George Reyes | Diálogo en la travesía

GEORGE REYES. Poeta, ensayista, crítico literario, editor, teólogo ecuatoriano residente en México.

 

 

 DIÁLOGO EN LA TRAVESÍA 

 

-Diálogo 1-

 

Como lengua deshuesada te has quedado

que me obliga a chapotear tu impronunciable nombre;

y me dices:

 

Y he aquí el asoleo jamás te ha dado llaga de la muerte.

He hablado con palabras que te abrazan con sus brazos;

y te digo:

 

Voy sintiéndome avatar que ya no duerme en soledad desocupada.

Hoy me paro con tantísimo humano frente a tus oídos.

 

 

 

DIÁLOGO PAUSADO

 

-Diálogo 2-

 

¡Te veo en volteretas la cabeza por el turno del que es hoy,

en el éxodo de tus puntos cardinales!

 

Quien me habla, ¡escúcheme!: el olvido es mi hábitat

como árbol siempre estacionado,

como gran poema enmudecido,

o camino aislado sin pisadas.

 

Te diviso bajo el norte de este cielo que se agacha a verte.

Por eso, en pruebas de ausencias,

deja que te pongan un cerrojo a la invasión,

deja que te borden en la piel delicia corta.

 

Quien me habla, ¡escúcheme!: sí, y me esconderé en una página de lenguaje conspirado.

Con el lodo que me llueve adentro,

cuidaré de no bañar los ideales.

 

 

“Ustedes son la sal de la tierra… y la luz del mundo”. San Mateo 5:13-14.

Aunque “el único contable es el sueño” Jean Portante

“Recibe este objeto en tu corazón, mira/en él algo que ames, mira de nuevo”. Olvido García Valdés

 

Escena uno

 

¿“Qué en la calma de tu signo se recuesta”? Me preguntas.

¿“Una gota de mudez con sabor a pólvora”? ¡Me disparas!

Te respondo: ¡Sí! Paraplejia en mi lomo de papel también.

 

 

Ese que lo escribes en acceso de minúscula felina.

 

Ese que lo ves como lengua envejecida sin un metro de saliva.

 

¡LIBRINSONOR!

 

Escena dos

 

Por favor, mírenme la cara cuando ría en una foto; en la que tiemblo, es versión cansada y les habla un idioma incomprensible, cual disparo de palabras con sílabas difíciles. Tóquenle en su boca la punta de la risa y tráiganle una silla que no ría ni un quilo de rodillas.

 

Escena tres

 

Mi lomo tiene luz que no la apaga:

la dolencia de cordura que entorpece la ternura,

la punta de un lápiz en mi lomo de papel,

el tiempo que nos corre de la vida.

Mi lomo tiene luz y su índice al sur:

tu almacén de sombras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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