116. Año 10: GRACIELA ARÁOZ | Una mujer llora en la cocina

El poeta uruguayo Jorge Palma prepara un dossier de poesía argentina contemporánea. Leemos en esta entrega a la poeta GRACIELA ARÁOZ.  Nació en Villa Mercedes, provincia de San Luis. República Argentina. Es Profesora en Letras, por concurso de antecedentes ganó una beca para realizar un postgrado en Madrid, donde obtuvo los títulos de profesorado en Lengua y Literatura Española y la licenciatura en Filología (Sección Hispánica). Fue presidenta de) la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina, (SEA.) por cinco períodos y actualmente es la vicepresidenta. Integró el Consejo de Redacción de la mítica revista de poesía Último Reino. Es la Directora del FIP Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, Argentina e integra como fundadora el Movimiento Mundial de Poesía y la Red Nuestra América. Ha participado en más de veinticinco Festivales Internacionales de Poesía y ha sido jurado de importantes Premios como el de Casa de América y el Iberoamericano Pablo Neruda, el premio de la Crítica de la Fundación El Libro que lo integra hace más de una década, El premio municipal de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otros. Obtuvo en España el Primer Premio Tiflos de Poesía, el Primer Premio de Poesía Vicente Aleixandre y el Segundo Premio Carmen Conde. Ha sido traducida al japonés, turco, chino, árabe, alemán, portugués, inglés, croata, rumano, italiano y francés. Y se le han otorgado importantes premios a la trayectoria tanto por su obra y también como gestora cultural. Entre sus libros están: Equipaje de Silencio, Itinerario del fuego, Diabla, El protegido del ciervo y varios ensayos sobre lectura y la mujer. Entre el 2022 hasta hoy le han publicado antologías en Honduras, Bolivia, Nueva York. En imprenta se encuentra un libro de poesía que estará disponible para sus lectores/as este año. Milita por la poesía, las luchas colectivas, el derecho de los/as escritores y la libertad.

 

 

UNA MUJER LLORA EN LA COCINA

 

Una mujer llora en la cocina. Detrás

del olor a locro.

Macera la carne con limón

y con su inefable tristeza.

Las lágrimas caen en la espuma de leche

que se derrama hasta la indolencia.

El aire se vuelve tan oleoso que debería irse

y apagar el día.

En la cocina una mujer se parte viva,

se corta los dedos, desangra.

El dedo va a la boca.

El dolor está detrás

del hilo dormido que se secó en el vientre,

detrás de aquel humo que se llevó el después.

Detrás, siempre y detrás de todo.

Cuando los olores se mezclan

ella destapa las cacerolas.

Es la única que se queda enjuagando el día

hasta que vuelva a ser.

Una mujer en la cocina.

 

Del libro Diabla, Editorial Último Reino, tercera edición, Buenos Aires, 2016

 

 

MI VECINO

 

Desde la ventana veo faisanes

proyecto el telescopio para llegar a otra,

la de mi vecino nuevo

Ese hombre viene y va

miro sus movimientos en la casa

Me inquieta este vecino

de mirada aviesa.

 

En su balcón pájaros extraños,

paraguas, rollos de pergamino

y una gata.

 

Habla por teléfono mientras se desnuda,

es alto, tiene la piel escrita.

Entra en un cuarto,

ya no veo.

Me inquieta espiar a este vecino.

 

Sale del cuarto y se apoya en el vidrio

es

aquel hombre de sombrero gris,

con quien hicimos el amor hasta el amanecer

un par de ocasos, un par de año

 

y nos fuimos

 

Nunca supe quién era

y ahora,

es

fue mi vecino

 

Del libro El protegido del ciervo. Editorial Último Reino, Buenos Aires, 2012

 

CEMENTERIO

a mi padre

Quedar adentro de los ojos de mi padre
leerle la cabeza

***

Me he quedado ciega sin el lago
de sus ojos.
Quevedo dice que se pueden leer
los ojos de los muertos.
Toco el azul que cruza la palabra sur
y entonces abro la intuición que me lleve al infinito.

***

La muerte se lee con el cuerpo
es una lectura física
la muerte.

***

En aquellos trenes que llevaban
pájaros
y en esa interminable siesta
bajo el duraznero, está mi padre.
Recuerdo que mis ojos cruzaban
desde el río al cielo
la inocencia
nuestros teros.

***

Cuando murió mi padre
las palabras crecieron bajo su tumba
y el cementerio se hizo palabra.
Fue la más potente que pronuncié,
que pronuncio
fue del grito al silencio.

***

Mi padre está muerto y leo su palabra
en mi palabra,
y veo en los ojos de mi padre.

***

Padre estás muerto sin tus zorzales
y tus zorzales me cantan y me silban
canciones de amor,
las de tu alegría.

***

Padre te leo.
Padre te escucho

 

Del libro El protegido del ciervo. Editorial Último Reino, Buenos Aires, 2012.

 

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