Teresa Orbegoso – Abro el miedo, Reseña y selección de poemas

Teresa Orbegoso (Lima-Perú, 1976). Poeta e investigadora social. Licenciada en Periodismo y Master en Escritura Creativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina). Publicó los libros de poesía Yana wayra (Lima, Urbano Marginal, 2011), Mestiza (Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2012), La mujer de la bestia (Maldonado, Trópico Sur, 2014), Yuyachkani junto a la artista plástico Zenaida Cajahuaringa (Lima, La Purita Carne, 2015), Perú (Buenos Aires, Buenos Aires Poetry, 2016), Comas (Buenos Aires, Añosluz, 2018) y Abro el miedo (Lima, Hanan Harawi Editores, 2019). Este último libro fue incluido en la selección de libros postulados este año al Premio Nacional de Literatura en la categoría Poesía. Ha sido reeditado en Argentina por Las furias editora. El libro Perú fue publicado también en Perú y Guatemala. Dirige la revista latinoamericana de poesía y cultura La primera vértebra.

SOBRE “ABRO EL MIEDO” (2019), DE TERESA ORBEGOSO

Por Natalia Rojas

¿Qué es lo que se abre? Luego de leer “Abro el miedo” esta pregunta se me presenta, el verbo abrir se volvió decir. Decir la lengua configurada dentro de un espacio otro. No obstante, no creo que el espacio otro esté tan lejos, está a una breve e íntima distancia, a solo un verbo conjugado. Para abrir algo, debemos observar el objeto, ver por dónde volcar el deseo de saber qué hay dentro, entender nuestra necesidad de abrir, distinguir si es abrir o romper al objeto que genera ese otro espacio, habitáculo de un lenguaje con su propia lengua: “Algo silba otra lengua y da órdenes”.

Jacob Grimm dice la lengua “es nuestra historia, nuestra herencia” y Teresa Orbegoso nos muestra un camino somático de acercamiento a nuestra historia, a la herencia. Nos habla del colonialismo y sus secuelas que se perpetúan en añoranzas como la de “un niño boliviano que pedía a su madre tener ojos azules”. A lo largo del libro la poeta va descubriendo que desde la lengua y el deseo, articulamos un padecimiento, una estructura capitalista: el cáncer como herencia de la herida de nuestra raíz arrancada de la tierra. La herida, nuestro cuerpo en tránsito por la historia, nos dice “Las células malas colocan su bandera de vencedoras sobre el pecho….”

Abro el miedo, no solo verbo dice, cada uno de los poemas lleva consigo una visión, la imagen del miedo yéndose. Las obras plásticas denotan tensión y armonía, son una partitura para leer el poema y entrar en la relación de la muerte con lo vivo. Estas obras enuncian en el poemario lo que Blanchot dice sobre la muerte: “al ser aquello a lo que no estamos acostumbrados, nos acercamos a ella o bien como a lo inhabitual que maravilla, o bien como a lo no-familiar que horroriza.”

Cirugía, herida, sutura, cicatriz

Orbegoso, abre/dice el miedo en cuatro actos sostenidos en un phatos, este concepto griego significa suceso que afecta, sufrimiento, enfermedad, mas con el paso del tiempo se le infiltran otros significados como pasión, emoción y sentimiento. Phatos, voz foránea/griega que anuncia que el yo latinoamericano es complejo, fluctuante entre la soledad y el arrojo, implica poseer un paisaje interno dibujado por la geografía, pero ¡cuidado! cuando se pasa del dibujo a la lengua, a lo nombrado es desde una voz ajena, la voz del cáncer.

Cirugía, es un eufemismo de tajo. Nos damos cuenta que lo abierto pasó a ser el cuerpo de la hablante. Y si se abre el cuerpo, se abren los cuerpos del pasado, la línea materna, el agua transida de la historia:

Mi cáncer dice:

Cose tu historia a la mía y encontrarás a una madre y a una hija y dentro de ellas una palabra como una penitencia que las alumbra.

Herida, este poema muestra una hiperconsciencia que se busca, se nombra el nombre, el nombre busca para reconocer(se) luego del tajo su herida. Teresa Orbegoso, nos hace adentrarnos a la llaga, examinar desde allí lo inaparente. Acá vemos una tradición literaria, la historia de un dolor, vemos un continente llagado y brioso diciendo que existe, que reconoce su herida, su cáncer en voz alta.

Sutura, el desasosiego existencial, el deseo de amor que todo lo traspasa, crean una milagrosa trasformación que posibilita la armonía allí donde parecía inalcanzable imaginarla. Es que la Vida y el anhelo de la existencia han formado laboriosamente sus condiciones. Aún sobre la paciente con cáncer, aún sobre lo que fenece. El cáncer así se vuelve poema, cura y se despide. No sin antes pedir ser nombrado por última vez.

La cicatriz, último poema, testigo de la pregunta ¿qué es lo que se abrió? la cicatriz no borra el dolor, logra la ruta hacia lo abierto. ¿Dónde quedó el miedo? adentro o fuera del cuerpo. El poema saca el miedo, articula la gracia del dolor como una manera de no volver al mismo sitio, se vuelve espacial la necesidad de no repetir la historia. La cicatriz se esfuerza y queda como la ausencia de un pecho vaciado hecho manantial.

Abro el miedo, es una obra política, íntima que nos acaece a todos los de este continente físico y emocional. Abro el miedo es de una escritura que responde al proverbio chino “el lugar más sombrío está siempre bajo la lámpara”.

SELECCIÓN DE POEMAS DE “ABRO EL MIEDO”, DE TERESA ORBEGOSO.

Mi cáncer dice:

Tu lucha está dentro de la poesía como un pequeño huevo. En ella no hay odio. Torpe como la gallina viniste a mí, lenta como la infancia. La balanza rompió. De tu telaraña manaba mi temor. ¿Qué olor tenías? Tu búsqueda era implacable. Todo el paraíso reducido a una ancha línea roja. Del principio al fin de la Historia.

El cáncer del consumo abre su tienda. Se vende. Deja caer su monedero. Niega el discurso, el sentido. Se inauguran los hospitales, los cuerpos que ya no importan. El capital es una vitrina que te atrapa. Los enfermos miran tras la ventana de la vanidad. Su imaginación converge con el desgaste.

América también existe

América existe

Inger, no nos niegues

América existe

el aymara existe; y la flor de papa, la flor de papa

y el quechua existen; y Resígaro, Resígaro

las alpacas existen; Resígaro, aire;

y quinuales existen; las alpacas existen;

alpacas, abarema, aiphanes, arterias

los ronsocos existen; los mayas, las llicllas

los orejones existen; los ronsocos, los ronsocos

yana wayra, la momia Juanita y los intis; los intis

existen; los intis la chicha de jora; y los mitos

existen; los mitos, los intis, la chicha de jora

anata existe; la furia y la fiesta

existen; y el Señor de Muruhuay; Rosa de Lima,

los huérfanos y la vizcacha existen; los suyos

existen, la fragilidad; la fuerza de la fragilidad;

y la oscuridad plena existe, el sauce y el sauco

existen, y brunellia, la mezcla, la indiferencia

existen; y el cebú y el pejesapo existen,

y el petróleo de Venezuela existe, y las causas, las causas

el ukuku existe, con su hielo amarrado a la espalda

existe, con su danza protectora

y su devoción para el Señor de Q’oyllur Riti existe; alegre

existe; en Paucartambo y Quispicanchi y en la montaña nevada;

también los perros existen; y el gallinazo carroñero, el

cóndor andino

el buitre; las bromelias y la soledad del oso melero;

los khipu kamayuq existen y lianas existen;

las verdades existen, las intensas, las católicas,

las éticas; el acelerador de partículas Ciclotrón existe y la cucaracha blanca;

y las flores carnívoras existen y el gracioso caminar sobre los ríos del

Amazonas del lagarto Jesucristo  donde

los pajareros existen, los pajareros existen

en selvas donde la gente esculpe sirenas sobre la madera

que no conoce la nieve con la que juegan los niños de Alaska.

El cáncer de la necesidad es un gigante. Aplasta las chozas de los pobres. Aplasta las faldas voladoras de las mujeres. Aplasta. Los ciudadanos no existen.

Mi cáncer dice:

aquí también estás tú. Eres una niña que no sabe divertirse. Tus tímpanos crecen después de tu primera muerte. Escuchas la partida de tu padre. Juegas con tu sinceridad como si fuese una muñeca y con tu desastre como si fuese una cometa. La poesía curará tu cuerpo y el de tu padre. Se lavarán las culpas.

El cáncer de la alegría es rojo. La ameba se desliza en sus pies falsos. No hay bien que sea real.

La poesía existe como el primer animal

El racismo existe, los barrios, la memoria

e ichu y manzanas y conejos y floripondios,

la tristeza existe, el racismo existe;

las ruinas existen, los turistas que las visitan existen y la fotografía de las ruinas

piedras de ruinas milenarias sin nombre existen,

piedras de ruinas que se llaman Caral, Chichén Itzá, Teotihuacán existen y los miles de huacos retratos

existen, en la historia imperial de los caídos; existe también la emoción, y la maca y Pachacamac existen,

los terroristas, el minero peruano, los hijos del minero peruano;

y los ronderos campesinos existen, una callada aldea, sentenciado, seco y quemado a metrallazos,

los ronderos campesinos existen; a oscuras desaparecidos existen los ronderos campesinos,

con sus ponchos, sus polleras, con su mirada petrificada existen

los ronderos campesinos, y los apus existen, enormes

como señores temibles, los manantiales existen;

los manantiales, cristalinos, celestes y dulces,

del misterio, extinguidos,

este aliento de hambre, negro, que está esfumándose

Algo parecido a una jaula cae sobre nosotros. Es el cáncer de la tristeza.

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