ANGELO CHACÓN SEQUEIRA (Costa Rica) es profesor en formación de literatura y castellano en la Universidad de Costa Rica, escritor y lector apasionado de la literatura clásica y sus vertientes más oscuras. Su obra está influenciada por el simbolismo francés, el romanticismo gótico, el modernismo y la literatura fantástica, en diálogo con autores como Borges, Baudelaire, Poe, Kafka, Milton y Meyrink. Su escritura explora la muerte en sus múltiples facetas, la metafísica, la subversión y el subconsciente.
REVELACIÓN
«Por concilio de una infancia incierta,
funestos azares, cavilaciones, una biblioteca:
he desestimado lo humano, no a vil reproche;
a inmunda, hastiada y conflictiva esencia.
No me retracto de mis versos blasfemos,
de esas injurias y repulsivas contemplaciones
que me heredó el sublime Baudelaire,
el alemán infausto, y el lúgubre Poe.
Casi eternamente desciendo, entre acuosas honduras,
a plomizos abismos de insipidez y tedio,
pero he decidido ese destino: me hundo como
un símbolo: un bronce, una efigie, una cruz
—con finitud humana— para instituirme como
inequívoco ejemplo de una vida mustia y enemistada
con la existencia. Ejemplo para los otros, que soy yo:
mi joven yo; el yo de ayer; el que urdió el primer verso;
esa gran cantidad de muertos.
Me retracto de algunas ideas y cóleras,
de algunas verborreas superfluas, del que era,
del que seré cuando pase por el río que ya no es el mismo.»
Esta pesadumbrosa revelación me fue dada
por un murmullo incierto de una amada amistad.
Me arrepiento de escuchar ese coloquio tierno,
es decir, de ser quien soy. Después de esta revelación
mis ojos no pueden admirar esa amistosa presencia
sin querer sollozar, sin querer admirar eternas
lobregueces en los abismos de la nada,
donde no hay inacabable pesimismo ni decepción.
PARA EL AMOR NO ES UN PROBLEMA
A lo lejos resuena el campanario,
el lugar parece de nieve,
pues no hay más color.
No hay nadie; nadie vivo.
Cada noche, religiosamente,
transito la misma senda
y me escurro entre el silencio.
No hay mucho que cavar.
Levanto la tapa de madera:
hay suficiente espacio para dos.
Cada noche beso sus labios rasgados
y sujeto su mano álgida:
pues, para el amor,
la pestilencia no es un problema.
EN ESTE MUNDO, EN ESTE TIEMPO
A Concepción B.
Oh, dulces musas,
hijas de aquel Tinia etrusco,
egipcio Amón y romano Júpiter;
creaciones arcanas del hombre,
tan pretéritas como él.
Hoy os canto sobre un alma,
otra musa, vuestra otra hermana;
hija de un padre llamado candor,
hija del disco de plata, Proteo y la nostalgia.
Otra de tantas transfiguraciones
del enigma y la ambivalencia:
arquetipo del río heraclitano.
Musa del vocablo que en sílabas
no se representa; esa idea incognoscible
para el verso y la tertulia,
y vasta y significante para la memoria.
Musa de las ideas etéreas.
El alambique de mi mente no es suficiente
para la alquimia de esas evocaciones.
No veo la cuarta dimensión, veo su sombra.
No veo el infinito, veo álgebras.
Lo mismo para esas vocalizaciones,
sombras y álgebras que, con plácida desventura
de ser mortal, no logro.
Musa de las ideas que no se pueden decir
en este mundo, en este tiempo […].