89. Año 9: Nueva Época | OUALI SAMIR BELKACEMI ESTRADA | Ícaro uno

Nacido en el Estado de México en el año 2000, OUALI SAMIR BELKACEMI ESTRADA (ZARCO) es un artista interdisciplinario y egresado de la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas (Facultad de Filosofía y Letras, UNAM). Enfocado en el pensamiento poético y la teoría crítica de la antropología contemporánea, su obra se presenta como la búsqueda de una identidad más allá de los bienes de consumo y como una oposición a las dinámicas sociales arraigadas en los principios utilitarios del mercado. Ganador de la “Convocatoria de Literatura Visceral 2022”, ha sido publicado por la revista argentina Extrañas Noches y la revista estadounidense Oracular Studios número II. Su perspectiva como poeta se ha cimentado de la experiencia con otras disciplinas como la danza contemporánea, la actuación, la cinematografía y la pintura, y sus mayores influencias son la poesía árabe clásica y las obra de Enrique Lihn, Clarice Lispector, César Vallejo, Raymond Carver y William Carlos Williams.

 

 

 

Ícaro uno

 

 

Camino a través del desierto de Rub al-Jali.

Llevo una camisa; es azul marino y de seda,

y sabe flotar a la par del viento.

 

Un cúmulo de arena golpea al keffiyeh

de tal manera que consigo sentir en mi cara

la débil embestida de un cuerpo ligero y blando.

 

Las montañas de granito se me presentan

con la familiaridad de cierto lenguaje sensitivo

que reconozco como propio.

Montañas, aceptenme como una de ustedes

que yo también soy excesivo. Tengo pruebas.

 

Llevo conmigo un objeto secreto que he

envuelto en harapos:

 

he exhumado

los restos de Ícaro

y robado su calavera de aviador

para colocarla sobre la mía.

 

Desprendido de todo reino

me acuesto en el terso colchón

de plumas y cera que se formó

hace siglos: materia coagulada

de sus alas caídas.

 

Y cuando miro tras el filtro de sus cuencas

consigo observar al sol tan cerca

como él pudo antes del desplome.

 

Entonces emerge desde

el pantano centelleante

de mi profunda pulpa

aquel torrencial entendimiento

del por qué cantan los pájaros,

del por qué ladran los perros,

del por qué los espasmos en la tierra,

del por qué los plantíos

aprendieron a amar por medio

de su hipnótica ondulancia,

del por qué se prolongan

los barbáricos cíclos de violencia,

y de todo aquello que el océano

le esconde a las ciudades.

 

Días pasados e irrespirables

en que antes me deshacía

en vómito

son hoy los mismos

en que deseo volar

directo al sol.

 

 

Diminuto automóvil 

 

 

Dices que extrañas oleadas de cal

estorban al paisaje verdadero:

miras mis ojos pero no me reconoces en ellos.

 

Reina leprosa, si escondo los espejos de mi casa

es porque tampoco yo consigo hacerlo.

 

Alcanzas a distinguir un agudo destello

eyectado desde el fondo de mi pupila.

Me sostienes los párpados para observar con claridad

y tardas en identificar un diminuto automóvil.

 

Las ventanas del vehículo son antibalas,

inmunes a todo empeño.

Agarro lo que tengo a la mano y las golpeo.

A veces, del otro lado de las ventanas

también hay alguien golpeando.

Después no pasa nada.

 

Al fin sabes en dónde estoy: me encuentro

muchos kilómetros hacia adentro.

Siempre ha habido una criatura que me jala,

que me interna a rastras dentro de un entramado

vertebrado y omnipresente, exclusivo y convicto.

 

Voy en un diminuto automóvil

y he tirado por la ventana la totalidad de los mapas.

Ya sabes. Los mapas geográficos, climáticos,

topográficos, náuticos pero especialmente

los mapas personales de mi alma e historia.

 

Los he tirado por la ventana

y los he tirado porque estoy cansado de tan sólo

actuar como un periodista de mi propia historia:

 

entrevistas a conocidos que no dejo de considerar

desconocidos;

preguntas acerca de ese hombre que soy yo mismo.

 

Me encuentro

muchos kilómetros hacia adentro.

Voy en auto y he arrojado por la ventana

la totalidad de los mapas.

Observo paisajes coralinos

en crítica tensión tectónica.

Mi cariñoso mirar es rascacielos.

Mi renunciante mirar es rascacielos.

Mi huérfana rabia es rascacielos.

Y acelero

y acelero

y acelero

y acelero.

 

 

Ver figura

 

 

El mundo sólo es una palabra que

pesa trillones de toneladas. *Ver fig. 1.

 

El mundo sólo es un fósil con

problemas de niño. *Ver fig. 2.

 

El mundo sólo es la única

piedra húmeda en donde podría

encontrarte. *Ver fig. 3.

 

Fig. 1. El mundo soy.

Fig. 2. El mundo soy.

Fig. 3. El mundo soy.

 
 

 

 

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