Nacido en el Estado de México en el año 2000, OUALI SAMIR BELKACEMI ESTRADA (ZARCO) es un artista interdisciplinario y egresado de la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas (Facultad de Filosofía y Letras, UNAM). Enfocado en el pensamiento poético y la teoría crítica de la antropología contemporánea, su obra se presenta como la búsqueda de una identidad más allá de los bienes de consumo y como una oposición a las dinámicas sociales arraigadas en los principios utilitarios del mercado. Ganador de la “Convocatoria de Literatura Visceral 2022”, ha sido publicado por la revista argentina Extrañas Noches y la revista estadounidense Oracular Studios número II. Su perspectiva como poeta se ha cimentado de la experiencia con otras disciplinas como la danza contemporánea, la actuación, la cinematografía y la pintura, y sus mayores influencias son la poesía árabe clásica y las obra de Enrique Lihn, Clarice Lispector, César Vallejo, Raymond Carver y William Carlos Williams.
Ícaro uno
Camino a través del desierto de Rub al-Jali.
Llevo una camisa; es azul marino y de seda,
y sabe flotar a la par del viento.
Un cúmulo de arena golpea al keffiyeh
de tal manera que consigo sentir en mi cara
la débil embestida de un cuerpo ligero y blando.
Las montañas de granito se me presentan
con la familiaridad de cierto lenguaje sensitivo
que reconozco como propio.
Montañas, aceptenme como una de ustedes
que yo también soy excesivo. Tengo pruebas.
Llevo conmigo un objeto secreto que he
envuelto en harapos:
he exhumado
los restos de Ícaro
y robado su calavera de aviador
para colocarla sobre la mía.
Desprendido de todo reino
me acuesto en el terso colchón
de plumas y cera que se formó
hace siglos: materia coagulada
de sus alas caídas.
Y cuando miro tras el filtro de sus cuencas
consigo observar al sol tan cerca
como él pudo antes del desplome.
Entonces emerge desde
el pantano centelleante
de mi profunda pulpa
aquel torrencial entendimiento
del por qué cantan los pájaros,
del por qué ladran los perros,
del por qué los espasmos en la tierra,
del por qué los plantíos
aprendieron a amar por medio
de su hipnótica ondulancia,
del por qué se prolongan
los barbáricos cíclos de violencia,
y de todo aquello que el océano
le esconde a las ciudades.
Días pasados e irrespirables
en que antes me deshacía
en vómito
son hoy los mismos
en que deseo volar
directo al sol.
Diminuto automóvil
Dices que extrañas oleadas de cal
estorban al paisaje verdadero:
miras mis ojos pero no me reconoces en ellos.
Reina leprosa, si escondo los espejos de mi casa
es porque tampoco yo consigo hacerlo.
Alcanzas a distinguir un agudo destello
eyectado desde el fondo de mi pupila.
Me sostienes los párpados para observar con claridad
y tardas en identificar un diminuto automóvil.
Las ventanas del vehículo son antibalas,
inmunes a todo empeño.
Agarro lo que tengo a la mano y las golpeo.
A veces, del otro lado de las ventanas
también hay alguien golpeando.
Después no pasa nada.
Al fin sabes en dónde estoy: me encuentro
muchos kilómetros hacia adentro.
Siempre ha habido una criatura que me jala,
que me interna a rastras dentro de un entramado
vertebrado y omnipresente, exclusivo y convicto.
Voy en un diminuto automóvil
y he tirado por la ventana la totalidad de los mapas.
Ya sabes. Los mapas geográficos, climáticos,
topográficos, náuticos pero especialmente
los mapas personales de mi alma e historia.
Los he tirado por la ventana
y los he tirado porque estoy cansado de tan sólo
actuar como un periodista de mi propia historia:
entrevistas a conocidos que no dejo de considerar
desconocidos;
preguntas acerca de ese hombre que soy yo mismo.
Me encuentro
muchos kilómetros hacia adentro.
Voy en auto y he arrojado por la ventana
la totalidad de los mapas.
Observo paisajes coralinos
en crítica tensión tectónica.
Mi cariñoso mirar es rascacielos.
Mi renunciante mirar es rascacielos.
Mi huérfana rabia es rascacielos.
Y acelero
y acelero
y acelero
y acelero.
Ver figura
El mundo sólo es una palabra que
pesa trillones de toneladas. *Ver fig. 1.
El mundo sólo es un fósil con
problemas de niño. *Ver fig. 2.
El mundo sólo es la única
piedra húmeda en donde podría
encontrarte. *Ver fig. 3.
Fig. 1. El mundo soy.
Fig. 2. El mundo soy.
Fig. 3. El mundo soy.
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