Gonzalo Hermo (Galicia, España, 1987) es un poeta y narrador en lengua gallega que ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía Joven y el Premio de la Asociación Española de Críticos Literarios. Es autor de los libros de poemas Crac, Celebración y A vida salvaxe y de la novela Diario dun enterro.
El ángel de Tranströmer
Catedral de León, hacia 1997.
Vengo de muy lejos para decirte:
«Nunca estarás completo / y eso es todo».
Diez años de ascensión
para llegar aquí y conmoverme
por primera vez con la luz
como si fuera un sendero en la niebla
el camino hasta entonces,
un tránsito a la revelación
de la verdadera naturaleza de las cosas.
El reloj marcaba las doce menos diez.
Estuve suspendido hasta que el sol
iluminó de repente las vidrieras
y un ángel bajó
para mirarme el anillo
y susurrarme por el cuerpo entero:
«No te avergüences de ti mismo».
Sospecho que mi historia arrancó en ese momento:
Cirios en el altar
como pequeños incendios, pero sobre todo la impresión
de que podría arder en al aire como carne cautivada
en la visión de una vida que comienza.
El ángel habló:
«Estarás solo algunas veces y algunas veces serás recordado.
Levanta el anillo que dice que has sido bendecido
con la mirada abierta de un niño para siempre.
El momento es ahora».
Inédito
Traducción del gallego del autor
O anxo de Tranströmer
Catedral de León, cara a 1997.
Veño de moi lonxe para dicirche:
«Nunca estarás completo / e iso é todo».
Dez anos de ascensión
para chegar aquí e conmoverme
por vez primeira coa luz
coma se fose unha corga entre a néboa
o camiño ata daquela,
un tránsito cara á revelación
da verdadeira natureza das cousas.
O reloxo marcaba as doce menos dez.
Estiven uns minutos suspendido ata que o sol
alumou de repente polo prisma das vidreiras
e un anxo baixou
para mirarme o anel
e bisbarme polo corpo todo:
«Non te avergoñes de ti mesmo».
Coido que a miña historia arrancou nese momento:
Cirios no altar
coma pequenos incendios, mais sobre todo a impresión
de que podería arder no aire coma carne cativada
na visión dunha vida que comeza.
O anxo falou:
«Estarás só algunhas veces e algunhas veces serás lembrado.
Ergue ao alto o anel que di que fuches bendicido
coa mirada aberta dun neno para sempre.
O momento é agora».
Inédito
Retablo
No olvidaré el astro en la bóveda,
el oro asomando por detrás de una escala.
No olvidaré el rostro en la mandorla,
el ojo de Dios alumbrando la oscuridad.
Todo acaba. Ni siquiera la noche vive para siempre. ¿Y qué importa?
Permanecerán los restos molestando en la memoria
como un síntoma.
Serán
un impulso vivo por un tiempo, finalmente calmado y oscurecido,
abandonado a su suerte por el cuerpo.
El rostro de Dios transfigurado, brillando por fuera de la mandorla,
pero, ¿qué hay en la mandorla sino la almendra, el vacío?
Es
como arrastrar el oro en riada por la sangre,
como llevar el verbo por dentro de las venas.
De A vida salvaxe (2018)
Soñar el viento
En mi sueño más antiguo no existía el viento.
La nieve ocupaba entonces su lugar
como en un principio del mundo:
la perfecta solidez del blanco blandiendo la luz
en un momento anterior al orden de las cosas,
un ruido sordo en lugar de palabras,
una forma elemental de permanencia.
Recuerdo la sensación de plenitud
como si sucediera en otra vida.
Después
un corazón me fue entregado
para vencer el hielo.
Alguien me dijo:
—Este seré tu nombre a partir de ahora.
Heredarás una casa, concebirás el fuego.
Acogerás a tus difuntos bajo tierra.
Amarás la tierra.
Entonces el viento apareció
y todo sucedió al mismo tiempo en todas partes,
los árboles de invierno y el tiempo de las rosas.
Mi primer recuerdo es intentar escribir ese temblor.
Por eso sé
que tuve otras vidas, que habité otros cuerpos
que fui la piedra, la flor, el río, la materia
antes de llegar aquí
con la piel curtida por el viento.
Al final el corazón venció a la nieve.
Ahora mi hogar está en el viento.
De A vida salvaxe (2018)