SALVADOR MECALCO VALLE – LA OTRA HISTORIA Elí Urbinaenero 7, 2021enero 7, 2021Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext Salvador Mecalco Valle (Ciudad de México, 1989). Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM). Actualmente prepara una tesis de licenciatura sobre las escuelas helenísticas. Forma parte del equipo editorial de la revista Campos de Plumas. Participó en el Encuentro de Escritores Jóvenes de la UAM 2019. Poemas suyos han sido publicados en distintos medios digitales. Y de aquel lugar a este momento Y de aquel lugar a este momento llegamos a la hora marcada cuando te vistes y olvidas cuando seseas como víbora te haces tan larga como un segundo o una hora En instantes te rompes y me cortas las manos Sigo agitado y estoy cansado el sudor se evapora Este mal tiempo no se condensa y andamos con el cuerpo agrietado Ahora somos piedras y más vale hacer mención que no estamos a orillas del Vesubio. Calígula Desde sus inicios el mar se traga la playa, pero hace unos siglos las olas buscan al criminal que secuestró sus conchas después de una cruel batalla. La otra historia La costa brilla como la plata y en el aire flota la nave. Reclamas tu lugar en el lecho mientras sangran los galanes. Ahora vas con ella, le extiendes los brazos. Delante, el lecho de diez años. La alcoba presencia la otra sangre, la que engendra. A su lado, mientras duermes, observas su espalda húmeda; te sientes muerto. Los tiernos besos, los abrazos, el vaporoso sudor de los dedos, aquellos sexos consumidos que destejieron soledades te parecen ahora imaginarios. Estás agotado en el tiempo, en la batalla, en el mar, en otras tierras… Tan frágil la vida, tan placentera, como beber licores o vino. Entre más lleno el vaso más rápido debiera ser el trago. Pero ahora ella duerme, así como toda Troya. Cierra tus parpados, descansa. Libre de tu función de bestia el mundo es más sencillo. Pronto amanecerá la brisa marina se elevará y traerá consigo a todos tus muertos. Amanece adentro Con mis manos me arranco los ojos, a tientas pongo las rodillas en el piso y el dolor se escurre entre quejidos. Regreso al lenguaje primitivo. Instalado en la oscuridad profunda de mis adentros, lejos de la visión de los vencidos, me deleito con la lengua, mis miembros, mi nariz y mis oídos… Ojalá que algún día, en las festividades de la carne y la fantasía, nazca la posibilidad de alcanzar aquello que prevalece, allí donde no lastima la luz. Sólo el ruido del viento y del mar traen consigo las edades de la tierra Facebook Twitter
En verdad, es un orgullo que poetas jóvenes se estén descubriendo.