PACO RAMOS TORREJÓN – EL DESORDEN DE LAS VIDAS


Paco Ramos Torrejón nace en Cádiz en 1981. Estudia filología hispánica entre la Universidad de Cádiz y la UNED. Ha publicado en algunas revistas literarias como Speculum, Cuadernos de humo, Voladas, El ático de los gatos, Relatos sin contrato, Aprender a pensar, de Ediciones de la Torre, o Revista Quimera. Ha sido miembro de diversas tertulias literarias, como el Club de Letras de la Universidad de Cádiz o el grupo Ámbito. Fue organizador de Versalados, festival poético de la provincia de Cádiz que se celebró desde el 2013 hasta el 2018 durante el mes de agosto. Estuvo al frente de la gestión cultural del Café Gadir en Madrid.  En enero de 2016 publica con Lápices de Luna su primer poemario, El aprendizaje del miedo, con prólogo de Guillermina Royo-Villanova,cuya tercera edición publica Takara Editorial en mayo de 2017. En febrero de 2016 participa en la antología poética Amor fou. Ebrio desván de amores locos, de la editorial Sial Pigmalión, coordinada por Antonino Nieto Rodríguez, junto a Luis Eduardo Aute, Carlos Marzal o Ouka Leele entre otros. En marzo de 2018 publica Breves apuntes sobre el arte de mantener el equilibrio con Huerga y Fierro Editores. Ha sido colaborador de la revista cultural andaluza Secretolivo, del diario digital La Voz del Sur y del espacio radiofónico-literario del magazine ‘La Isla de par en par”, en Radio La Isla.Ha sido jurado en varios certámenes como el escolar nacional de San Juan de la Cruz, promovido por el colegio Liceo Sagrado Corazón, o el premio Ortiz del Barco, convocado por el Círculo de artes y oficios de San Fernando. Ha participado en distintos festivales poéticos como el Ciclo Poético Ciudad de Valladolid, EDITA Punta Umbría, Palabra Ibérica, en la localidad portuguesa de Vila Real de Santo Antonio y Voix Vives Toledo, Festival Poético del Mediterráneo. Desde el año 2014 dirige talleres de escritura creativa que ha realizado en el Centro de Estudios Alascortes de San Fernando, la librería Las Libreras, Cádiz, y la librería El Gusanito Lector, Sevilla; además de realizar esta misma actividad a través de grupos online.
 
 
 
 
UN CANGREJO
 
Un cangrejo.
 
Un cangrejo es cáncer en el zodiaco.
Los tumores tienen forma de cangrejo.
 
Un cangrejo pinza, devora las entrañas
    mientras el cuerpo no hace nada por defenderse.
 
Se inmolan las células,
se alimentan de sí mismas.
El cangrejo es cáncer.
 
Suero.
Quimioterapia.
Napalm.
 
Una clepsidra bombeando gotas de napalm.
El napalm se abre paso por las venas
    cada 21 días.
Las destroza,
envenena el cuerpo,
enferma,
resiste,
las dosis se amplían,
más napalm,
más lucha.
El cangrejo sigue royendo.
La piel se hace tumor.
 
Flaquean las piernas,
el cuerpo se degrada,
merma,
encoge,
la piel es un folio,
una fina cutícula que apenas protege,
se tocan, se palpan los huesos
y los días son mecánicos,
dolientes,
aguardando el final,
sabiéndolo cerca.
 
El cangrejo sigue a lo suyo.
Nada nos separa de la muerte.
 
De El aprendizaje del miedo. Takara Editorial, 2016.
 
 
LO DIFÍCIL
 
Lo difícil no es estar sin ti
en esta ausencia que llena la casa.
Lo difícil son las mañanas sin café,
el móvil que ya no suena en los viajes,
los guisos salados o insípidos,
nunca a punto.
 
Difícil será
el teléfono de casa mudo
sin recibir llamadas
que pregunten por ti.
 
El desorden de las vidas que cuidabas,
los geranios
marchitándose sobre el alféizar.
 
Lo difícil es el silencio pétreo de las cenizas,
la costumbre de que tu vida sólo sea un recuerdo.
 
De El aprendizaje del miedo. Takara Editorial. 2016.
 
 
ORFANDAD
 
Supe lo que era el alma
cuando vi el cuerpo inerte de mi madre
sobre una aséptica camilla,
un cuerpo frío que ya no era mi madre,
sólo un cuerpo,
un cadáver inanimado y vacío de flores,
desprendido de todo cuanto vive.
 
Allí, ante él,
entre familiares que lloraban,
supe que ya no era mi madre,
que se habían ido los domingos
y las tartas de cada cumpleaños.
 
Aun así
hube de despedirme,
tocaron mis labios su fría frente,
su rictus hierático y desalmado.
 
El cuerpo de mi madre
sin alma
ya no era mi madre.
Un cuerpo inerte,
un cadáver,
un certificado de orfandad.
 
De El aprendizaje del miedo. Takara Editorial, 2016.
 
 
LA MAREA
 
Dependiendo de la marea,
una ola tiene mil maneras de romperse.
 
Llegan a la orilla
y allí se deshacen como si nunca hubiesen rugido,
como si el mar no mostrase su furia con ellas.
Son los vestigios del océano rompiendo en las orillas.
La quietud de la inmensidad donde navegan los barcos
contrasta con las crestas surcadas de surfistas,
 
rugientes,
espumosas,
blancas de sal.
 
La marea va a y viene,
avanza y se retrae,
quizás como un recuerdo
que nunca acabase de cicatrizar.
 
Todo amor es tempestuoso en sus extremos.
La pasión devora sus principios,
asalta la quietud,
acelera el movimiento de las olas.
 
Luego llega la calma,
corazones mecidos al unísono por un vaivén acompasado.
 
En las noches de tormenta,
cuando hay mar de leva,
la orilla se llena de destrozos,
amanece regada de cadáveres y despojos
que no supieron qué hacer para no ahogarse.
 
Como se ahoga el amor en los finales,
destrozado por los golpes de las olas
que tienen mil maneras de romperse.
 
Un hombre oceánico,
un gladiador envejecido,
contempla la infinitud del horizonte marino.
 
La marea va a y viene
jugando a traer y llevarse
sus recuerdos.
 
También el amor,
como las olas,
tiene
        mil
              maneras
                            de
                                romperse.
 
(De Breves apuntes sobre el arte de mantener el equilibrio. Huerga y Fierro Eds. 2018).
 

APARECISTE TÚ
 
Y entonces apareciste tú
germinando
como un campo de setas en noviembre
que viene a sanear el bosque.
Y quedaron rendidas todas las travesías,
y se hicieron afónicas
las voces de todas las sirenas,
y el naufragio ya no fue naufragio
sino viaje.
 
Encontré en tu cuerpo el edén de Adán,
la fruta prohibida de la que habla
el dios de los cristianos,
la mitología de Eva,
el deseo de volver al vientre,
el kilómetro cero de todos los caminos.
 
Los precios de los mercaderes dieron saldo cero
en el zoco de todas las Penélopes,
se moldeó el barro,
la arcilla se hizo carne
y alcanzamos la cima inexpugnable
de la atalaya fronteriza
en la que Boabdil perdió el reino de Granada.
 
Y entonces apareciste tú
y todos los fantasmas que habían nadado hasta la orilla
dirigieron su olvido hacia las ruinas de Palmira.
Y rompí todos los escudos,
todas las corazas que hicieron prisión sobre mi cuerpo,
porque apareciste tú
y se midió el invierno en grados Kelvin
cuando surcamos los desiertos como autopistas libres de peaje.
 
Porque apareciste tú
escribimos un diccionario
con la firme convicción
de que al amar
inventábamos
un lenguaje.
 
(De Breves apuntes sobre el arte de mantener el equilibrio. Huerga y Fierro Eds. 2018).
 
 
 
 

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