ADRIANA GONZALEZ PASCACIO, de Tixtla de Guerrero, México, rebuscando posibilidades de expresión y en la reinvención diaria, escribiendo desde su posición como humana aprendiza de todo, plasma las identidades de sus ideas y vivencias, encontrando por fin una voz propia desde su historicidad. En la docencia profesionalmente, hoy, empujando el lápiz, con el fin de entender, de entenderse y compartirlo.
ANTIPSICÓTICO.
Lanquidity de fondo por Sun Ra,
me hace cranear profunda y negativamente sobre mi especie,
incluyéndome.
Detesto las sensaciones espesas y difíciles de transitar.
Tránsito de alerta,
se degenera mi membrana ocular.
No recordaba la cruda simpleza
con la que la hueste de la crueldad,
se deshace de lo que no entiende,
para lo que no se está preparado
ni se quiere preparar.
Será eso, o la falsa percepción que tengo de las interacciones.
Saben a humanidad
las simplificaciones
del tiempo,
sobre un pedazo de materia herrada,
sonoros cantos de un ave descarnada,
desterrada, como yo, como hoy, como siempre.
Jaguares detrás, naturaleza falsa, plástica, inerte.
Estábamos dementes.
Era consiente que la vida nos pondría de frente
solo por un segundo,
una milésima de nuestro vívido presente.
¡Ah!, el dolor de la insuficiencia crónica, genérica,
de la que padezco desde que el sol tocó mis huesos,
mis nervios, mi tez.
La última estocada para el fin preciso,
de un proceso de indecisos pero fulminantes inicios.
Sardónicas vistas entre ambas aristas
que se escurren sobre la urdimbre de metal,
otra cosa tenía prevista,
no te encontraba hasta que te diste final.
Hay encuentros inesperados, inexorables, irrepetibles.
Los seres más inestables,
tratamos de no ser tangibles.
Pienso. Repienso.
No castigo entonces las reacciones humanas,
vengo de una misma misantropía,
que quizá las causa
y nos llevan a donde por alguna razón debemos ir,
para aprender,
para entender,
para doler,
para existir,
para que nos duela,
para sentir
la presencia fría,
de un posible nunca,
de la posible sorpresa,
de lo que nos asusta y de lo que nos apresa.
No puedo más sobre este telar rojo,
los caminos evolutivos llevan su buen tiempo.
Ave que engulló mis ojos,
seguirá trinando posada en ti,
ya no tengo más aliento
ni te quiero descubrir.
Alega de más tu proceder,
y no tememos al porvenir.
Alegría de no verte ser,
indicio de un notable germinado,
¿se empezará a florecer?
Así empieza un desenlace continuado.
AQUÍ.
Sintiendo el hálito de este orbe, percibo como el tiempo corre
salpicando ideas inquietas que fulguran como estrellas, desde mi cielo discorde.
Deserto de un plano ufano, del desdén en la humanidad carcunda
quién llega e invade con vanos
deseos, afanes, ambiciones devotas de una fantasía casi incorrupta.
Claridades ocultas que no lograba divisar
¿Y qué es lo recóndito que no atinaba observar?
Es la gran multitud de diversos encuentros
personales y reflexos, que vienen de propios ecos
que luchan por salir de estar cubiertos
de carencias y falsedades,
dan la cara para enfrentarse, para toparse en lo consecuente
y abrazarse en lugar de ahogarse, a plenitud de la misma vida
todo en virtud de armonía, confiando en su pleno efecto
que cada vez más convexo, avanza y aumenta su espectro.
Pero cómo entiendo, si no les conozco
cómo me reconcilio con alborozo, con lo que no puedo sacar
con lo que cada tanto, me amenaza con matar.
Observo callada, veo una consciencia drenada
bajo un fuerte efecto de influencias que, en concreto,
te hacen sentir el todo y la nada, una vez despierto.
Porque encararse consigo mismo; con el pasado, con los abismos
con realidades que se perciben, como vértices inamovibles,
parece no ser accesible.
Pues los dolores van emanando, uno a uno voy enunciado
me voy topando con mis quebrantos y al ligero esbozo de llanto,
entonces me encuentro libre, tratando de sentirme plena,
con la consideración amena, que este proceso será en cadena.
Concatenar cada vivir, que se ha mantenido febril
darles paso a verse, aunque eso signifique roerse
al exponerlos van a reconocerse,
favorables y nocivos, erguidos van a rehacerse.
Dejan una sutil seda, de que cohabitan contigo
ayudan a construir un andamiaje
de tus momentáneas creencias
que, siendo parte de este viaje, van mudándose a la incongruencia.
Por fin las vas transitando, viendo que estás cambiando,
que estás vibrando en sintonía como tu adepto,
estrechando tus conceptos,
navegando tu podredumbre
pero aumentando la costumbre de reflexionar a fondo,
lo que surge en lo hondo de ese ser atestado
de memorias y antagonías
que va moldeando para la vida
causando puntos de partida
de catarsis postergadas
y momentos que permitan
sanar puntas encarnadas.
Es más difícil de lo que suena trabajar por una vida plena,
hay mucho que soltar, buscas evitar,
tienes que gestionar.
Por la salud de los procesos
te propones avanzar, retrocedes para impulsar
y es en espiral tu ideal para caminar.
Finalmente regreso a mi presente
¿Qué tan factible es que la mente te aliente?
A no quedarte con lo que veas, a proponerte esos “delirios”
de deconstrucción que conllevan a moverte, a no sentarte
a objetar lo que cimentaste y te das cuenta que esto es eterno, es infinito
por el mero gusto de un: existo.
Suelto las armas mortales de dejar castigarme en rituales
y veo menos distante no perturbar mi consciencia
honrando a mi ascendencia en sus haceres brutales
para poder eximir su presencia.
Sin cuidar la apariencia,
me veía entre nubes de displicencia
ahora veo el mundo con la certeza
que mis pensares y mis vivires
fortalecen mi experiencia
que se nutre del cambio mutuo
y al contacto no lo discuto.
A pesar de no ver sus frutos, entiendo que están madurando
intento quedarme por gusto, espero cosechar andando.
Aquí me quedo, aquí respiro,
aquí practico, aquí cultivo.
Aquí convergen mis insistencias
aquí subyace mi resistencia.
NARANJA.
La nebulosa gaita sonora al fondo, me erizó con una comodidad total,
un cálido bienvenir del aroma,
me condenó brutalmente a buscar entre las raíces de mi mente
tus cejas, tu nariz.
Con la vaga idea de que esto nunca pasó
revuelo de regreso
entre tus uñas
en un aire que me sahumó.
En la degenerada y atípica voz de mi superyó
mi vapor no se elevó.
Se estancó, se quedó
Y se disipó.
Eufonías inenarrables
departían en nuestros acercamientos,
eras lo que, en sueños no avistados,
me retaba a buscarte en este plano
pero los que nos entrecruzan,
simplemente a alejarnos.
Dosis bien medidas,
goteros de agonía
disfrazada de admiración
con toda la intención
accedí a petición.
En las insurrectas y erguidas ramas
de la decisión
fue mi armazón
la que desarmó mi pulsión.
Remembrando la actitud de coincidencias
la amplitud de esencias,
tu elevada forma
me deformaba
me enseñaba, me respiraba.
Y atestiguando
seres de nada,
agitaba mi bandera blanca
ante la gran mirada
de tu plenitud amorfa,
sin consistencia
sin lisonja
me declaraba la paz
removiendo lo mordaz,
dispuesta a somatizar
mis sensaciones estoicas.
La complejidad que es vivida
al interrumpir interacciones,
sin ni una o más explicaciones
se ve atravesada por la travesía
de estar, de ser.
¿Acaso estás?
¿Acaso estoy?
Eres y soy.
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