ANDREA CRIGNA (Perú, 1995). Se graduó en comunicaciones y, simultáneamente, mantiene una estrecha relación con las letras. Desde el año 2022, colabora en un colectivo iberoamericano de literatura independiente llamado Letras & Poesía, donde ha tenido la oportunidad de ser publicada en tres antologías: “Tren sin parada”, “No podrán detener la primavera” y “Mientras me habito”. Además, fue nominada en la categoría de Escritor(a) del año y Mejor episodio de podcast poético en los premios del colectivo. También ha obtenido reconocimientos, como el primer lugar en el concurso “Cuenta Lima – 30 historias sobre nuestra ciudad” en 2016, organizado por la Municipalidad Metropolitana de Lima, en la categoría Cuento Juvenil. Ha contribuido con su redacción en la plataforma de periodismo cultural Poiesis.pe y en la revista virtual Letras Al Mango. Asimismo, destacó al quedar en el Top 5 de los Juegos Florales Universitarios 2016 en la categoría de Cuento.
TURQUESA, APENAS
(Poema inspirado en obra de Mark Rothko)
(Sin título, Mark Rothko)
Y entonces ahí sigues
Yo de frente, cristalina – tú ahí turquesa,
apenas. Como si
Estorbaras. Como si
Tuvieran que colocarte en algún lado
Porque no saben qué hacer contigo
Ni tú tampoco
“Eh, ponte ahí”
dijeron
“Bajo el azul
si quieres-
en serio: no importa”.
Pero yo te veo.
Sostienes el color
a tu alrededor. Lo que no saben es que yo te miro de verdad
Franja casi invisible
Imperceptible. No sé por qué duele tanto aquí, en el centro de todo el cuerpo
No sé
Por qué
Tan fuerte
Turquesa, apenas
Una respiración
Ahora tú
Frente a mí.
OLAS
Lava la ropa la madre del hijo lejano
cuerpo encorvado, mirando sus manos moviéndose enérgicas,
sin dejar nada sucio
lavando como todos los viernes por la noche
sábado seco
domingo plancho.
Mira el hueco de la pared ya sin clavo
sin decoración
la pintura blanca toda descascarada
de humedad y lágrimas.
Piensa:
parecen olas.
Paradero a las 6:15
intenta llegar a tiempo.
Serpentea hasta el fondo
bolsa en la mano
dedos ansiosos
mi hijo me espera.
Camina rapidito
Ortiz, la madre
Ingresa.
El noticiero como un fondo robótico
acompaña en esta salita ya conocida
El hijo lejano, acompañado, aparece.
Frente a frente,
un abismo entre los dos
el ritual de cada domingo
la ropa calientita limpia y planchada.
Llega la despedida
el regreso a la humedad y lágrimas.
Sube al bus, cabizbaja
Ve sus manos arrugadas
Piensa:
parecen olas.
ESPÍRITU CÍTRICO
No sé si quiero probar de tu licor ecológico destilado en las altas estrellas:
prefiero comerme esa naranja que se quedó olvidada en la tierra, luego de caer de la carreta que surca los días de trabajo
un camino prolijo y andado con alto peso en dirección a las manos que
no descansan.
En el descorche,
prefiero soplar el polvo que quedó de la tierra como escarcha y abrir el fruto con todas mis manos
que estalle su jugo en mi boca y me haga mueca la cara
escupir sus semillas que con sol y lluvia crearán
naranjos y arbustos cítricos:
bordearán un riachuelo a veces verde,
a veces nada.
Una lima se confunde con ese fruto que rueda podrido por el campo
un vasto monumento al instante de creación natural
el ciclo de la vida
pan, manos, hambre
sorbo, chin chin, Cointreau;
siempre se empieza por el fruto,
la semilla
la cáscara
el elixir, finalmente
de unas notas ligeramente amaderadas
impresión seca
amablemente cítrico
el sol atardecido en la naranja añeja.
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