105. Año 9: DIDIER ARMAS | Chaneques

DIDIER ARMAS, San Luis Potosí, México, 14 de noviembre de 1988. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en UNAM FES- Acatlán. Mención honorifica en el concurso Punto de Partida UNAM No.48. Becario en el Festival Cultural Interfaz- ISSSTE, 2027. Finalista en el Premio Gerardo Diego de Poesía (España) 2019. Ganador del Premio de Poesía Félix Dauajare 2022 con el poemario La última flecha. Su obra ha sido publicada por Monolito (México), La Raíz Invertida (Colombia), Campo de plumas (México), La Presa (México-Canadá), PUEDJS UNAM (México), Círculo de Poesía (México), entre otras. Ha participado en recitales nacionales e internacionales. Beneficiario de la beca PECDA, Jóvenes Creadores, Literatura-poesía, 2023-2024.

CHANEQUES

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Su hogar: el aljibe del jardín. ¿Cómo pasaron estos movimientos ilegales en el ajedrezado del Centro Histórico? El aljibe allanaba un nuevo hábitat: la ocultación, los vecinos rulfianos enterrados a la misma altura, y el lento morir de escalofrío en un Derinkuyu miniatura.

ii

Su hogar: Olla a presión 1. f. Recipiente de metal, con cierre hermético para que el vapor producido en el interior, regulado por una válvula, cuece los alimentos con gran rapidez. Desertores del yugo familiar, de la opresión en semáforos, de los ruines, escaparon, con la cara distorsionada por las sonoras ondas del desprecio, con las marcas de un balón llanero. ¿Si esta poderosa carga les fue impuesta tenían derecho a delinquir sobre el ganado? Veían en la palma de la mano la bandeja, y la única lealtad era para su estómago. Es el hambre la fundadora de ciudades, la que fija el punto decisivo en el mapa, pero hace falta más, la voluntad no es suficiente para acercar el banquete, en ocasiones hay que morder el plato en señal protesta, y si no es bastante, fabricar petardos caseros con tenedores. Hay quien en una vida de vasallo no azota la cuchara, estos niños maduraron a gran rapidez en la olla a presión.

iii

Me invitan. Abren de golpe la tapa de acero del aljibe, la oscuridad me borra de un soplo como a una línea de cal. Huele a caucho quemado, a periódico invadido por moho, a cierta humedad de cariño. No calzo aquí, sólo soy el hijo de una locataria, ellos son la resistencia, la lucha, niñez que mitiga sus traumas con caretas de taekwondo. Hay madres fantasmagóricas flotando en el techo del aljibe, musicalizan con violines el soundtrack de una novela negra. Los colchones en el piso son la hojarasca de los departamentos de la ciudad, y la putrefacción no detecta, no entiende la ternura, mete sus dedos fúngicos al relleno de las camas. En las paredes yacen arañazos de crayolas de color, es un intento desesperado por alegrar el sitio: dibujos de una vida alterna, distante, de una casa, una Casa. Los niños no se percatan de la miseria, lavan su pensamiento y jerga en la oscuridad, oscuros como el interior de un regalo, y no se percatan, sonríen la luz de los irrompibles.

2 Comments

  1. Me conmueve mucho la profundidad con que una idea de lo cotidiano, se hunde en estos poemas hacia el abismo de la ausencia. Desde la primera unidad, con la evocación rulfiana, se presenta este recurso y me parece que el poeta lo hace de forma muy eficiente y muy agradable para la lectura. Llevo algunos años leyendo a poetas contemporáneos de San Luis Potosí y Didier Armas está entre los mejores, por estéticamente solvente y discursivamente contemplativo. ¡Bravo!

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