ROSA BERBEL (Sevilla, España, 1997) ha publicado Las niñas siempre dicen la verdad (Hiperión, 2018) y Los planetas fantasma (Tusquets, 2022). Ha obtenido, entre otros, el XXI Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, el Premio de la Crítica de Andalucía a la mejor Ópera Prima y el Premio Ojo Crítico de Poesía 2019 de Radio Nacional de España. Publicó además una selección de sus poemas bajo el título Brillantes y caóticas (Sonámbulos, 2021) y ha aparecido en numerosas antologías poéticas nacionales e internacionales. Sus poemas y textos han sido traducidos total o parcialmente al inglés, polaco, italiano, alemán o neerlandés. En la actualidad trabaja en el Departamento de Literatura Española de la Universidad de Granada, donde realiza su tesis doctoral.
Mundos paralelos
La línea del horizonte está torcida.
Nos manchamos las manos al pintarla,
cada uno
con un color distinto.
Nunca hemos sido demasiado abstractos,
aunque ciertas preguntas deben
ser planteadas de manera esquemática,
traicionando del todo
el referente.
¿Hasta dónde es capaz de llegar
nuestra vista?
Dejamos nuestras huellas sin quererlo
o deseándolo con un deseo bastardo:
cambiar este paisaje, formar parte de él.
Ni los mundos posibles
ni los mundos reales
existirán jamás para nosotros.
No sabemos pintarnos.
La simetría
se ha roto. Apenas una
celebración de la verdad:
el mundo es imperfecto, el agua siempre
se derrama en el lugar
inapropiado.
Si renunciamos por completo
al horizonte,
todavía podremos ir al mar.
De Los planetas fantasma (Tusquets, 2022)
Las palabras y las cosas
¿Qué hubo antes de nosotros?
¿Cómo dábamos nombre a los objetos
sin haberlos visto nunca?
La tierra estabas a oscuras.
No había nada de luz en la belleza,
tampoco había espacio:
solo tiempo.
Hablábamos apenas con las manos.
Y era tanta la oscuridad del mundo
y era tanta la urgencia de palpar los objetos
para poder nombrarlos,
que todos los idiomas eran táctiles.
Una fiesta es un triunfo del lenguaje.
De Los planetas fantasma (Tusquets, 2022)
Jardinería
Ayer estuve trasplantando tus flores.
Ayudaba a mamá, sostenía la maceta
para hacerlo más fácil,
mientras la tierra nueva
creaba formas en las baldosas.
La planta había crecido y crecido
como en una leyenda muy antigua
y nos era difícil guardarla en cualquier parte.
Cuanto más lo intentábamos,
cuanto más impacientes o nerviosas
tratábamos de darle algún espacio,
más rápido era el ritmo de su transformación.
Sé que mamá pensó en nosotras, en ti y en mí,
en la naturaleza salvaje que desborda
la cerámica,
en sus hijas mirando la casa desde fuera,
como una piececilla en miniatura.
Te habría gustado estar, manchándote las manos.
Pero habíamos dejado atrás el suelo
y las flores más bellas
ya habían comenzado a marchitarse.
De Los planetas fantasma (Tusquets, 2022)