Begoña Regueiro Salgado (Madrid, 1981) Poeta, profesora, editora y promotora literaria. Es doctora en Literatura Española por la Universidad Complutense de Madrid, donde desarrolla su actividad de investigación y docencia como profesora titular de Didáctica de la literatura y Literatura Infantil. En el campo literario, obtuvo varios premios de la Comunidad de Madrid entre 1997 y 1999. Es autora de los poemarios Alma soñada (GEEPP, 2009), Diosas de barro (Devenir, 2012), Versos de piel (Lastura, 2016) y Dos mil doce (Lastura, 2020). Además, ha participado en antologías poéticas en castellano y en gallego como Marés nos pousos do café (El taller del poeta, 2010), Sonrisas del Sáhara (Ediciones Parnass, 2010),Una mirada al sur (2012), Bilbao (Amargord, 2012), Esferografías, (Lastura, 2014), Fisterras (O Roibén, 2015), Lengua de resiliencia (Lastura 2016), Mujeres sin Edén (Playa de Ákaba, 2016), Mujeres sin Edén. Homenaje a Gloria Fuertes (Playa de Ákaba, 2017), Puentes poéticos. Escritoras jóvenes de Argentina y España (Selección y Prólogo de Susana Szwarc, DLG. Desde la Gente, Ediciones del IMFG, 2018), Antropotecas II (Ianua Editora, Pangelingua, 2018); así como de relato breve, como E Madrid foi una praia de baleas nanéboa, El crack de 2009 e Hipnotopia en doses pequeñas (Lastura, 2013). Entre 2000 y 2015, dirigió la revista de creación literaria Otras Palabras, desde la que también se organizaban recitales y tertulias literarias. Además de en Otras Palabras, ha publicado cuentos y poemas en revistas de creación como Cuarto Creciente, Quebrados y Mephisto, en revistas especializadas en literatura, como la revista de estudios gallegos, Madrygal, y en Letra 15, Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid.
En mi despensa también había
botes de nocilla y cola-cao,
jugaba con la arena,
(como todos los niños)
y conquistaba el mundo en descampados.
Pero pronto,
(demasiado pronto)
llegó el frío,
y el silencio de las fotografías últimas
llenó la voz que hablaba a mis muñecas.
Entonces, seguí merendado
bollicaos y donuts
pero dejó de apetecerme
hablar de ellos.
(Versos de piel, Lastura, 2016)
Esta vez, no quiero que me salves.
No quiero que tu suavidad me anestesie
y me oculte el dolor.
No quiero que tus labios cierren mis párpados
a la certeza del absurdo.
Esta vez,
no quiero tenerte como excusa.
(Dos mil doce, Lastura, 2020)
Nunca tuve miedo de los monstruos.
Sus dientes y sus afiladas garras
jamás podrían alcanzar el contorno de mi sombra.
No me asustaban las historias de zombies, vampiros u hombres lobo.
El hombre del saco no tenía nada que hacer conmigo.
Sin embargo,
aún se me erizan los pelos de la nuca
cuando viajo en coches vacíos
en medio de una oscuridad fría y callada.
Aún me paralizan las despedidas
y el conocimiento cierto
de no volver a verte.
(Inédito)