Linda Pastan | Un nombre

LINDA PASTAN nació en Nueva York en 1932 en el seno de una familia de inmigrantes judíos. Publicó más de quince libros de poesía y ensayo, incluidos A Perfect Circle of Sun (1971); On the Way tothe Zoo (1975); Aspects of Eve (1975); PM/AM: New and Selected Poems (1982); Carnival Evening: New and Selected Poems 1968–1998 (1998), los dos últimos finalistas del National Book Award; The Imperfect Paradise (1988, finalista del Los Angeles Times Book Prize); The Last Uncle (2001); Queen of a Rainy Country (2006); Traveling Light (2011); Insomnia (2015) y A Dog Runs Through It (2018) y Almost an Elegy (2022) entre otros. En sus propias palabras, escribía “sobre las ansiedades que existen bajo la superficie de la vida”. Falleció el 30 de enero de 2023.

 

Trad. Jonio González 

 

 

UN NOMBRE

 

David significa amado.

Pedro es una roca. A mí me llamaron

Linda, que en español, lengua

que nunca he aprendido,

significa bonita.

Aun desnudos

llevamos puestos nuestros nombres.

Al final los dejamos atrás,

grabados en escritorios

y lápidas, inscritos

en las guardas de las biblias,

en otra de cuyas páginas

Dios enumera las generaciones

de Shem, Ham y Jafet.

 

Homero hechizó con nombres

al entregarnos la lista

de los guerreros y sus barcos,

sobre los que les leo a mis hijos para que se duerman.

Hay tantos nombres en el suelo

como hojas en octubre;

arden brevemente en la lengua

y su humo podría oscurecer

el cielo matinal hasta volverlo crepuscular.

¿Recordar al niño de siete años

que atravesó solo el Holocausto

y no perdió la vida

sino su nombre? ¿O al príncipe cuyo nombre

fue robado con su reino?

 

Cuando adopté el apellido de mi esposo

y lo até al mío

cambié

como un niño

cuando el cura lo salpica

con agua y cuyo nombre

le reserva un lugar en el cielo.

Mi abuelo me dio un nombre

en hebreo que nunca oí,

porque murió con él.

Si me hubiese quedado con ese nombre,

¿quién sería yo?

y si él me llama ahora

¿cómo sabré responder?

 

 

A NAME

 

David means beloved.

Peter is a rock. They named me

Linda which means beautiful

in Spanish – a language

I never learned.

Even naked

we wear our names.

In the end we leave them behind

carved into desktops

and gravestones, inscribed

on the flyleaf of Bibles

where on another page

God names the generations

Of Shem, Ham, and Japheth.

 

Homer cast a spell with names

giving us the list

of warriors and their ships

I read my children to sleep by.

There are as many names underfoot

as leaves in October;

they burn as briefly on the tongue,

and their smoke could darken

the morning sky to dusk.

Remember the boy of seven

who wandered the Holocaust alone

and lost not his life

but his name? Or of the prince whose name

was stolen with his kingdom?

 

When I took my husband’s name

and fastened it to mine

I was changed

as a child

when the priest sprinkles it

with water and the name

that saves it a place in heaven.

My grandfather gave me a name

in Hebrew I never heard,

but it died with him.

If I had taken that name

who would I be,

and if he calls me now

how will I know to answer?

 

 

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