche? Desideri un mondo

verde, minerale, denso – chiedi solo cura?

Allora ascolta aprile, ovunque, com’è caldo,

pazzo, violento, rimuovi ogni mancanza.

Resisti a occhi chiusi, non respirare, pensa

un deserto… non me, non ho, non sento

il grano fuori nel vuoto che lotta immobile.

 

 

 

 

La habitación es un frondoso paraíso. ¿Te escribo?

No sé dónde nace el trigo. En el aire de abril

una forma, aquel campo en lontananza, ciertos labios.

Pero ¿cómo yacía la boca en el vientre y la lengua

arqueada en la entrepierna? El trigo creció

en los labios, verde, mineral y tan espeso – digo

¿otro? No tengo, yo no, no siento – busco

la espalda y aprieto las rodillas: ¿qué salva

a las almas auténticas? Deseas un mundo

verde, mineral y tan espeso, ¿solo pides cuidado?

Entonces oye lo que dice abril, el calor que impera,

loco y violento, destierra todas las ausencias.

Resiste con los ojos cerrados, no respires, piensa

en un desierto … no, no tengo, yo no siento

aquel grano en el vacío que lucha inmóvil.

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