MIGUEL ANTONIO GUEVARA (Venezuela, 1986). Escritor. Sociólogo del desarrollo, Magíster en Filosofía, mención Pensamiento Latinoamericano. Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas y Premio Nacional de Literatura Alfredo Armas Alfonzo. It´s a selfie world (Monte Ávila Editores, 2021), Los pájaros prisioneros solo comen alpiste (LP5 Editora, 2020) y Mudable. Antología transitoria 2009-2019 (Ediciones Madriguera, 2020) son sus libros más recientes.
Ven conmigo para que las mires
Ven conmigo que allí están
Escucha como cruzan el aire las palabras
En un instante se arrojó Embestir era la respuesta de los tripulantes lanzándose tras un furioso y
sangriento cuerpo a cuerpo
Augura justicia Augura conducir Augura la marcha Tras la invención los tiempos Tras la imagen la vida
en movimiento Tras el camino el recuerdo Las playas los muelles silenciosos y expectantes Las azoteas
de los edificios más altos El espectáculo que no puede verse La salida Una batalla Un ingrediente que
hay que madurar y conversar Una construcción del aire Del cómo sabremos La manera Un caso terrible
En realidad se trata de un instante Desde allí inicia La caza
Explorar el mar hacia el sur desde las alturas
La costa es una maraña de escotaduras y ensenadas Semeja la hoja de una sierra
Por último un punto aparece a lo lejos .
Perdido en la inmensidad
La monstruosa ceguera
Por sí misma evoca Se responde
Contiene cada una Desfilan por un momento
Nos devoran poco a poco con su factoría de imágenes
La gente La vida Dura Oscura Y á s p e r a
Uno de nuestros soldados Su figura un plano La parte posterior de su cráneo Las líneas de su rostro Un
híbrido con coletillas de “alas” No tutea a nadie ni a sus hermanos Ancho de hombros y pesado en
movimientos Los pueblos La pelota de nuestro lado Fuerza y tiempo Las lamentaciones Tenemos todo
La unión sobre todo Repite con frecuencia que está obsesionada con la soledad son LOS COSTADOS
DEL CAMINO QUE ABRIMOS.
Le ha dado por auto-convertirse Va derrumbando a gritos la fortuna porque es necesario desenterrar del
solar a los antepasados -la sudorosa barca- para ostentar una preciosidad
Sería un acto idiota regresar las descargas Deben haberse notado, ignoro lo que van a decir, si alguno
pronunciará mi nombre. Me dirijo hacia allá y encuentro mujeres despiertas, angustiadísimas.
Y aquí estoy Condiscípulo como concepción Tratando de aprender la expresión: “comérsela viva”.
Y aquí estoy
Tendido en mi cama humilde
Después la misericordia calculando lo suficiente La presentimos al entrar Retrato de cuerpo entero
portando un pregón. A los márgenes -cultivados con el premeditado objeto- se le ilumina el rostro
todas las mañanas. Ojea las partituras para sanar La palabra La chispa, mutismo que se rompe largo
y tendido para tornarse en sí mismo. He observado cosas que a otros parecen nimias. Ante la tragedia
se ha cincelado angustia. Leyendo a veces en voz alta se interrumpe para preguntarse ¿cómo explicas
tú, Pueblo, un pasado, un rebaño, ¿cómo te lo explicas? Pertenece Le dispensa tolerancia y
mordacidad. En el patio lloviznado vislumbré mujeres en un salón volante. Una que vive, que charla.
Otra que pasa todas las mañanas. Les sé los nombres. Todos nos conocemos Y según se dice Secreto,
modales, rito que baila y vive protegido. A diestra y siniestra la mujer, un cuerpo espléndido y trenza
en los giros de la danza. Ha de ser A ella La desnuda, la casa humilde, entera, cantando. Medicina
para lanzarse a deshojarse en recetas. Estrechamente unidos un inquebrantable humor He caminado
Veo que viene apresurada y cargada. Tuerzo rápido el rumbo, no me ha visto y sonrío. Dos rapaces
lanzan piedras contra los pájaros Me acerco llamándoles – Adiós No soy Pero le respondo: el cronista
como usted sabe La mano… Ninguno como yo podría decirle fecha. La gentil señorita “fulana de tal”.
No me equivoco. Fíjese qué pálida noche.
Van muriendo las luces Lo que sucederá mañana. Barajamos nombres, la mayoría se nos viene al
recuerdo, detiene nuestro paseo a la mitad. Sobre la baranda una voz mirando el río entre sombras
Mis discusiones versan casi siempre sobre el derrocamiento Blandiendo sus rudimentarios regímenes:
la expresión No estoy interesado en discutir Tanto más que no sé una palabra pero lo que sí es que es
desesperante. Todas las fuerzas sin buscarnos: un ejército suicida, grandes enemigos para reventarnos
el pecho. Más tarde veremos cómo vamos, por ahora La conclusión no puede ser más clara: ustedes
hablan del verdadero problema, le dan demasiada importancia, hacen que exista Ignoramos la forma
Solo nos han dicho que debemos estar cercanos y que el ruido, el deseo antes de afrontar allí está. ¿Por
qué miro? – para arrancar mis ojos Lógico fue que sobre los hombros Una tablilla vivaracha y tropical
malbarató su tiempo. La cabecita quisquillosa de un complicado señor. Es común hablar de la madre y
del padre con el psicoanalista sin llegar a comprender una jota.
Ay, si te agarran y te despellejan vivo con la fuerza de un caballo en movimiento como en un cuento
ruso de la era de los zares A dar maña como un asunto inconcluso o las descargas –ahora sé que no es
mi nombre el que murmuran sino el pregón / el laudes que todos llevan consigo o la ceremonia de la
tarde es donde no hay ninguna embarcación que encalle en donde nadie se deja llevar por las sombras
y cada maquinaria del planeta deja salir no el blanco sino el óxido aquel / sépanlo nos dio tanta tanta
mala Fue mucho y veníamos como una despedida como mano moviéndose encima de un cuerpo en el
punto de salida a flote
ay / No sé quién habla
ay / “entera frialdad”
ay “mano a mano”
ay / música que pasa por la garganta
ay / como en las fugas en los rostros y el campo de nopales
ay / el corte de piel de la mayoría
ay canto / hay garganta / ay la despedida del mar / ay los fragmentos /
ay Los costados del camino que abrimos.
Ay acordes.
Ay / Música de incertidumbre y arena.
Estos poemas pertenecen al conjunto inédito Música de incertidumbre y arena.
