28. Año 10: EDINSON ALADINO | La isla de Calipso

EDINSON ALADINO (Colombia, 1985). Escritor y crítico literario. Es Doctor en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Artículos académicos de su autoría han sido publicados en revistas especializadas de América Latina y África y ha colaborado en capítulos de libros para universidades como la de Salerno, la de Padua o la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estuvo en una estancia de investigación doctoral en La Habana (2018), en el Archivo de José Lezama Lima que resguarda la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Entre 2021 y 2022 cursó el diplomado en Estudios Afrolatinoamericanos por la Universidad de Harvard. Hace parte de la Asociación Mexicana de Estudios del Caribe (AMEC) y del Circolo Amerindiano de Perugia. En la actualidad realiza una estancia posdoctoral en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha obtenido en Colombia el Premio Nacional de Poesía Casa Silva (2023). Recientemente publicó el poemario La prueba del jade (2024) por Buenos Aires Poetry.

 

 

Selección de poemas de Edinson Aladino

del libro La prueba del jade (2024, Buenos Aires Poetry)

 

 

Gastón Baquero se convierte en pez

El pez de tinta morada,
el pez que trasegó por las aguas del Caroní,
el pez que vio los colores del leopardo
y aspiró el perfume de las flores de abedul,
el pez que siguió un río balsámico
por las selvas del Indostán
y despertó convertido en un niño,
el pez que es una isla milenaria
o un jardín asirio retoñando en Madrid,
el pez que rememora con la escritura del poeta
las otras vidas en donde era feliz.

 

La isla de Calipso

 

Déjame consolarte del​​ viaje​​ de​​ tu​​ espada;

la tristeza es una ciudad en ruinas

y el poeta dibuja en los oídos de barro

la trama de tus días que es mi isla.

Déjame sorprenderte desnudo sobre la arena

recordando tu antigua vida;

tu desnudez ausente de guerrero y sabio,

de artesano y guía,

tu desnudez de rey en el destierro,

sin naufragio a barco deseado,

sin rutas o cabellera más precisa

que esta bahía a su temblor indócil.

Déjame llenar tu boca con mis senos,

navegar en lo salado,

hundirme en la cicatriz de tu muslo

y resumirte el regreso a Ítaca

donde vuelves a ser nadie,

donde nadie te reconoce y nadie eres.

Déjame sujetar tu frente con mi sueño,

darte la tranquilidad del niño

y aligerar tu rostro como un dios

que todo lo sabe y todo lo puede.

Déjame recordarte desde los sargazos de mi isla,

escuchando la luminosidad de tu barco

que se aleja sin anunciar la despedida.

 

El maestro y el tokonoma

 

El viejo sabio mira la pintura del tokonoma
como la seda del vacío
……………………—pequeño bosque de bambú—:
el niño montado en el búfalo de jade
…………apenas toca el verde de los nenúfares,
…………las hojas rojas de otoño
…………………….sopladas sobre el estanque.
El viejo sabio rasga con las uñas el papel de seda
y se adentra en el tokonoma
…………—conejo amarillo de la boca del espejo—;
las arrugas en el rostro desconchado
……………………caen en la jarra,
los bigotes humedecidos en el agua
……………………de arroz.
El viejo sabio deja la piel en el estanque
………….y el niño le tiende la mano.
………….No es el sabio quien cae,
………….es ahora el niño que cabalga:
uno y otro son el mismo en el lomo del búfalo de jade.
……………………Por el estanque
……………………verdes nenúfares;
los enfilados bambús acortan su distancia,
ciñen el pequeño bosque ocultando el secreto.
……………………Por el estanque
……………………vuelan luciérnagas.

 

 

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