Yannis Ritsos | La mujer azul

YANNIS RITSOS. Poeta griego. Nació el 1 de mayo de 1909 en Monemvasiá. Hijo menor de una familia noble, quedó marcado a los doce años por la muerte de su hermano y su madre; poco tiempo después su padre, arruinado en el juego, fue internado por trastornos mentales, y él mismo tuvo que ser ingresado durante cuatro años (1927-1931) en un sanatorio para curarse de tuberculosis. Publicó Tractores (1934), inspirada en el futurismo de Maiakovski, y a continuación el poema Epitafio (1936), posteriormente aparece El canto de mi hermana (1937). Durante unos quince años se dedicó por completo a luchar contra la dictadura, tarea que le supuso cuatro años de cárcel en diferentes campos de reeducación. Tuvo que esperar a su puesta en libertad, en 1952, para publicar textos escritos con anterioridad, entre los que destaca Grecidad, 1954. A continuación llegaron las obras escritas en Atenas en un periodo de tregua y recogimiento en Cuarta dimensión (1957). Antes se había publicado la Sonata al claro de luna (Premio Nacional de Poesía, 1956), inaugura la serie de monólogos teatrales: Las ancianas y el mar (1958); La casa muerta (1962); Orestes (1966) y Helena (1972). Viajó por Europa del Este y Cuba, pero la toma del poder de la junta militar le condujo a una nueva detención entre 1967 y 1971, seguida de una deportación en Samos. Yannis Ritsos falleció el 12 de noviembre de 1990 en Atenas.

 

 

 

 

EL SOSPECHOSO

 

Cerró la puerta con llave. Miró hacia atrás con desconfianza

y se guardó la llave en el bolsillo. Le detuvieron en esa postura.

Le maltrataron durante meses. Hasta que una noche confesó

(y quedó demostrado) que la llave y la casa

eran suyas. Pero nadie pudo entender

por qué había escondido su llave. De modo que

a pesar de habérsele declarado inocente, siguió siendo

sospechoso para todos.

 

De “Testimonios II yIII”

Traducción de Román Bermejo

 

 

 

LA MUJER AZUL

 

Se mojó la mano en el mar.

Se volvió azul, la mano.

Le gustó.

Se zambulló desnuda en el mar.

Se volvió azul.

Azules también su voz y su silencio.

La mujer azul.

Todos la admiraron.

Nadie la amó.

 

De “Testimonios II yIII”

Traducción de Román Bermejo

 

 

QUIEN TROPIEZA EN EL VACÍO…

 

Quien tropieza

en el vacío

quien se agrieta

y dice: yo

echa hojas

florece.

Así luchamos.

 

De “De papel”

Traducción de Coloma Chamorro, Javier Lentini y

Dimitri Papagueorguiu

 

 

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