SILENE ARAYA RIVERA (detrituss) nació el 26 de mayo de 1999 en La Serena, Chile. Es estudiante de Biología Marina, próxima a egresar e investigadora en el cultivo de algas. Actualmente se ha sumergido de lleno en el mundo de la escritura, aprendiendo y experimentando constantemente. Poeta desde hace algunos años, está deseosa de dar a conocer muchas obras antiguas y nuevas, combinando su pasión por la escritura con las ciencias y la ficología.
PARA ENTRAR EN RAZÓN
Nací para querer,
no sé cuánto y no sé a quiénes,
pero siempre lo descubro.
Creo que la vida decidió ver a la mayoría con amor.
He aquí por qué me siento como extraterrestre,
en esta Tierra de humanos
más que de la propia naturaleza,
esa que vibra y nos vibra;
y que olvidamos y no atesoramos.
Me perdí,
entre tanto pensamiento,
entre tanta gente,
entre cada deseo y sueño,
entre tanto proyecto fallido.
Me perdí.
Moribunda viviendo,
atestada de delirios,
adormecida de la vida,
y ahogada de sentimientos.
Personalidad fuerte,
consumida por incomodidades.
El amor empodera,
el propio arrasa con todo.
Ser fiel a nosotros mismos
es un trabajo constante y agotador.
Perdonamos lo imperdonable,
y nos olvidamos.
Cada cierto tiempo es necesario aterrizar,
bajar de las nubes hipotéticas
repletas de oscuridad.
Bajar a la Tierra y mezclarse
entre tanta figurita.
Vestirse con trapos repletos de hechizos,
vestir la máscara que tanto cuesta crear.
Máscaras fieles a la esencia,
fieles a tu andar,
a tus movimientos.
A tu corazón,
a tu mente viajera,
a tu complejidad.
En fin…
tu naturaleza.
Esa que vibra y hace vibrar,
porque eso necesitamos todos.
Heme aquí, buscándome,
buscando encontrarme nuevamente.
Con paciencia, aunque tienda a la intensidad.
POST MORTEM
Hace frío,
el aire recorre
las llagas abiertas,
expuestas al bullicio
del tiempo.
Quedé con la mirada
fija en el cielo,
a las estrellas,
a la Luna.
Y me pregunté,
por los instantes
otorgados a las demás personas,
intensidades y correspondencias
brutas y constantes.
¿Qué queda para mí?
En mi cerebro
no caben las razones.
Inquietudes recorren
mi cuerpo;
colorean las almas
y otorgan nuevos significados.
Limpia tus manos
antes de arrancarme
el corazón.
Luego, limpia cada hueso,
escóndelos
lejos.
Mis manos,
atesóralas,
ellas te entregaron un tacto sincero.
Mis labios, quémalos,
arderán en el infierno,
cada beso quedará
en el inframundo.
Te dedico dulcemente
cada grito desgarrador
que sentí
y guardo dentro,
y siento en el interior.
Mírame a los ojos
para que los escuches,
y aun así puedas vivirlos.
Húndete, querido,
y no flotes.
PRESENCIAR
Neblina espesa,
transitoria,
versátil e inesperada.
Existir, presenciar.
Me perdono,
no por haber obrado mal,
sino por el autosabotaje.
Entregarse
a vivir y sentir.
Sacarse el corazón,
llevarlo en la mano.
Ahí palpita,
sangrante.
De un rojo brillante,
magnético,
no como un “rojo puta”,
sino un rojo intocable,
indescifrable.
Árbol esclerófilo,
solitario,
invisible,
vivo.
Adaptable,
un poco torpe.