Alfonso Brezmes, poeta español nacido en 1966. Ha publicado diversos libros de poesía (Es tiempo, 2022; Sed-2020; Ultramor, 2017; Don de lenguas, 2015; La noche tatuada, 2013; Postales desde el futuro, 2010) y en Argentina (Vicios ocultos, 2019). Su obra ha sido objeto de varias antologías bilingües: Quando non ci sono- Ed.Einaudi, 2021; Memoria e Desiderio, 2018 y Marginal Notes – Selected poems of Alfonso Brezmes Ed.Cornerstone Press- Wisconsin University-2020, así como incluida en numerosas antologías colectivas. Aparte de la breve selección que aquí se ofrece, algunos de sus poemas están recogidos en su blog Dentro del sombrero https://alfonsobrezmes.wordpress.com/.
VENGA A NOSOTROS
Caigan tus ojos en mí,
como cae el cuchillo en el pan
para partirlo.
Hágase en ti mi palabra,
como se hace el verbo en la lengua
para dejarla encinta.
Venga a nosotros la sed,
como viene el dolor al mundo
para salvarlo.
PARAÍSO EN OBRAS
¿Subes?
Me he calzado las botas de siete leguas
y aún hay sitio en mi viejo zurrón
para algún animal extraviado.
Tenemos todo el tiempo del mundo
para perderlo en relojes que atrasan;
conocemos la mecánica del desgaste,
el óxido de las buenas costumbres,
la solidificación de los días idénticos;
las palabras gastadas ya las sabemos.
Te ofrezco el azar, lo que tiembla
dentro del corazón de los niños,
unos pocos momentos fugaces
de algo parecido al amor y un pack
de una estancia para dos en mis sueños.
Te entrego la incertidumbre, la víspera,
lo que aún no está aquí,
lo que no tiene sombra,
el fruto del árbol del Bien y del Mal,
la trampa exacta del nosotros.
Sube:
perderemos juntos el paraíso.
LOS PUNTOS INVISIBLES
Desconfío de las rectas:
van a donde quiero ir,
no por donde quiero ir.
Solamente cuando tardo
porque entro en el paisaje
logro ver los puntos que lo unen;
solo cuando me demoro
en la senda que me lleva
logro saber a dónde voy.
A cierta altura del camino
el por dónde es importante:
Ítaca —ya lo sabemos—
se desvanece al llegar.
LOS OTROS
De pronto lo comprendes:
cada noche es un cristal
que se rompe en el viaje
que va de vuelta al día,
y con él nuestra imagen
se deshace en el camino.
Al despertar, la realidad
de nuevo nos confunde:
no hay nada que temer;
los fantasmas no existen,
amor, porque nosotros
somos los fantasmas.
DOS COSAS
Dos cosas aprendí de mi sed:
que se parece mucho al dolor
y que no se separaría de mí
-mi semejante, mi sombra, mi perro-
ni por toda el agua del mundo.