PAULA SIMONETTI nació en Montevideo. Es poeta, docente universitaria, investigadora, integra organizaciones sociales y participa en diversos procesos culturales comunitarios, coordina talleres de escritura en Uruguay y Argentina, donde reside actualmente. Es licenciada en Letras y Doctora en Sociología. Publicó el poemario En la boca de los tristes (Lo que vendrá, 2013) y El conocimiento y la ignorancia (Ed. La Coqueta, 2018).
en Montevideo
nosotros tenemos un río del que decimos
es un mar
es bueno saber que tenemos el mar
porque el mar es una sensación
y aquello que sucede frente al mar
obtiene de él su transparencia
porque el mar es el mejor testigo
testigo del tiempo
de nuestro tiempo
porque el mar es como una madre
que no nos espera pero nos recibe
una madre en la que podemos entrar
una y otra vez
aunque no podamos
permanecer en ella
porque el mar es un lugar ambiguo
tan ambiguo
como una madre
La conversación
Me quedo quieta para oírte mejor
a ratos veo que el sonido de tu voz
se enreda con el frío y con el humo
como si no estuvieras diciendo palabras
sino echando monedas de aire al aire
estás indefensa
ante las palabras que decís
te volviste tan alta como yo
sin que nos diéramos cuenta
crecías mientras tomaba el tren
charlaba con amigas que a su vez
tenían hijos o compraban autos
y se separaban
iba y venía del supermercado
y no te decía más que cómo estás
qué linda estás cómo te fue te felicito
querés venir querés que vaya a visitarte
pero me quedo quieta y miro
las piedritas que tirás
en el agua estancada
de esta conversación que no repara
de esta compañía que no alberga
la promesa de permanecer más que este rato
que te acompaño, te digo
apoyo lento mi mano sobre tu rodilla
todavía más frágil que la mía
y te acompaño, repito
como si a fuerza de reiteración
mis palabras se volvieran cosas ciertas
la silueta de una mariposa muerta
se te forma en la mirada y se te pudre
la boca antes de hablar
la luz menor que da este encendedor
no es suficiente para ir hacia atrás
río adentro
cerrar la última habitación
donde hubo infancia
decir que no, gritar que no
prender la luz
y ver cómo se incendia y se disipa
por fin todo el terror debajo
de tu cama
y no te alcanza
telegrama
cuando me fui del país/ te mentí un poco/ mamá/ no venía a estudiar sabés/ yo sé que
sí/ sabés/ me siguieron tus cuentos de las balas de las marchas y de tu vecina/
acribillada en el baño te acordás/ en todas las marchas me acordé/ de vos/ aunque no
te mandara ni un mensaje o una foto para qué/ sirve la poesía cuánto cuesta/ un
alquiler/ no te olvides/ de fregar los azulejos porque después hay que entregar/ la casa
y el contrato dice que los azulejos/ mamá/ yo sé que te acordás/ están llenos de
sangre
ignorancia II
mañanas de sol de invierno
cielo despejado radiante
al mismo tiempo frío indiferente
a los abrigos y a la tos
de personas y animales de este lado helado el hado
es decir no solo a seres
sino a su espacio su clima y su destino
(usted sabrá qué cosa es el clima en un poema
yo lo ignoro
yo apenas le digo que está frente a un poema
aunque usted bien podría dudarlo
en ese caso usted sería un
profesor universitario
o bien un crítico de prensa
aunque esos son como las brujas
nadie los ha visto pero.
En el caso de que usted dudara
o supiera algo digno de saberse
yo lo ignoraría
por lo tanto
mi recomendación es que me crea)
de eso se trataba, creo
el inicio de un razonamiento
que usted interrumpió con sus preguntas
y dado que usted es
un murmullo impertinente
un niño que empieza
a crecer entre las líneas del poema
en tanto que el poema intenta
expulsarlo como a un virus
-y ese movimiento es el poema-
Dese cuenta que la gente tose
con el solo fin de liberarse
de usted
ahora lo sé
aunque lo ignore
Usted debe saber que la ignorancia
es todo lo que una mujer como yo tiene
para ponerse de pie
una mañana de invierno
bajo un cielo frío indiferente