76. Año 9: Ana Corvera | Palabras que el micelio repite en mi cabeza

ANA CORVERA (Zacatecas, México, 1984) es poeta, ensayista y divulgadora de ciencia. Maestra en Estudios de Literatura Mexicana por la Universidad de Guadalajara y Licenciada en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Autora de Palabra que el micelio repite en mi cabeza (Espina Dorsal, México, 2024), No volverse agua (El Ángel Editor, Ecuador, 2022) y de Nocturno corazón de los insectos (Ediciones de Medianoche, México, 2011). Sus textos de creación y de teoría literaria aparecen en revistas de Chile, Estados Unidos, Uruguay, México, Venezuela, España y Colombia como Altazor, Aérea, Nueva York Poetry Press, Esteros, Norte/Sur, Campos de plumas, Sincronía, Letralia, Liberoamérica y La raíz invertida. También en los libros Pensamiento Novohispano (UNAM), Dolores Castro, palabra y tiempo (BUAP), Palabras vivas: ensayos de crítica literaria en torno a María Luisa Puga (IZC) y Ficcionario de Teoría Literaria (Texere). Fue docente de la Academia de Escritores en Venezuela y ha participado en festivales internacionales de poesía en México, Colombia y Ecuador.

 

 

Poemas de Palabras que el micelio repite en mi cabeza  (Espina Dorsal, México, 2024).

 

 

 

AUTORRETRATO EN CUALQUIER SITIO

 

 

Algo hay en mi rostro:

la imagen ficticia

de un párpado que no seduce

dos pliegues

encima de los ojos         indefensos.

 

En el árbol un silencio grita

que la belleza     no        era necesaria.

 

Sin embargo, las esporas crecieron

por el jardín de mi cerebro.

 

Su deseo fue expandirse

hacia la médula

por el ramaje nervioso

con el fin de germinar.

 

Ya no en cualquier sitio:

un tono arriba / dos abajo.

 

Las esporas despiertan

a la altura de mi vientre

 

y quieren abrazarse

al árbol de la belleza

 

el árbol de los padres

de mi madre

sus abuelos y yo

 

como una seta

en cualquier sitio.

 

 

LOS PRIMEROS CINCO AÑOS

 

Los homínidos vivimos al acecho

los primeros

cinco años.

 

Las bacterias tienen piedad

de los adultos

cuyos huesos      óvulos y espermas

aún no empiezan a contarse

de menos.

 

Conspiran

el hambre

la muerte de cuna

y los monstruos que se cuelan

por debajo de la puerta.

 

 

 

 

Un córtex

no es más que la superficie de un órgano.

 

El cerebro tiene una corteza y bajo sus escamas

se esconden los sueños recurrentes y aquellos

que podemos labrar con nuestras manos.

 

La capa frontal decide si corremos o nos mantenemos en calma frente a la herida constante:

 

la incertidumbre.

 

El resto ampara sustancias negras y grises, micelio que se comunica para iluminarnos de vez en cuando.

 

El fruto son los hongos.

 

 

 

 

 

Igual a los hongos, nuestro cerebro tiene tallo, poros, láminas, estrías.

Nadie sospecha la clase de palabras que repite el micelio neuronal dentro del cráneo. Pulsos. Impulsos. Flujo sanguíneo que conecta axones y dendritas.

La cabeza de los niños es como una esponja, aprehende las traiciones y rechazos que se ejercen inconscientemente.

En la parte más ingenua del tallo se esconde un lugar azul que puede mancharlo todo.

Pulsos. Impulsos. Locus cerúleo. Flujo sanguíneo que conecta axones y dendritas.

Un grupo de células índigo dispara ácido hacia las partes del jardín de mi cerebro que pudieron ser verdes.

 

 

POR QUÉ NADIE ME HABLÓ DE LOS HONGOS

 

Crecí más bien a solas

tratando de descifrar

el color de la sangre de las lombrices

la falta de una boca

que pudiera morderme

su amor por los lugares oscuros

y su facilidad para sobrevivir

a la inclemencia.

 

Quiero saber por qué nadie

me habló de los hongos

parásitos sin hojas ni brazos

diseminados en el lugar azul

donde mis padres se alejaron

y la abuela empezó a olvidarse

de nosotros.

 

 

 

CÓRTEX

 

Barro surcado por giros y hemisferios.

 

Los batallones quedan dentro

entre occipital y etmoides:

inútil

un líquido hiere mi tálamo

hipocampo

extensiones

de la médula.

 

Hay una erosión continua

mis nervios se sacuden en secreto

cuando un depredador cae

de las ramas

del desencanto.

 

En mi cabeza y debajo de las montañas

palpitan filamentos, humedades

como crecen las sílabas

adentro / afuera

de nosotros.

 

 

 

 

 

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