AYA NAVIRAE es el seudónimo de una poeta colombiana, cuya obra se adentra en lo íntimo, lo onírico y lo intangible. En 2024 fue publicada en la revista literaria digital Esteros, y continúa construyendo una voz marcada por la delicadeza de lo roto, la búsqueda del lenguaje como refugio, y la transformación silenciosa de la herida. Su poesía, atravesada por símbolos como el mar, el vitral, el espejo y el umbral, convoca una mirada profunda hacia la fragilidad y la belleza de lo efímero.
MUJERCITA DE VIDRIO,
te has caído de la repisa
y han unido tus piezas con premura.
Tus brazos puntiagudos
te hicieron un ser afilado.
Ahora el abrazo duele
y la sangre de otros es tu cobijo.
Qué fácil se quedan incrustados
otros seres en tus artimañas.
Mi niña biselada,
¿has de condicionar lejanía para el otro?
¿podrán ver a través de tu cristalina construcción?
No hay más que un ser
que se remendó sin delicadeza.
Los azares de la vida
no te permitieron suavizar tus aristas.
Espero para ti
la ternura del abrazo,
que algún cobijo te acune
y que, en la reconstrucción, te acompañe.
Que tus curvas se ablanden,
que los ojos se posen en ti con nobleza,
que la transformación nos revele
lo irreversible de la herida
y lo maleable de tu ser.
SANADORA
Cuán agudas se volvieron tus manos trenzando los hilos
que se estrechan en el cuello como víboras.
Cuán bien se mimetizan tus dedos con lo cortopunzante
que te otorgan prodigiosidad haciendo la herida.
La ironía de un sanador que enferma,
tu presencia, que de solo ser, aplasta.
¿En realidad reparas, curadora?
¿O sólo causas la aflicción?
¿Qué sería de ti si el mundo no necesitara tus hilos?
¿Habría algo que le uniese a ti?
¿Es acaso eso, cuidadora?
Tu inclinación por ver al ser en su más débil estadio
¿Es acaso sólo tu alma regocijándose
de que alguien desciende a conocerle?
¿Podré tenderte mi mano sin que la oscuridad la absorba?
¿Podrás gozar de los cuerpos remendados y sonrientes?
Sanadora, hay júbilo en la cura,
déjame enseñarte.
Vas a encontrar raíces en el afecto.
¿Podré desenredar tu corazón?
¿Podrás oír mi voz cuando desates mi garganta?
Podremos suturar el vacío, si te entregas.
Podrás tejer la herida,
podrás curar tu ser.
VERANO
Pequeña niña llorona
tu llanto nada consuela.
Parece que todos los mares habitaran tus ojos,
que no hubiese tierra prometida que estancara tus aguas.
Mi pequeña niña desbordada,
limpia tus ventanas un segundo,
que el vapor no nuble tu visión.
El sol está puesto sobre el cielo
y te colorea las esquinas.
La luna mecerá tu cuerpo en vela,
los visitantes encontrarán cobijo en tu tibieza.
¿No entiendes, mi niña quejumbrosa?
El abrazo divino te envuelve,
no naciste en el olvido.
El manto nos cubrirá los dedos,
la brisa nos soplará el cabello.
La tierra y sus revoloteos
sólo nos llevarán a nuevos hogares,
donde volveremos
a encontrar verano.