YANINA AUDISIO – CIELO SOBRE EL CHARCO Elí Urbinaenero 15, 2020Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext Presentamos tres textos de la poeta argentina Yanina Audisio (Río Cuarto, Córdoba, 1983) pertenecientes a su más reciente publicación “Cielo sobre el charco” (Salta el Pez Ediciones, 2019). Yanina es licenciada en Psicología y magíster en Salud Pública. Cursó un año de la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF. Escribe poesía y narrativa. Se ha desempeñado como correctora de textos literarios, científicos y de divulgación y realiza traducciones de poesía en lengua inglesa. Coordinó el grupo Las Puntas del Clavo, organizando presentaciones de textos literarios con formato escénico. Es responsable del blog sobre difusión literaria Inventar un pájaro, donde publica textos difíciles de conseguir y traducciones en español de poemas en inglés. Ha publicado los poemarios “La noche en los perros” (Expreso nova, 2013), “La boca y su testigo” (Primer premio 7mo Concurso de Cuento y Poesía “Adolfo Bioy Casares”, Municipalidad de Las Flores, 2013) y “Piedras, papeles, tijeras” (Ediciones en danza, 2016), “Bajo poncho” (Al filo ediciones, 2019) y “Cielo sobre el charco” (Salta el Pez Ediciones, 2019). LAS ESTACIONES Y EL RUIDO Creímos habitar esa parcela bajo las estaciones y el ruido o la habitábamos sin preguntas no hacía falta más que trazar eso que parecía el dibujo de las formas del mundo. Los dedos manchados de hundirse en la tierra para hacer la tierra eso era eso porque se pegaba al imperio del apuro como un imán entre unos ojos y otros ojos se abrían dentro de lo que creíamos. Estallaba la inundación y la llamábamos lluvia. Para bañar las lenguas con algo que fuera por un rato ajeno al íntimo reconocimiento que creíamos cerrar entre las manos o que entre las manos cerrábamos escurriéndose y la risa. Lluvia eso que son formas difusas eso inalcanzable era un lugar y cuánto eso salpicando dejaba mojado subiendo y hasta dónde se pierde se perdió eso irrecuperable que era y ese lugar que voy viendo turbio que por verlo lo desmiento con la razón de la sospecha. Eso que subió hasta perderse prefiero llamarlo gestos confusiones lo que creíamos prefiero llamarlo sospechoso lo que yo decía y vos creías entender lo que vos decías y yo creaba prefiero desmentirlo y llamarlo sospechoso para que la confusión de caer me deje parada por fuera de las estaciones y el ruido porque bajo ellos ya no puedo bajo ellos no soy no existo dentro de lo que creímos olvido por qué el agua ahí y la risa parcela donde estallar la inundación. La llamábamos lluvia al pronunciarlo nos pronunciábamos y éramos menos solos en la mojadura con su música que es ahora sospechosa distante donde caigo igual fatal dispersa en la ferviente exclusión de las cosas a las que dimos mundo por creer que los cuerpos que tuvimos podían lo que podían. Estallar la inundación y llamarla lluvia. PAISAJE Con dos pares de pies puede empujarse un montón de resaca de una playa pedacitos de cosas que estuvieron vivas piedras que fueron gigantes expulsiones del vientre de volcanes muertos sustancias digeridas por bestias pequeñas ajenas a nuestra comprensión en la medida en que respiran del agua. Con dos pares de pies puede moldearse una pila de resaca mover ese montón de grandeza hecha polvo: el origen de una isla que no quisimos conquistar. Y hoy que el viaje termina esta noche no podremos juzgar lo que acopiamos con la torpeza y la maestría de los pies no podremos negar la tierra en su ejercicio. Solo queda lastimar los dos pares empujar por su lado la resaca del mundo perder el índice el volcán la piedra el pececito. HACER LA TIERRA ¿Cómo el granizo volcánico del mundo no caería sobre ellos? Habían interrumpido los ruidos el latido menor de la granada el chirrido de dientes en la rabia recién adquirida Habían puesto los cuerpos a callarlo todo una estrella que cae dos caballos blancos contra el parabrisas Habían prestado las manos para detener el temblor insectos extintos ardiendo en arcilla en plena tarde la risa y la tos de un dios distraído Habían hecho de nuevo la tierra ¿Cómo la espuma corrosiva del mundo no caería sobre ellos? Facebook Twitter