Alberto Prieto – El significado de la rosa

Alberto Prieto (1959), originario de Ourense, Galicia (España), lleva casi 30 años en Puerto Rico dedicado a su trabajo de escritor, que compagina con ciertas labores relacionadas a la ingeniería y la investigación. Es parte de una familia dedicada a múltiples campos artísticos que potencian la música y las manifestaciones de la plástica. Premio nacional de poesía del Instituto de Cultura Puertorriqueña 2014 por su libro ‘’Teoría del invierno’’ (Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2015). También ha publicado los libros  ‘’Segunda Naturaleza’’, Quimera Ediciones, Colección Maravilla, 2011 y “Fontiveros – La copa del vacío”, Editorial Riel, 2019.


(De Segunda naturaleza)
 
BALADA OCULTA DE LAS DAMAS DEL SUEñO
Mais où sont les neiges d’antan
François Villon

Penetrar vuestra intimidad
es recoger una sombra continua,
crujir de sedas y pabellones derribados
por la soledad              
                      que detenía la nieve
evitando la agonía del cristal,
los límites del invierno
entre mallas
                     y golpes de acero
cuando era inmóvil
                           el amor.

Cuánta noche entre los labios,
cuánta vacilación de glorietas profundas y fuentes
que una mano retenía
al estrechar la daga.
Y era sencilla la muerte
                            como cabellos de escarcha.

Sabíais del otoño
cuando era vuestro rostro
el que las hojas repetían
entremezclándose formas de deseo y caminos
en un tiempo ocre
                           y distante
como rosas marchitas
rimadas por François Villon,

él,
    el tan leve asesino
enfrentado a princesas de tristeza
y cúpulas de frío
                       en todas las miradas de antaño
dulces como una traición
que revelara lechos y plazas vacías
en la palpitación del fuego
donde terminan
                        los besos furtivos;

y era la piel
                  una frontera posible
al desvelar la madrugada
desde el fondo impreciso
                                  de los ojos
de todas las mujeres que perdí.
 
 
 
PABELLÓN DE JADE
 
y la frialdad del jade sobre las mejillas,
para proclamar su realeza, su peso verdadero.
su huella congelada entre el río y el espejo.
                       José Lezama Lima

Rescatar del rocío
                            el sonido de la muerte
y las pisadas lejanas,
                                     la oscilación
como una cifra sumergida
o puñados de invierno contra el rostro de nadie.            

Y decírselo casi todo a un espejo turbio,
corazón sellado
                          como el significado del bambú
entre dos cuerpos
que se acercan desde siempre,
y son un ángulo dorado
                                     o una máscara perdida de tristeza.

Redescubrir la ceniza solitaria,
                                          una imagen repentina
tal vez un río
                     desbordando el crepúsculo
con un sólo nombre
entre los labios y los pájaros.

Seguir un trazo
                       y encontrar lo que es cierto
entre el pulso detenido de las hojas
y los dedos
                    que acarician el tiempo,
la memoria desnuda
                                como un naufragio de nieve.
Abatiendo
                en todas las cinturas
la presencia del cristal,
el origen del vacío
                             en dos gotas de agua.

Una celebración, un loto húmedo
son expresión suficiente
                                         para rozar el rostro
sin que se afecte la luz
                                   o la forma ausente.
Con la misma precisión
que se salva la lluvia
                                  desde la seda, desde el ocaso.

La espada es otra cosa,
– audacia y sombra –
abrázame otra vez,
                                repíteme todo lo que me queda
o el tiempo del amanecer,
sólo lo brillante
                         tokonoma.

 (De Teoría del invierno)

  El significado de la rosa


 El significado de la rosa
– gota, hoja, memoria-
disuelve en luz
                          ojos y ceniza,
confunde lejanía y cristal
en el borde
                  donde la muerte se desnuda.
Reflejo inverso del tiempo
en la imagen
                    de la sangre
y la forma interminable del rocío.

Descifrar el temblor,
los movimientos de la luz
en el círculo detenido,
                                   labios de exilio
para lo que no se pronuncia.
                              Su herida fresca
devuelta en pétalos: cifras de lo perdido
que la cintura y la lluvia
fijan
         en el color del invierno.

Lo que se toca
                        se olvida
entre la soledad y los espejos.

Existir
           es un pulso perseguido
que el alba deja,
                          sangre a contraluz,
puñado de hojas tras la puerta,
la certeza
               del camino helado,
el oscuro delirio.
Besar el silencio
                          un instante
-gota, boca, imagen-
suspendido
                  en el polvo
de la rosa desconocida.



CIELO: CAZA VACIA

                                               (La mano de Lascaux)


  El cuerpo
               es un instante desvanecido
en los límites del invierno.
Pensamiento de otras huidas
surgidas
                 de la mano de Lascaux
paralela a la belleza
y al cielo abandonado
                                    por unos ojos de sílex
o labios futuros.

Es trazar lo imposible
siguiendo líneas,
                            fuentes
trozos de noche,
la imagen precisa de la nieve
la niebla dulce
                        de la cara lejana,
perfiles de humo para el deseo,
bocas en fuga
                       para la muerte.

Ser abatido antes del alba,
y poder ver los lugares desalojados
por la mirada asesina
                                  ebria de amor
si busco la palabra ardida,
el lenguaje,
                    los pozos
el anillo de dolor.

La superficie de la agonía
es un puñal de fuego,
                                   un rostro ajeno
para ver las caricias del otro lado,
la imagen quebrada de transparencia.

Un mediodía de venas
a la misma distancia
del deseo, la rosa y el guerrero.
Ese intercambio de luz y polvo
                                               como soles decapitados
en el cuerpo
profundo y leve de la nada.
 Las manos separan
                                 los trazos
y la muerte
                   que aquí
es una inclinación de la memoria
al final del buril y la llama,
aunque los ciervos
                              sean todavía transparentes,
y en su vocación de origen
                                            y agua
nos devuelven un tiempo
                                        sin peso
en la débil geometría de la piedra.

Bajabas,
              y era necesario
vivir a contraluz
para encontrar el signo herido
más allá del acecho
                                y el acabamiento,
el rostro invisible
                            donde convergen
tu rostro
               y mi lenguaje calcinado
para dar a la caza
                             alcance.

El bosque
                 divide la transparencia
en instantes de escarcha
que sobreviven a tus ojos,
galope inverso
                         hacia adentro
donde no somos
                          ni tú ni yo.

Escucha,
               en los sonidos del hueso
hay una dulce queja,
en los gritos arrojados
a los cielos de invierno
un tránsito
                  a la imagen.

El camino leve
                          la vena blanca.

                                 (De Patria oscura)

EL BOSQUE TRANSPARENTE


Llueve sobre el bosque 
como llueve sobre mi vida, 
su peso precipita 
el tránsito al bosque transparente, 
la caída de las hojas 
                                 en otro sueño.
Arroja correntías y madrugadas 
tan cercanas 
a la huella del tiempo,
que resbalan entre los dedos 
y rompen en rostros, 
confines, ausencias. 
Sólo para ver 
                    cómo se desgarra 
el centro del poema, 
y su súbita belleza 
                                desata la lejanía.

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