JOSÉ CARLOS ROSALES – EL TIEMPO GASTADO


Santa Rabia Magazine presenta 5 poemas del poeta español José Carlos Rosales (Granada, 1952). Obtuvo con Si quisieras podrías levantarte y volar, el Premio al Mejor Libro de Poesía del año 2017, otorgado por la revista digital de crítica literaria Estado Crítico; con Poemas a Milena (2011), el Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego; y con El horizonte (2003), el Premio de Poesía Ciudad de San Fernando. También ha publicado los trabajos Libro de faros (2008), Memoria poética de la Alhambra (2011) y A mi trabajo acudo, con mi dinero pago. Poesía y dinero. Antología poética desde el Arcipreste de Hita hasta la actualidad (2019). Otros libros suyos de poemas son Y el aire de los mapas (2014), El desierto, la arena (2006), La nieve blanca (1995) y El buzo incorregible (1988). Su último poemario es Años larguísimos (2019). Actualmente reside en su ciudad natal.
 
 
 
 
Veintiocho de julio, jueves
 
Lo fácil nos parece complicado
cuando damos la espalda a lo que había:
laberintos y fosos y alambradas.
 
Pero debes pensar en lo que tienes:
has logrado escapar, ¿qué importa el resto
si a tu espalda no se oye ningún ruido?
 
 
(De El precio de los días, Sevilla, 1991)
 
 
 
El tiempo gastado
 
Cuando el tiempo se gasta buscando
el lugar que las cosas desean,
y el lugar que se busca no existe,
y el valor agotado no vuelve:
 
se evapora el futuro, la vida
se convierte en sospecha fundada,
y el andén de la noche invisible
acumula silencio, sigilo.
 
El lugar que las cosas querían
se ha esfumado de pronto, se ha ido,
y las cosas se quedan flotando
sin destino ni rumbo, sin fuerza:
 
no sabrán regresar a sus aguas,
no podrán recobrar su horizonte.
 
 
(De El horizonte, Madrid, 2003)
 
 
 
El miedo y la huida
 
Cerrar los ojos y que el tiempo pase,
pensar palabras cuyo alcance ignoras.
Medir las horas sin saber qué mides:
cerrar los ojos y que el miedo acabe.
 
Fingir un sitio donde el viento limpie
las noticias del miedo, lo imborrable.
Abrir ventanas y que nadie venga,
cambiar de mundo, abandonar la casa.
 
Dejarlo todo cuando el miedo llegue
y cobre el precio de la vida fácil.
Pensar caminos y cerrar la puerta:
abrir los ojos y que quede tiempo.
 
 
(De El desierto, la arena, Sevilla, 2006)
 
 
Las fotos del pasado
 
Cuando miro las fotos en las que tú no estabas,
me parece que miro fotos desconocidas,
fotos de un tiempo raro, el tiempo donde estaba
un hombre que tenía la misma voz que yo,
también el mismo nombre, fotos imprevisibles
o lejanas, escenas de una vida que tuvo
escasas travesuras, ninguna analogía.
 
Miro las fotos del pasado y compruebo
cómo entonces mi vida era sólo una serie
de ociosas tentativas, la herencia interminable
de un círculo que iba cerrándose, muriendo.
 
Aquel hombre era yo, pero aquel hombre era otro,
un hombre que esperaba, sin saberlo, tu nombre:
y, ahora, cuando las miro, esas fotos me traen
noticias que no entiendo, memoria indescifrable.
 
 
(De Poemas a Milena, Valencia, 2011)
 
 
Años larguísimos
 
Cuando este libro salga de la imprenta
nadie puede saber qué pasará
con él, quién lo abrirá, qué página
será la que consiga retener
un rato la atención del que decida
abrirlo: no será fácil saberlo.
 
Cuando lleguen a la calle estas páginas,
volverá a repetirse el espejismo
de pensar que un poema ordena el mundo,
lo mejora tal vez, sólo una parte, aquella que se borra:
la arena que se escapa, el mundo que no cede,
breves años larguísimos que fueron
como noche sin duelo, la mañana sin nubes,
una tarde perdida entre palabras.
 
Cuando, amable lector, llegue a tus manos
este libro fortuito, ya no será posible
corregir ni una línea, lo pienso ahora
y no sé si acabarlo:
se irá de aquí como se fueron
tantas cosas que tuve sin saber que las tenía,
todo se va como se va el poema
que acaba de escribirse, se alejará de mí
y vivirá su vida, sólo el tiempo dirá
para qué tanto esfuerzo, tanta entrega sin límite.
 
 
(De Años larguísimos, Úbeda, 2019)
 

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