
Santa Magazine presenta una selección de poemas del libro La casa del tiempo de Mario Urquiza Montemayor (Estado de México, 1994). Poeta mexicano. Autor de los libros El canto y la casa (Capítulo Siete, 2018), Piedra de toque (BAP, 2019) y La casa del tiempo. Ha colaborado en revistas como Punto en línea de la UNAM, Crátera (España), Letralia (Venezuela), Polipet (República Checa) y Archivo Sonoro. Fundó y dirige la gaceta de literatura La experiencia de la libertad.
Selección de poemas del libro La casa del tiempo
Mario Urquiza Montemayor
Tarde
Va y viene el viento
insuficiente de sí mismo
deambula y se retuerce
entre la hojarasca,
acaricia sus labios;
volvióse su nombre.
Taquipnea
Abro la puerta, los pasillos se descubren,
el aire grita por las ventanas
la sangre que fluye por mis venas
es la respiración acelerada del tiempo,
de buena forma las luces acarician mi frente,
en mis ojos, la luz del sol quema mi último recuerdo,
el viento sueña contra el viento.
Fuente de tezontle
El lenguaje se agazapa,
se enrosca en mi cuello
la piedra y la sombra
el muro y el día con sus pájaros sueltos
de la fuente de tezontle
emana la noche antigua
todo es distinto en este tiempo
más allá, los signos de la noche y del día
vuelven a su ambigua forma
la piedra que no pesa en esta noche trasparente
sueños que vuelven a nuestros ojos
la palabra madura; muerdes la dulce palabra
¿vivimos o soñamos?
despertamos de las palabras quietas
mis ojos beben a sorbos la luz de la mañana líquida
los árboles y la flores dan la bienvenida al sol
con un saludo irregular
el alma cautiva
la cercanía de los pensamientos con lo más lejano
de nosotros mismos
nombres circulares, casas vacías, irregulares monumentos,
en los recovecos de mi alma
―jaula perversa―, vacila una campana
vacila una lámpara vieja.
Entra en la noche
Entra en la noche
la efusiva idea de la ausencia
cae el sueño a medianoche
a medio patio la luna cae
en un sueño que es una transparencia
derramas al pie del árbol
una mirada singular y anhelante
árbol nutrido de miradas
comes su fruto y luego lloras
Viaje
Este camino que recuerdo es inexpresable,
apenas puedo decir que es melancólico
nunca termina de irse
nunca termina de llegar
lúcida transparencia
decididos a retomar el camino,
oímos sus pasos
habita en sí mismo,
en la piedra
en la tarde circular,
el silencio lo conforma,
la cotidianidad lo amedrenta.