108. Año 10: ANÍBAL FERNANDO BONILLA | Tránsito y fulgor del barro

ANÍBAL FERNANDO BONILLA (Otavalo, Ecuador, 1976).  Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericana y Máster en Escritura Creativa por la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Licenciado en Comunicación Social. Docente universitario. Ha publicado, entre otros, los poemarios Gozo de madrugada (2014), Tránsito y fulgor del barro (2018, 2025), Íntimos fragmentos (2019), las plaquettes Caminante extraviado (2024), Olvido después de la ceniza (2024), y la recopilación de artículos de opinión en Tesitura inacabada (2022). Finalista del Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2018, del III Premio Internacional de Poesía de Fuente Vaqueros 2023, y del XI Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador 2024. Columnista de diario El Telégrafo entre 2010 y 2016. Articulista de El Mercurio de Cuenca desde el 2022, y colaborador en varias revistas digitales. Participante seleccionado en el Taller de Poesía Ciudad de Bogotá Los Impresentables (2022, 2023, 2024, 2025). Ha sido invitado a eventos de carácter literario, cultural y político en España, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Cuba, Bolivia y Colombia, como el XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca (2012), el XIII Encuentro Internacional “Poetas y Narradores de las Dos Orillas” en Punta del Este (2014), el VI Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica y el Caribe en La Habana (2016), el III Encuentro Internacional de Poesía en la Ciudad de los Anillos en Santa Cruz de la Sierra (2016), o el XI y XII Festival Iberoamericano de Poesía en Fusagasugá (2023, 2024).

 

 

Tres poemas de Tránsito y fulgor del barro, Aníbal Fernando Bonilla, Ediciones El Pez Soluble (2da. edición), El Salvador, abril de 2025.

 

 

Los días escritos en el papel 

 

Marioneta frustrada

que gira alrededor

de ojos inocentes.

 

Días inútiles

en la taquicardia

y el insomnio.

 

Herencia

de viejos coyotes,

locura de uranio

que acelera

el final.

 

La historia

de nuestras vidas

escrita en papel

de celofán.

 

El ruido latente

golpeando los tímpanos

de cuerpos remotos.

 

Dolor en el relato

de páginas doblegadas

de infortunio

de la patria inexistente;

devoradora de sueños

metástasis en el furor colectivo.

 

 

Ángel cubierto de flores

 

Ha muerto

un niño

como ventisca

como martirio

como lágrima

en la tarde de callado frío.

 

Inocencia perturbada

en la cavidad interna

semilla y arrebato en la tempestad

relicario de orfandades.

 

Primavera marchita

en su cuerpo diminuto

que estremece

como relámpago prematuro

en el abismo.

 

Fulgor apagándose

antes de nacer.

Llanto al final del túnel.

Travesía inconclusa

en la penumbra.

 

Brazos extendidos al cielo,

alas de ángel se acallan sin violín.

Furia en el vacío púrpura.

Estrella detenida

como bruma inmóvil.

Corazón desvalido

en los altares del cáliz amargo.

 

Flores en sus huesos

yacen

junto a la angustia

de los vivos.

 

Sorbo de nostalgia

 

Las tazas

desandan

el aroma del tiempo,

redescubren

la memoria de otras latitudes,

delatan las calles transitadas

las cúpulas

en la amplitud de la historia;

ciudades desconocidas

de piedra

de viento

de equinoccio

de infancia

de verdor

de lejanía.

 

Las tazas

acumulan

aguas del mundo,

el hombre

sorbe el último

aliento de mar.

 

Morada ajena

cuyo faro

anuncia el horizonte.

 

Las tazas

aguardan

en mi estante

los colores

del errante,

la melodía

de otros lares

como nostalgia pura.

 

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