SILVIA GOLDMAN es poeta, docente e investigadora. Ha participado en diversas antologías como Llama de amor viva: XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Antología en homenaje a San Juan de la Cruz, 2019), Árbol de Alejandra y Poeta en Nueva York: Poetas de tierra y luna. Sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, portugés, árabe, bengalí y hebreo. Publicó los libros Cinco movimientos del llanto (Hermes Criollo), De los peces la sed, (Pandora Lobo Estepario), miedo (Axiara ediciones) y árbol y otras ansiedades (Isla Negra). En 2020 obtuvo un accésit en el Premio de Poesía FILLT 2020, asimismo, fue finalista del VI y VII Premio Internacional de poesía “Pilar Fernández Labrador”, y del Premio Internacional de Poesía “Paralelo Cero 2020”. Es doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de Brown y enseña en la Universidad de DePaul en Chicago. Es miembro de la plataforma cultural Contratiempo.
diccionario
hay un diccionario que intenta definir un sentimiento
como si se tratara de una casa
entra en la casa y observa las vigas
las imagina en el piso
en la piel que aplastarían
quiero decir que hay un diccionario
cuya definición de un sentimiento
es una casa y la imaginación de su derrumbe
quiero escribir que el derrumbe coincide
con el levantamiento de la casa
en algún punto durante la imaginación
quiero escribir un sentimiento que sea su imaginación
antes de derrumbarse
lo que podría pasar con el adentro cuando la casa esté afuera
para saber cuándo entrar
(inédito)
roles
I
mi madre es el padre de mis hijos
la única zona que hay
es una parte del lenguaje que alcanza mi mano
abajo de las sábanas
en los otros cuartos están las partes
que no conozco
que son todas la partes de mí con las que no nací
el padre de mi madre no sabe cómo mirar el sol
sin cerrar su ojo izquierdo
baja del resplandor casi llorando
eso lo heredé yo en el derecho
a la cara de mi padre puedo ir sólo con los ojos cerrados
II
para llevarme la mano de mi madre a la cara
no tengo que conocer a mi madre
tengo que encontrar mi cara y llevarla
hasta donde creo que está la mano de mi madre
si la mano de mi madre no está
no voy
(inédito)
Marosa
A Marosa di Giorgio
cuando Marosa era yo no era Marosa
le ponía hongos a los panes para que no asesinaran
cuando yo era yo no era Marosa
no tenía hongos ni panes
ni confites por donde pasara el talón solo de mi sombra
cuando yo era Marosa no era yo partía con los trenes la mitad de cualquier cosa
a la que entraba
hacía citas en los bosques y colgaba de las ramas igualdades
cuando Marosa era yo no era Marosa escribía del bosque y de la separación de Marosa en el lenguaje
había una tragedia en cada letra y saboreaba la humedad para no decir altura
Alfonsina y Chavela venían a veces a constatar que yo era Marosa porque escribía como ella
aunque no me parecía a Marosa
a veces venía también una falena que se posaba sobre mí y nos convencía a mí y a ellas de que las tres
éramos Marosa
entonces nos llevaba por el borde doméstico de una hoja de cuya fiesta caía la amistad
en la alacena de los Medici prestábamos la gracia al desamparo y con ganas de algo más subíamos las
lenguas a los platos
subían también algunos bebés que arañaban nuestras puntas
cuando yo no era Marosa era yo y Alfonsina y Chavela no eran yo ni Marosa eran ellas sacábamos
libretitas para prestarnos la metáfora
bajo el silencio ondulado situábamos el ruido de los otros y forjábamos desapariciones que hacíamos
temblar
nosotras también temblábamos
cuando yo era yo ya sin Marosa, ponía comas entre las palabras, no era por cariño,
sino para llorar a Marosa en varias camas, para esperar que Marosa
pasara por mi duelo y yo, por el duelo de Marosa, pero me nacía una madre,
y luego se me moría en la parte trasera de la mano, y era como entrar en ese temporal donde yo, ya no
esperaba a Marosa, ni Marosa me esperaba
Chavela y Alfonsina sí me esperaban, hacían pausas, que eran equilibrios hasta el pasto,
cuando nos fuimos las tres ya sin Marosa, nos subimos a un árbol
de cuyas extremidades salían tigres, iban camino a la tertulia, nosotras los quisimos casar o cazar,
ellos se dieron cuenta y comenzaron a huir, definitivos,
pero nosotras fuimos más, definitivas, y les lanzamos un tul que venía desde adentro,
y que iba a ser todo blanco, como el futuro, o los vidrios vírgenes de una plegaria,
entonces más, definitivos que nunca, ellos llegaron, nosotras nos masturbamos, en definitiva,
también llegamos
(de miedo, Axiara editores 2020)
Margaritas
¿has pensando en la tristeza en su cancha de luz
en el agua que deja en la pelota?
¿has traído hasta acá el hecho y se te ha hecho difícil bajar?
¿lo llevaste hacia el lado izquierdo cuando lo que querías
era ponerlo adentro de lo único?
¿has pensado en matar a tus hijos como lo hizo Hiromi Ito
y has dejado arriba de ese pensamiento un vasito?
¿has pensado en que esa boca puede ser tan íntima
como cruzar tu cara?
¿has pensado en que no es una boca si está en tu cara?
¿hay una palabra que sustituya para vos
el pensamiento del hambre
la decisión de no comer?
¿te has besado las muñecas para estar menos sola que vos
más cerca de qué?
¿has vuelto a decir lilas cuando pensaste en margaritas
y se las diste a los chanchos?
¿reuniste dos pelotas y una se te cayó?
¿se te hizo difícil bajar?
¿se te hizo?
(inédito)
Excelente aportación al deleite y conciencia de lo indiscutiblemente emocionante y transformador: la belleza del parto de la palabra.