IVONNE GORDON CARRERA ANDRADE (Quito, Ecuador). Realizó su tesis doctoral: La femineidad como máscara. Un estudio innovador sobre Gabriela Mistral. Es poeta, crítica literaria, traductora, ensayista y ejerce como profesora titular de literatura latinoamericana en EEUU. Entre los galardones el más reciente el Premio Poeta en Nueva York, Valparaíso Edtions, USA; finalista del Premio Internacional de poesía Francisco de Aldana; Premio Internacional de Poesía Hespérides; finalista Premio Andrés Bello; Premio de poesía, Jorge Carrera Andrade; finalista de prestigiosos premios internacionales; finalista del Premio Extraordinario Casa de las Américas. Ha publicado más de una decena de libros de poesía. Ha participado en festivales internacionales de poesía, su obra ha sido incluída en más de cuarenta antologías a nivel internacional. Ha sido traducida al inglés, portugués,rumano, griego y polaco. Ha publicado numerosos artículos académicos sobre literatura latinoamericana de divulgación internacional. Su producción poética es de interés para destacados estudiosos de poesía.
EL VIAJE AL PAÍS DE LOS CANGREJOS AZULES
Sin saber salimos de ese lugar natal después de miles
de años, las manos estaban llenas de flores y fango
e imaginamos la copiosidad inmensa de las lenguas
y las heridas desconfiadas.
Con las manos como criaturitas inmóviles
fuimos depositando gotas de mar en la lengua,
y descubrimos que no somos eternos,
cuando las fieras conducen al rebaño a patios vacíos,
al imaginar
el naufragio de las noches de pólvora,
al sentir los rasguños en las estrellas,
nos dimos cuenta de que han pasado más de mil años
y que nuestra piel ha quedado al lado de las lagartijas
de los relojes blandos, y que hemos husmeado
el olor de las palomas para viajar al país de los cangrejos azules.
Tenemos la sensación que todo está por hacerse.
Hay que dejar que el perfil de la piedra sea piedra,
y que el peso de la piedra sea peso
para vivir nuestras vidas en el otro lado del muro
en el otro tiempo desdoblado,
y liberarnos, aunque sea un poco de la ropa
que se mira cansada, pensativa como si estuviera pactada
con recuerdos antiguos que no existen,
hay que liberarnos un poco
para llegar al país donde habitan los cangrejos azules,
donde las lágrimas son acuarelas del paraíso
donde el corazón de los peces y las velas de los candelabros
alumbran las sábanas nocturnas
donde hay una vendimia de rosas con olor a espera
que florecen en la inocencia de la noche,
podemos
llegar a nuestra tierra/mar y rodearnos
de manzanas inocentes
que brillan alrededor de las esferas,
descansamos de nuestro viaje de un país a otro
somos extranjeras en todas partes
cada paisaje es una inútil pared,
ofrendamos a los dioses en el camino
bebemos agua, extrañamos a la tierra en forma de cuerpo
porque somos parte de los árboles
y podemos
poco a poco
volvernos extranjeros más de una vez
al recordar que los abuelos fueron también extranjeros
y que con sus manos labraron el olvido.
Volvemos
poco a poco
y sostenemos en el plenilunio del espejo
de todos los nacimientos
y dejamos de una vez por todas
que brote un nacimiento desde el subsuelo
antes de que llegue el día
donde no falta nadie,
la mesa está puesta
la alfombra está tuerta de tantas pisadas fútiles,
y con el ojo solitario
dejamos ir lo que nunca se ha ido.
(De: Casa de agua, 2021)
MEDUSA SIN VESTIMENTAS
Todo mito es la bebida tibia de la herencia.
Medusa aparece en la copa de cáliz
sus cabellos señalan el sentido del viento
y son el navío itinerante de las ballenas.
Su mirada puede convertir a los hombres
en piedra. El mundo no es visible
así lo prefieren los dioses.
Sus cabellos revelan los cantos de los arrecifes
es bella y escueta como el silbido de Melteme.
Medusa dispersa las ondulaciones de mil culebras.
En su vientre se cocen las galerías de los ecos.
El río corre. La piedra inmutable del bosque
se viste de mil cabezas tatuadas en la belleza del sonido.
El horizonte cárdeno se viste de nubes indecisas
sus cabellos distienden la falta de esperanza
su mirada es fuerte como el mástil de los navíos
y desde el vértigo de las colinas convierte en piedra
al descreyente que se marcha por los caminos.
(De: Diosas prestadas, 2019)
IMAGINARIO
Cada noche dejamos de ser
para persistir
en el vacío invisible
cada viaje
nos acerca a la muerte:
el árbol milenario de ceiba
devuelve el abrazo inmenso
aguarda la emboscada perenne
aguarda
espera
mientras el cardenal vuela a mi encuentro
desencanta cada sombra
que florece
aguarda
espera
en las esquinas de mi memoria
desarmo el amor
aguarda
espera
y nos enterramos en un tronco de árbol
para ser orquídea de sueños
que no existen.
En los valles, en las aceras
nos dejan con ojeras
nuestros pasos
las sombras de todo desencanto
desaparecen
en las cuencas de los ríos
y nos dejan desnudos
fugitivos
a la espera de la intemperie
buscando el tiempo en la sombra de un árbol
que se vuelve pájaro
que se vuelve mano
que se vuelve escalera
para subir la cuenca del ríoy soplar el sofisma ciego
de un mañana sin interrupción.
(De El tórax de tus ojos, 2018)